La actividad artística tiene entre sus premisas vitales, la construcción de un espacio de creación donde los artistas ponen en marcha sus obsesiones, sus deseos y el intenso placer de accionar para comunicarse con un receptor casi siempre imprevisible. Pocas son las propuestas donde los credores se permiten reflexionar sobre un "no hacer", sobre esos estados de total inactividad que a veces sirven para relajarse y reflexionar sencillamente sobre el viejo tema del "no hacer nada". Algo de esta situación parece deslizarse en "Dolce far niente", última propuesta del grupo "Seisenpunto", estrenada ayer en el Teatro "Príncipe de Asturias" del Centro Cultural Parque de España.

La ya emblemática agrupación de teatro danza, creada por Cristina Prates y Ruth Paccotti en la década del 80, pareciera estar autorizada para permitirse un "descanso" y hacerlo público al mejor estilo que la identifica tanto en Rosario como en el resto del país.

La obra estrenada en junio de este año en la ciudad de Santa fe, en el marco de el "V Argentino de Danza" organizado por la Universidad Nacional del Litoral, marca un momento de recambio en el grupo con nuevas incorporaciones.

Quizás este trabajo le permita a sus protagonistas, hacer un balance interno después de tantos años de explorar sobre una disciplina que nunca termina de recrearse y fundamentarse a partir de nuevos paradigmas.

Lo paradójico es que para dar cuenta en la escena, de "ese dulce estado de no hacer nada"; los bailarines artistas tengan que recorrer un itinerario que los muestra activos y en un estado de permanente indagación del espacio y su relación con los cuerpos.

Munidos de colchonetas y almohadones estos personajes van a desparramarse por la geografía del descanso, tentando climas parecidos a los que podrían imaginarse algunos espectadores que recuerdan aquellos entrañables "piyamas party".

Es el juego de adultos niños que ponen afuera las tensiones y que invitan a danzar un baile sin relojes, sin agendas febriles, un remedo de patio de la infancia al caer la noche, sin intermitencias, con aroma a nostalgias por el tiempo perdido.

Por momentos el juego incluye algunas frases ingeniosas del filosófo romano Lucio Séneca, o del escritor estadounidense Mark Twain y hasta el mismísimo Oscar Wilde se mezcla dentro de un trabajo fragmentado y con ciertos desniveles.

Pero siempre está el humor, esa pizca de ironía y ternura que caracteriza a un estilo en el que la directora Cristina Prates ha abrevado a lo largo de su intensa carrera artística y que se funda en aquellos momentos donde compartía junto a Norberto Campos las andanzas del también emblemático Grupo Litoral.

Momentos como la apelación al artículo 14bis de la Constitución Argentina que Diego Ullua resignifica y propone ampliar para amparar no sólo el trabajo al que alude el mencionado articulo sino también al justo descanso y el placer.

El elenco integrado por los "históricos" María Rosa Mognaschi y Diego Ullúa se nutre de la presencia de nuevos integrantes como Yerutí García Arocena y Lorena Concari que aportan ingredientes renovadores conformando un sólido equipo de trabajo que se mueve con precisión de acuerdo a las coordenadas espaciales diseñadas por Prates.

La banda sonora a partir de fragmentos de Franz Schubert, Wolfgang Amadeus Mozart y el rosarino Claudio Bolzani,se constituye en protagonista excluyente de "Dolce far niente", dotando a la puesta de climas que ayudan a potenciar algunos fragmentos de baja resolución dramática.

En esa mixtura de materiales con las que la directora y el grupo construyen el espectáculo, se filtra un recuerdo familiar, un consejo que bien podría provenir del mismo Séneca pero que pertenece al padre de Cristina Prates: "La pereza por ser amiga empieza,después de ser amiga se hace tirana, causa luego gravísimos perjuicios y por último es vicio que roba el bienestar, mata la calma y te desgarra sin piedad el alma".