CULTURA / ESPECTáCULOS
El misionero presentará esta noche en el Anfiteatro su nuevo disco "Tarefero..." -cosechero artesanal de yerba mate-, ganador del premio Revelación en los "World Music Awards" de la BBC londinense.
› Por Fernanda González Cortiñas
"Como desde que salió el disco no tuve oportunidad de pasar por Rosario, una ciudad con la que hay mucho feeling, de algún modo lo que hago es aprovechar esta invitación que me hace la Secretaría de Cultura Municipal para presentar Tarefero de mis pagos", dice el Chango Spasiuk del otro lado de la línea. De fondo se escucha la voz de Lucía, su hija de ocho años. Pero el entrenamiento del músico, este misionero que aprendió a tocar el acordeón antes que a leer y escribir, le permite mantener una concentración perfecta y sostener una conversación "en canon". "Voy con un octeto acústico, afortunadamente el mismo con el grabé el disco. En principio pensamos tocar todo el disco. Después, si me piden algo más, seguramente lo haremos", continúa.
El disco en cuestión, el que junto a Sebastián Villalba (guitarra y voz), Juan Núñez (bandoneón), Marcos Núñez (guitarra), Víctor Renaudeau (violín), Juan Pablo Navarro (contrabajo), Chacho Ruiz Guiñazú (percusión y cajón peruano) y Marcos Villalba (cajón peruano), Spasiuk presentará esta noche, a partir de las 21.30 (en caso de mal tiempo se pasa para mañana a la misma hora) en el Anfiteatro Municipal "Humberto de Nito", tiene una curiosa génesis.
Grabado en Buenos Aires y mezclado en Inglaterra, con edición de Ben Mandelson (productor entre otros de Paul Simon y Youssou N'Dour) y ganador del premio Revelación en la última edición de los World Music Awards, que anualmente otorga la BBC, Tarefero de mis pagos --que lleva como subtítulo "Sonidos de la tierra colorada"--, es el primer trabajo del Chango después de casi un lustro de ostracismo musical. Y no por falta de inspiración.
--¿Cómo surgió la posibilidad de hacer este disco?
--La idea me venía dando vueltas en la cabeza desde hacía tiempo, pero las cosas simplemente no se daban. Entonces, hace unos años, cuando viajamos a tocar en el London Jazz Festival conocí a Ben Mandelson. El se encarga especialmente de producir world music. Desde que lo conocí enseguida hubo una química especial. Me pareció increíble que un tipo al que no conocía, que vivía tan lejos y que jamás había escuchado lo que yo hacía, captara enseguida la idea de lo que quería hacer.
--¿Y qué querías hacer?
--En principio grabar un disco completamente acústico. Y para esto, coincidimos, la idea del octeto cerraba perfecto. Así que en Tarefero... (nombre que responde a quien cosecha la yerba mate artesanalmente, a tijera, un oficio muy vinculado a la infancia del músico en su ciudad natal, Apóstoles) aparece un sonido diferente al de los otros discos: en vez de bajo electrónico hay contrabajo, en vez de batería hay percusión, y así. Además del violín, la guitarra y la voz, se sumó también una guitarra y un bandoneón más. Tarefero... está compuesto de trece temas, la mayoría de mi autoría, excepto la canción que le da nombre al disco, que es de Félix y Hectór Chávez y dos composiciones de Tránsito Cocomarola que son El boyero y Mi bien amada.
--¿Por qué se salió a la venta primero en Europa?
--Porque a fines del 2004 Sony--BMG reeditó tres de mis discos (La ponzoña, Polcas de mi tierra y Chamamé crudo), así que después de casi cuatro años de ostracismo --a partir del 2000 conseguir un disco en Buenos Aires era casi hacer arqueología-- tuve que salir a promocionar ese relanzamiento. En ese marco largar otro disco me pareció demasiado. Me pareció que para no quitarle mérito a eso, editarlo primero en Europa podía ser una experiencia interesante.
--Además de probar un mercado nuevo, la edición inglesa del disco te permitió, entre otras cosas, alzarte con el premio "Revelación" en los World Music Awards de la BBC. ¿Creés que esto tenía que ver con alguna suerte de boom del chamamé por aquéllos lares o simplemente con una crisis del género en la Argentina?
--No. Primero, que cuando en el 2000 la Argentina entró en crisis, yo ya venía arrastrándola desde los 90's. Cuando mucha gente del folklore tenía cada vez más espacio, a mí me pasaba lo contrario. De modo que yo ya venía buscando nuevos espacios de laburo mucho antes de la crisis. Por otro lado, cuando llegué a Europa, la gente del circuito de las "músicas del mundo" me demostró un real respeto e interés por lo que yo hacía. La cuestión de "el boom", la verdad no sé, no evalúo esas cosas. Como en todas las disciplinas, todo es bastante relativo. Por supuesto que el premio de la BBC me pone muy feliz, pero también me alegra el Konex, que se entrega cada diez años al mejor músico de la Argentina. De todos modos un premio, por más importante que sea, no te cambia la vida. Hay que seguir trabajando y no dormirse en los laureles.
--Hago esta pregunta porque hace muy poco Raúl Barboza contaba que su último disco fue editado en Europa y que acá todavía no ha encontrado gente interesada en hacer lo mismo, ¿te parece una casualidad o más bien un fenómeno de mercado, algo relacionado con el humor de las discográficas?
--Yo no podría decir que se trata de un fenómeno, a lo mejor tampoco es una casualidad. No me gusta irme a los extremos. Pienso que en este terreno uno usa y es usado, en el buen sentido del término. Hoy estoy pasando un buen momento con el sello, me están tratando bien. Quizá mañana vuelva a ser independiente. Uno nunca sabe. Por supuesto que a veces afuera te ofrecen espacios que aquí jamás aparecen, pero no por eso me voy a quejar. Porque en el fondo, lo que a uno lo hace feliz es sentarse y tocar. Y el mejor lugar para tocar, para mí es donde me quieren escuchar.
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