CULTURA / ESPECTáCULOS › TODO EL TEATRO EN CóRDOBA
› Por Julio Cejas
Córdoba vuelve a ser protagonista del mapa teatral argentino, latinoamericano y del mundo con la Séptima Edición del Festival de Teatro Mercosur, que avanza hacia su octava jornada con una respuesta masiva del público. Una constante de este emblemático festival tiene que ver con la tradición y la formación de un público que se manifiesta críticamente frente a algunas dudosas propuestas. El público en las calles es siempre perturbador, mucho más que las pretenciosas gacetillas de prensa que se lanzan para promocionar las propuestas seleccionadas.
Pero el público dio su veredicto más allá de la siempre legitimadora opinión de los "entendidos". Así fue como el comienzo con la esperada presencia del espectáculo callejero Bocinas, que llegaba con el aval de la compositora porteña Carmen Baliero, navegó en un desorden que inquietó a los que intentaban conjeturar algo de lo poco que se podía ver.
La que se animó también a experimentar y nada menos que sobre uno de los clásicos más respetados de la dramaturgia universal, fue la Comedia Cordobesa que puso en escena una versión muy particular de El jardín de los cerezos de Chéjov, adaptada y dirigida por Luciano Delprato. Chéjov -que desde su ilustre pedestal debe estar acostumbrado a no menos ilustres propuestas soporíferas en su nombre-, respiró un poco aliviado ya que Delprato incursionó con un toque renovador que le dio dinamismo a su propuesta, a partir de una impactante puesta en escena y el hallazgo de tres músicos ambulantes que le ponen ritmo y enlazan una especie de aggiornamiento entre el mundo chéjoviano y la actualidad política argentina.
Pero si hay algo en lo que coincidieron unánimente el público y los críticos fue en dos propuestas que se ganaron la ovación. El cuerpo fragmentado y destrozado de la actriz Lucrecia Paco en Mujer asfalto del grupo Mutumbela Gogo de Mozambique, un cuerpo que danzó el horror de una prostituta que denuncia la violencia y el maltrato a partir del visceral texto del escritor mozambiqueño Alain Kamal Martial. Los cuerpos de los actores Giorgio Li Bassi y Francesco Guida bajo la dirección de la reconocida directora italiana Emma Dante, encarnaron y nunca esta palabra estuvo tan bien empleada, la tortuosa relación entre un padre y su hijo homosexual en la lacerante Mishelle di Sant`Oliva.
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