CULTURA / ESPECTáCULOS › CONEXIONES, MUESTRA DE LA OBRA GRáFICA DE PEDRO SINOPOLI EN EL CEC
La exposición de los trabajos de este año estará abierta hasta el próximo 29.Incluye estampas digitales y serigrafías, una técnica en la que es pionero en la ciudad. Con excelentes resultados, se dedica a las imágenes "más simples".
› Por Beatriz Vignoli
Hasta el 29 de este mes, en el Centro de Expresiones Contemporáneas (bajada Sargento Cabral y el río Paraná; acceso temporario en auto por la Estación Fluvial) expone Pedro Sinopoli una muestra de obra gráfica reciente cuya calidad justifica y recompensa el esfuerzo por sortear los obstáculos de la otra obra, la de las grúas y excavadoras. La incomodidad tiene su sentido, que tal vez radique en la posibilidad de nombrarse como "expresiones contemporáneas" y seguir "incomodando" respecto de lo tradicional. La muestra, que presenta obras realizadas en lo que va del año, se titula Conexiones e incluye estampas digitales y serigráficas; técnica esta última (la serigrafía) de la que Pedro Sinopoli (Rosario, 1940) es un pionero en la ciudad.
"Es difícil imaginar el asombro de Pedro Sinopoli cuando a mediados de los años 60 se encontró con la serigrafía", escribe en el texto de catálogo su colega Mauro Machado, quien tuvo a su cargo la selección de las obras. "Tal vez, la atractiva visualidad de la serigrafía, la corporeidad de sus tintas con contrastes de vivos colores combinados con sutiles variaciones de brillos y transparencias, la simpleza y versatilidad de sus principios técnicos hicieron de ella una herramienta predilecta para dar forma a las expresiones juveniles de la época, tan variadas y diversas como la de los artistas del Pop o como la de los afiches de los estudiantes del Mayo francés".
El colorido al que se refiere Machado resplandece también en la pintura de Sinopoli, cuyas formas vegetales flamígeras evocan al fauvismo. El fauvismo fue una escuela pictórica post impresionista de comienzos del siglo pasado que fue llamada así por su intensidad cromática (fauves quiere decir "fieras" en francés) y tanto el post impresionismo en general como los motivos tomados de la naturaleza cercana e íntima tienen una gran tradición en Rosario, con maestros como Manuel Musto o Gustavo Cochet. El color es tan vital para Sinopoli que en los años de la dictadura de 1976 a 1983 sus litografías empalidecieron, llenándose de grises y ocres melancólicos, como pudo verse hace siete años en su retrospectiva de obra gráfica del Centro Cultural Parque de España de Rosario y en el Museo Provincial de Bellas Artes Rosa Galisteo de Rodríguez de Santa Fe. A excepción del período mencionado más arriba, Sinopoli, lo mismo que sus predecesores Musto y Cochet, trabajó siempre un poco a contrapelo de un gusto cromático local que, según pronosticaba Herminio Blotta en un artículo de 1925, tardaría mucho en librarse de los marrones de la pintura española. Para Sinopoli el color resurgió con fuerza, como una savia viva, de la mano de sus experiencias de fotomontaje gráfico de los años 90.
Ahora el color revive con más fulgor aún gracias a que el artista tuvo la muy buena idea de usar una cámara fotográfica, digital. De esta manera, a través de planos cercanos de flores, briznas y otros elementos, obtiene en primer lugar una "conexión" muy precisa con ese mundo vegetal del ámbito íntimo: el mundo del jardín, que tantos libros ha dado a la poesía, y cuyo cuidado le aporta a Sinopoli las imágenes de su obra.
"Empecé con estas obras en febrero de este año, hasta hace un mes y medio", relata a Rosario/12 el artista. Ante la pregunta por la procedencia de las imágenes, responde simplemente: "Del jardín. Son imágenes de las cosas más simples: florece algo, una flor, y a la toma ya la hago intervenida con filtro de color y a veces con doble filtro, por eso quedan con ese flou. Tomo fotos de ramas secas, o de enredaderas como la ampelosis, que deja la huella del ramaje en el muro. O una pila de tejas donde se ve la cumbrera, es decir el ángulo, lo que da formas geométricas. Cosas muy inmediatas", resume. "Una visión micro/macro de lo que yo he capturado como imagen".
Esas imágenes terminan convertidas en estampas litográficas o serigráficas gracias a la maestría de su oficio de artista gráfico. Las formas de la flor, el tallo o la hoja ya no obedecen al capricho de un gesto del artista, sino que ingresan a la obra con la elegancia natural que les es propia, resultado de millones de años de evolución. Esta dimensión temporal, que hasta da vértigo, está presente de manera consciente en su serie titulada "Ambar", donde la imagen de la forma vegetal se encuentra contenida en una forma geométrica pura (el círculo) y se reitera a modo de motivo decorativo. Hay un racionalismo en la composición, y ésta produce además un efecto de distanciamiento "científico" respecto del motivo vegetal: juego que remite (explícitamente incluso en otras de las series) a las taxonomías y los herbarios.
Pero es preciso destacar que estas imágenes de lo natural no son naturalistas. Mediante la manipulación fotográfica y digital, Sinopoli logra que las imágenes adquieran una síntesis similar a la que obtenían los artistas del siglo pasado por medios manuales. Partiendo de la imagen fotográfica, el artista explora varias direcciones posibles. Las más misteriosas de estas estampas son paradójicamente aquellas donde los contornos de la imagen fotográfica permanecen más fieles a su origen en la naturaleza, ya que hay pocos rasgos en ellas de algún estilo artístico reconocible de donde el conocedor pueda aferrarse, y los rasgos naturales han sido procesados casi hasta lo abstracto. Un gran eclecticismo se despliega en toda la exposición, donde se mantiene no obstante la coherencia de una misma búsqueda. Sinopoli usa la naturaleza para, como dice el mismo artista, "expresar lo más recóndito de su propia naturaleza", en algo que podría sin rubor denominarse la búsqueda de la belleza, y que quizás al aunarse con un saber técnico de punta logre mantener su vigencia ante el gusto de los autodenominados especialistas en estos tiempos escépticos.
Pedro Sinopoli fue director del Museo Municipal de Arte Decorativo Firma y Odilo Estévez, donde su labor como gestor cultural dio gran impulso a la difusión del grabado y las artes gráficas en general. Vale la pena hojear sus textos de catálogo de entonces, que revelan a un escritor sin obra literaria a la vista, pero que sin embargo hoy "escribe" mediante la minuciosidad de su obra gráfica. Ahora parece estar concentrado a pleno en su obra gráfica, dedicación que es un ejemplo de arte y de vida. El que un autor de su extensa trayectoria se permita seguir investigando las posibilidades de su medio de manera tan interminable y apasionada, tan fresca y vigente, expresa una vitalidad que es la medida de los grandes maestros del arte. Y los excelentes resultados están a la vista.
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