CULTURA / ESPECTáCULOS › TRES RELATOS Y UN INFORTUNIO, UN LIBRO DE LOURDES VáZQUEZ
El título forma parte de la colección Semillas de Eva. La autora es una puertorriqueña que vive en Nueva York.
› Por Beatriz Vignoli
El libro se llama Tres relatos y un infortunio. Tiene apenas 45 páginas y lo publicó a fines de 2009 el clásico sello rosarino Editorial Fundación Ross. La autora se llama Lourdes Vázquez, es puertorriqueña y al parecer no quiere que nadie sepa su edad. La cronista de Rosario/12 tiene que reseñar urgente el libro, lo busca, no lo encuentra: lo ha perdido leyéndolo por ahí. Llama a la editorial, pide otro ejemplar, se lo dan, sale a buscarlo, deja los tomates perita para el tuco casero hirviéndose en el fuego. Sí se ha acordado de cerrar bien las ventanas. Piensa en sus gatos. Piensa en Clarice Lispector y su diestra asada. Vuelve a tiempo para salvar a los animalitos y cita, de memoria, porque no tiene a mano el libro (ni ya ni todavía) el comienzo de uno de los cuentos del mismo, "Accidentes": "La gente es propensa a toda clase de accidentes".
Una frase aparentemente banal pero que abre el juego a un cuento que es como una especie de balada, que tiene el ritornelo de las baladas country o de las baladas medievales y también su fatalismo agridulce: un alegre juego macabro, un relato sesgado que (a través de una conversación, recurso usado por Emily Brönte) anuda breves biografías delirantes tomadas por el final, o por el punto donde se encontraron con el desastre. Le hace acordar a aquellas canciones que son galerías de personajes, como "Walk on the wild side": el mismo tono ligero. Casi puede oír ese estribillo, ese silbido. "Había una vez" es lo que tiene que encontrar un lector en la primera página de un libro, está diciendo la cronista en la mesa del café de la librería, agarrando firme el libro recuperado y puesto dentro de una coqueta bolsa de papel para que no se vuelva a perder y frente a ella está sentada nada menos que Gloria Lenardón, la directora de la colección "Semillas de Eva", y la entrevista exclusiva que se le escurrió entre los dedos la semana pasada le cae ahora entre las manos como a Newton en la cabeza su manzana: "Es como empiezan siempre los cuentos, aunque digan otra cosa; aunque lo digan de otra forma, dicen siempre eso", asegura con una sonrisa Lenardón, que es escritora, es rosarina y ha escrito una novela acerca de Eva, pero la otra Eva: la del mito moderno, no la del antiguo.
Junto a ella se halla Marta Ortiz, poeta, urdiendo antologías y vaya uno a saber qué más. Sentada al lado de la cronista está Silvina Ross, la directora de la editorial, quien anticipa una primicia: el próximo libro de la colección va a contener relatos de las Madres de Plaza de Mayo y va a tener tapas blancas.
Las de éste son anaranjadas y declaran en una solapa que "Semillas de Eva" es una colección integrada solamente por narradoras. Y en la otra cuentan que Lourdes Vázquez es de Puerto Rico. Que entre sus libros se encuentran Sin ti no soy yo (Puertos, 2005); Bestiary: Selected Poems 1986 1997 (Bilingual Review Press, 2004); Obituario (Babab, 2004); Desnudo con Huesos = Nude with Bones (La Candelaria, 2003); Park Slope (Duration Press, 2003) y Hablar sobre Julia (2002). Que ha recibido los premios Juan Rulfo de cuento (Francia) 2002, en la categoría Literate World y que su libro Bestiary/Bestiario fue finalista del premio Foreword Mejor Libro del Año (EEUU). Que ha colaborado en la elaboración de libros de artistas y videos. Pero no avisan (porque para eso hay que leer el libro, y perderlo, y conseguir otro, y hacer de ello una adicción hasta agotar edición) que Lourdes Vázquez vive en Nueva York y sabe exactamente qué es el mundo: un sistema inestable y perfectamente alejado del equilibrio.
En suma, un despelote total. Aunque enseña cómo relatar el lado oscuro del azar, aunque logra tomárselo con calma y líneas de fuga de británico humor estoico caribeño, su propia versión personal de la teoría del caos se queda con la mitad más fea: aquella donde lo que puede salir mal sale mal y lo que no, también. O está por salir mal en cualquier momento. Y ni hablar de si uno tiene las neuronas ya bastante limadas, como la madre terrible con una literal vida de mierda del primer cuento. O el pobre viejo del entrañable y a la vez despiadado "Memoria de Guille", perfumado con Old Spice y listo para su visita médica: "Vestido de inglés en expedición geográfica, vestido como un reparador de sillas eléctricas, o como un cowboy en el día de su boda. Vestido Guille con gafas de Versace, prostituta asiática de luto, oso buscando comida en el hielo, cargamento de plutonio en la inmensidad del Caribe. Disfrazado mi Guille".
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