Diez años después de su formación, los alemanes Die Toten Hosen llegaron a Argentina por una invitación de sus colegas punk Los Violadores. Desde aquella primer visita en 1992, la influyente banda germana estableció un vínculo estrecho con el público argentino, al que le tributó su último disco: La hermandad (primero fue el ruido). Editado exclusivamente en Argentina, ese material incluye una versión del emblemático "Unos, dos, ultraviolento" de Los Violadores, que seguramente sonará este sábado, cuando Die Toten Hosen llegue al Galpón 11 de Sargento Cabral y el río para recorrer algunos de los temas clave de su rica discografía. El show, anunciado para las 21, tendrá como banda soporte a Carmina Burana.

Es una discografía generosa la de DTH, que sigue creando a partir de su análisis de los acontecimientos sociales. Así lo apunta Michael "Breiti" Breitkopf, guitarrista fundador del grupo, en su entrevista con Rosario/12: "Nos inspira todo lo que pasa alrededor nuestro, en nuestras vidas y la de nuestros amigos, en las noticias. Campino, que escribe todas las letras, habitualmente trata de expresarse a través de metáforas, para hacer que las canciones sean más interesantes".

-Considerando que DTH ha logrado una fuerte identidad musical, ¿queda espacio para la aparición de nuevas influencias?

-Por supuesto, porque somos fans de la música, tenemos nuestras bandas favoritas, nos gusta ir a recitales de otras bandas y escuchamos mucha música de diferentes estilos. No diría que estamos directamente influenciados por otras bandas, como sí pasaba cuando comenzamos y estábamos influenciados por The Clash, The Ramones, The Damned y algunas otras. Es como que todo aquello que absorbemos sale transformado cuando escribimos las canciones. Hace tres años nos tomamos un año libre para que todos tuvieran la posibilidad de hacer cosas por fuera de la banda. No fue tanto para analizar sino más bien para hacer cosas con otra gente y lograr nuevas influencias. Campino actuó en Dreigroschenoper de Bertold Brecht, dirigido por Klaus Maria Brandauer; Kuddel ayudó a producir a una banda joven y así conoció al productor con el que trabajamos en el último disco. Yo grabé muchas canciones con un amigo de Londres. Todo esto influyó directamente en nuestro trabajo. Y tuvimos tiempo de ocuparnos de nuestros asuntos privados, que también era importante.

-La hermandad ratifica la relación que establecieron con el público argentino desde que vinieron por primera vez en 1992. De hecho, en el disco incluyeron su versión de "Uno, dos, ultraviolento". ¿Hay otras bandas, además de Los Violadores, que hayan descubierto en la escena rockera argentina?

-Sabemos que Argentina es un país muy vivo en relación a la cantidad de bandas punk que aparecen todo el tiempo. Los Violadores son de hecho nuestros amigos más antiguos y cercanos entre las bandas de Argentina. Por supuesto que nos gusta Attaque 77, a quienes conocemos desde hace muchos años y hemos tocado con ellos. También Argies, que nos hicieron de soporte en 2002 en algunos recitales en Europa y son muy buenos amigos. Cada vez que puedo trato de encontrar un lugar donde esconderme en el escenario para poder ver a las bandas que abren los recitales.

-¿Qué significaba ser punk a principios de los 80 y cuál es su significado actual?

-A principios de los 80 en Alemania había una escena mucho más fuerte que la actual. Todavía hay bandas punk dando vueltas, y gente que toma al punk rock como una actitud de vida, pero ya no es tan fuerte e influyente. En aquellos tiempos era una aventura salir de gira, nunca sabías qué podía pasar. Había mucha violencia, los promotores de shows y los sellos independientes te estafaban, dormíamos en casas okupa, los autos se rompían todo el tiempo. No era fácil, pero al mismo tiempo fue grandioso, y nos dio mucha energía.

-El punk rock apareció a fines de los 70 como una reacción contra el establishment. ¿En la actualidad el punk cumple alguna función social?

-El punk ya no existe como un gran movimiento, por lo tanto no tiene el mismo poder que alguna vez tuvo. A lo mejor en Argentina o en otros países sudamericanos sigue siendo diferente, pero en Europa se trata más de bandas aisladas, pequeñas escenas y grupos de gente, que de un movimiento que pueda llamar la atención.

-Musicalmente, ¿el punk está perdiendo sus raíces?

-Todavía hay gente que tiene a los mismos ídolos que solíamos tener nosotros: The Ramones, 999, UK Subs. Es gente que todavía cree que la ideología del movimiento punk es importante, por lo tanto las raíces están allí. Pero, por supuesto, desde los setenta ha pasado mucha música, la gente mezcla los estilos, bandas como Faith No More o Rage Against the Machine le han dado algo nuevo al rock. Todo es posible. Una banda como Prodigy, por ejemplo, es una gran mezcla de música electrónica y punk rock. Tiene mucha energía.

Más allá del estilo musical, o incluso del arte en el que se desempeñe, ¿cuál debería ser el compromiso de un artista en este momento?

-No sé, creo que lo más importante es poner mucho esfuerzo en todo lo que hacés como banda, las canciones que escribís, los conciertos en los que tocás. De todo el resto, cada uno puede decidir por sí mismo. Quizás puede ser útil no correr de acá para allá como un boludo. Pero es algo de lo que todos deberían estar atentos, no solamente los que tocan en una banda. No sé lo que otros artistas están haciendo, sólo puedo hablar por nosotros. Desde nuestras raíces como banda punk era natural que siempre apoyáramos proyectos contra el racismo y el fascismo. Todavía hacemos éso. Además desde hace más o menos quince años trabajamos con una organización de derechos humanos de Alemania, Pro Asyl, y desde hace tres años con la organización Oxfam. Estas son tres cosas que apoyamos públicamente, lo hacemos desde hace mucho tiempo, entonces sabemos exactamente de lo que estamos hablando. Eso es lo que le da a nuestro compromiso cierta credibilidad.