El tiempo del cineasta, al menos por hoy, quedará a un lado. Después de que se realizara una breve retrospectiva con algunas de sus obras emblemáticas, de que anoche se llevara a cabo el estreno nacional de su documental sobre Diego Maradona en el Teatro La Comedia y de que fuera distinguido como Visitante ilustre, Emir Kusturica asumirá su rol de guitarrista de la explosiva No Smoking Orchestra, la agrupación nacida hace casi treinta años en la por entonces Yugoslavia, y a la que (ya prestigioso) el cineasta le terminaría prestando su nombre para lanzarla a la fama internacional.

Porque, hay que decirlo, Kusturica no es precisamente un guitarrista virtuoso, sino más bien un trabajador del ritmo dentro de un grupo que hace de cada show una celebración rítmica y estilística. Con su figura como faro de convocatoria, la banda se sostiene en el cantante y compositor Dr. Nele Karajilic, responsable de reorganizar el grupo luego de su ruptura durante la guerra en la ex Yugoslavia. En esa transición, Kusturica regresó a la banda en su nuevo rol de guitarrista (luego de haber formado parte como bajista algún tiempo antes) a partir de su decisión de que el grupo musicalizara su nueva obra: Gato negro, gato blanco. El siguiente disco, Unza Unza time, terminaría por lanzar internacionalmente a un proyecto que hoy tiene además a Stribor Kusturica en batería, Glava Markovsky en bajo, Drazen Jankovic en teclados y al genial Dejan Sparavalo en violín.