Lunes, 23 de noviembre de 2009 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE. EL áRBOL DE LIMA, DE ERAN RIKLIS, SOBRE LOS EFECTOS DE LA POLíTICA EN LO COTIDIANO
A partir de la presencia de un limonero que alguien quiere voltear, el director israelí vuelve a plantear una reflexión profunda sobre las implicancias humanas del conflicto de Medio Oriente. También apuesta a la posibilidad de los cambios.
Por Emilio A. Bellon
La filmografía de Eran Riklis, como la de Amos Gitai, nos acercan a historias de fronteras. Tanto su film anterior La novia siria como el que hoy pasamos a comentar son historias que apuntan a movilizar una actitud reflexiva sobre los conflictos de Medio Oriente y lo hacen a partir de escenificar determinados hechos cotidianos, que se van abriendo a cuestiones de orden social y político que comprometen la convivencia de los pueblos.
De origen judío, el realizador Eran Riklis nos ofrece hoy con El árbol de lima, un título que por cierto se aleja de todo un planteo del film desde una caprichosa y poco feliz traducción, una nueva manera de plantear los tensionantes vínculos entre el mundo israelí y el mundo palestino. Desde su visión humanista y que trasciende ciertas cuestiones de territorialidad, Los limoneros (título elegido en otros países de habla hispana) nos lleva a desocultar no sólo modos de vida de dos culturas, marcadas por diferentes imperativos, sino un concepto compartido de transformación personal.
Eran Riklis es un director de origen israelí y en su acercamiento y comprensión hacia las controversias que padece la población civil, desde cuestiones de estado, volvió a convocar para este su último film Los limoneros (galardonada por el público en la edición de Berlín 2008) a la actriz palestina Hiam Abbas, a quien hemos visto primero en La novia siria del mismo realizador y posteriormente en Munich de Steven Spielberg (2004) y en Paradise Now de Hany Abu Assad un año después. Pero su rol más significativo en el campo de la coproducción lo logra en el film visto recientemente Visita inesperada de Thomas McCarthy, donde compone a la madre de un joven inmigrante que viaja súbitamente a Estados Unidos cuando toma conocimiento de que su hijo ha sido arrestado y que, por ello, por su condición de inmigrante clandestino, puede ser deportado.
Respecto de Los limoneros y Visita inesperada es la misma actriz quien señala: "En ambos films opera un cambio y en este sentido ninguno de los dos cierra de manera pesimista. Es así que veo la vida o por lo menos como deseo verla. Desde este punto de vista tanto el film de Eran como el de McCarthy se pueden considerar como uno espejo del otro: en ambos el tema es la elección que lleva a un ser humano a plantearse un giro, una modificación, aún en un sistema que lo desborda".
¿Por qué no El árbol de lima y en cambio adoptar ese otro título con el que se presentó en tantos otros países? Porque, tal vez, desde lo plural podemos pensar en cómo funciona en la vida de una pequeña familia ese huerto heredado por vía familiar que es todo un motivo de vida y al mismo tiempo una fuente básica de sustento y de entrega. De un lado y del otro de la línea divisoria, allí donde una frondosa arboleda se manifiesta en su don natural, comenzará a abrirse un espacio de tensión que se vuelve amenaza y atropello, que intentan jaquear toda una actitud de vida.
Film metafórico sobre las impuestas fronteras que atentan contra la dignidad humana, en nombre de la seguridad del estado, Los limoneros nos lleva al modus vivendi de una tradicional familia que, de pronto, comienza a ser perseguida por una aplastante burocracia y por órdenes de un mandato militar, a los fines de que ese espacio propio, el de la huerta, sea derribado, a cambio de un pago por indemnización.
De este lado de la línea demarcatoria, Salma, una mujer viuda, fiel a los recuerdos de su marido, con sus hijos lejanos radicados en otros lugares, con la compañía de un viejo ayudante, pasa sus días entregada silenciosamente a su labor. Todo transcurre en ese ritmo pausado, en el que hay ausencia, hay lejanía. Todo transcurre con cierta calma, hasta que un día ve que llegan allí, enfrente, detrás de esa marca fronteriza, los nuevos vecinos. Ahora, frente a ella, en ese otro ámbito, se ubica junto a sus secretarios y guardaespaldas, el Ministro de Defensa israelí junto a su esposa, quien a lo largo del film experimentará, ella también, un cambio de comportamiento.
Entre una zona y la otra, entre una propiedad y la de enfrente, media un alambrado, que remite a tantos otros de la memoria histórica. En el espacio de la arboleda de limones ya se instala un destacamento de control y vigilancia. Tendrá Salma el acceso prohibido. Pero ella decide apelar. Y aquí es cuando entra en juego un joven abogado con quien Salma redescubrirá aquello que en parte ya olvidó por ciertos mandatos. Durante el transcurrir del film, ambas mujeres, desde sus propias miradas recíprocas, abrirán nuevos interrogantes sobre la situación particular, emocional, de cada una.
En su apelación, Salma junto al joven abogado Ziad comenzarán a transitar otro tipo de vínculos y entre ellos tendrá lugar un cálido acercamiento. Entre el mundo oficial de la vereda de enfrente y el de ella se irán planteando cuestiones de clases sociales que entran en un constante choque por sus modos de ver.
Entre el drama y la ironía el film de Eran Riklis explora el universo femenino desde diferentes miradas que llevan a recorrer otro territorio, el íntimo. Desde el absurdo gubernamental, enfrentando a un viejo orden, Los limoneros o El árbol de lima, recorre comportamientos absurdos de voces oficialistas y al mismo tiempo nos permite escuchar el pesar, el dolor, de voces silenciadas.
El árbol de Lima. CALIFICACION: 8 (ocho).
(Etz limón).
Israel Alemania Francia, 2008.
Dirección: Eran Riklis
Guión: Suha Arraf y Eran Riklis.
Fotografía: Rainer Klausmann
Música: Habib Sehadeh Hanna
Intérpretes: Hiam Abbas, Ali Suliman, Rona Lipaz Michael, Doron Tavory.
Duración: 106 minutos.
Salas de estreno: Del Siglo, Monumental, Showcase y Sunstar.
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