CULTURA / ESPECTáCULOS › BAFICI ROSARIO: ENTREVISTA CON MARIANO LLINáS Y ALEJO MOGUILLANSKY
Invitados a la muestra local del Bafici, los realizadores Llinás y Moguillansky, premiados y elogiados en los dos últimos Festivales de Buenos Aires, explican por qué es necesario darle la espalda a las formas tradicionales de producción.
› Por Leandro Arteaga
Con la bataola bienvenida de films y realizadores que nos ha regalado la 7ª Edición del Bafici Rosario, es mucha la actividad que se desencadena durante y a partir de las películas. Títulos desconocidos para el gusto comercial, maneras plurales de entender -y hacer cine, diálogos con realizadores, más el interés que despierta la imposibilidad de ver todo y la necesidad de comenzar a enmendarlo. En este sentido, habrá que saludar la tarea empecinada de Calanda Producciones por la organización de esta muestra.
Ayer tuvieron lugar las segundas proyecciones, digámoslo así, de dos películas. Por un lado la posibilidad renovada de ver -para quienes no lo hicieran el año pasado Historias extraordinarias, ganadora del Premio Especial del Jurado 2008; por el otro, Castro, galardonada como Mejor Película en la Selección Argentina. Sus realizadores, Mariano Llinás y Alejo Moguillansky, forman parte de El Pampero Cine -junto con Laura Citarella y Agustín Mendilaharzu y se desviven y se desbocan (expresión válida, me permito, para la verborragia de Llinás) por hacer cine y por hablarlo.
"Lo que pasó (con Castro) es divertido, nos tomó un poco por sorpresa", señala Moguillansky. "La película se filmó en una especie de tiempo récord. Se empezó a filmar en diciembre y en abril se estaba estrenando y ganó el Bafici. Para mí, y sospecho que para varios de los que estuvieron ahí, fue una especie de grito veraniego, muy raro, que todavía estamos digiriendo. La película es muy nueva en este sentido. Hace siete meses no se había empezado a filmar y tuvo una post producción súper rápida. Esa especie de carrera, de tour de force, definió mucho la forma de la película." Llinás agrega: "Fue una película muy fulminante, una especie de brote en nuestras vidas".
-¿Pueden precisar el criterio desde el cual filman sus proyectos?
Moguillansky: Desde el punto de vista de la producción, hacemos cine de una manera bastante radical; tratamos de tener una especie de libertad casi absoluta para no caer en ciertos modos que tiene la producción tradicional: esa especie de burocracia de ir sumando chapitas en la película hasta que la película ya directamente no es de nadie.
Llinás: Hay algo que, me parece, es una idea a admitir de una vez por todas: el cine como disciplina que necesita, como mínimo, un millón en la moneda que quieras, es inviable, insostenible. Si el cine necesita, para sobrevivir, esos modos de producción casi fabriles, el cine está muerto. Como nosotros seguimos creyendo en el cine como algo posible, como una cosa viva, necesitamos seguir probándonos que el cine puede existir más allá de esas gigantescas suposiciones. Necesitamos que sea una cosa inmediata.
-¿Esto lo decís desde la industria argentina o en general?
Llinás: En general. Ninguno de nosotros se puede imaginar lo que es una película americana, aún para lo que acá se llama industria esa especie de pequeña organización mafiosa que ya tiene tantos años . Nosotros sentimos que hay algo de la vitalidad y de cierta cuestión física en la ejecución de una película que, naturalmente, se tiene que hacer dándole la espalda a las formas tradicionales de producción.
-¿Esta manera de entender el cine se dio intuitivamente?
Moguillansky: Es intuitiva y al mismo tiempo no. Es intuitiva desde el punto de vista en donde uno se pregunta: "A ver, ¿tengo que seguir con todas las reglas que me propone el sistema de producción?". "No". Pero una vez parados ahí, me parece que durante los años que vinimos trabajando se ha desarrollado un sistema que ya no tiene que ver con la intuición sino con sus propias reglas.
Llinás: Y eso es un oficio. Hay un oficio y nos hemos dedicado a aprenderlo, y ese oficio no es el mismo que el de las grandes producciones. Para que nosotros hayamos podido hacer la película de Alejo (Castro) con cincuenta mil dólares, hace falta un dominio de la técnica enorme, mucho mayor que el que puede necesitar una película tradicional. Para que hayamos podido hacer Historias extraordinarias, con un presupuesto mucho menor y en mini DV sin que sea ello un estorbo para el espectador para que pudiese ver la película como una película cualquiera , hacen falta un trabajo y una dedicación y una investigación mucho más grandes que las cosas tal como están dadas en la industria. Entonces, es cierto que hay algo de intuición, pero también hay algo que tiene que ver con un trabajo muy fuerte. No es lanzarse a la aventura. Nosotros, más o menos, ya conocemos algunos caminos y algunas maneras de manejarnos por esos caminos.
Moguillansky: Es tratar de que el cine vuelva a ser un arte, y no esa especie de fantochada en la que se convierte en ciertos sistemas industriales. Me da la sensación de que no es la imagen del artista loco frente al cine, sino una acumulación de trabajo gigantesca y, aunque no me gusta la palabra, de especialización en el cine como artesanía, como oficio.
Llinás: Siento que cada una de las películas que hicimos tuvo una respuesta, al menos, interesante. En ese sentido, Castro todavía es un misterio. Queremos ver qué pasa, porque es una película muy diferente, sin precedentes. Pero, aún así, es una película que obtiene respuestas vitales, de mucho entusiasmo, no es una película que deje indiferente a nadie. Me parece que todas las películas en las que nos metimos son películas abiertas, disponibles y generosas con el público.
-Con sus películas, la crítica se ve también obligada a repensar su tarea, y creo que ello redunda en beneficio del espectador.
Llinás: Cada vez que hacíamos una película se decía "este objeto cinematográfico no identificado" una y otra vez. Me parece que muchas veces los críticos son tipos que buscan menos la verdad que la necesidad de llenar el espacio del diario. Sí, es verdad, no nos divierte hacer películas que sean iguales a películas hechas antes, en ese sentido por supuesto que todos queremos sacudir un poco a los espectadores y no ofrecer una especie de producto ya digerido, pero si lo único que puede decir un crítico es "este objeto no identificado", me parece que responde a cierta pereza crítica. Otras veces hay críticas que son inteligentes y que se dedican a ver lo que pasa en las películas, no simplemente a señalarlas como anomalías.
*Hoy podrán verse: a las 18 "Básicamente un pozo", Mejor Película en Competencia Baficito. A las 20 "Todos mienten", de Matías Piñeiro, Mención Especial del Jurado en Competencia Internacional; y a las 22 "Bonus Track", de Raúl Perrone. Todas las funciones en Sala Lavardén (Sarmiento y Mendoza).
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