CULTURA / ESPECTáCULOS › GABRIEL ROLóN VUELVE A ROSARIO CON ENTREVISTA ABIERTA
El psicoanalista, músico y escritor estará mañana y el domingo en la sala Lavardén, donde volverá a plantear un diálogo sobre el amor y la muerte desde el psicoanálisis. Su primera novela estará en la calle antes de fin de año.
› Por Sonia Tessa
Gabriel Rolón vuelve este fin de semana a Rosario, en una nueva oportunidad de disfrutar del placer de escucharlo, en Entrevista Abierta, prometida como "un diálogo íntimo con el público", que se realizará mañana, a las 21.30 y el domingo, a las 20.30, en la sala Lavardén. Algunos conocen a este psicoanalista, músico y escritor por su participación en el programa de radio de Alejandro Dolina, otros por su paso por la televisión y tantos otros tantos por sus dos libros, Historias de diván y Palabras cruzadas. Antes de llegar a la ciudad, Rolón adelantó que antes de fin de año estará en la calle su tercer libro, que será una novela.
¿En qué consistirá Entrevista Abierta?
Siempre mis presentaciones tienen que ver con ese contacto directo con la gente. Encontré que me gusta mucho eso de hablar, intercambiar, cuestionarnos cosas juntos o recorrer caminos por los que ni pensaba hablar al comenzar. Por eso he admitido que nunca sé hacia dónde me llevará la noche y el interés de la gente. Lo de Entrevista alude a la posibilidad de que cualquier persona del público me interrogue sobre temas que le interesen. Obviamente no es una entrevista en el tono periodístico clásico, ya que ustedes, los profesionales de la entrevista, a veces aluden a cuestiones personales, y en este caso en Rosario, no creo que a nadie le interesen cosas de mi vida habiendo tantos temas importantes en los que vale la pena detenerse a pensar.
¿Cuál es la participación del público en estas charlas?
La participación del público es fundamental. Ya se trate de una participación muy activa, como ocurre en algunos sitios, en los que la gente pregunta y cuestiona todo el tiempo dándole a la charla un ritmo cuasi vertiginoso, o sea una participación receptiva y atenta, lo que me marca a mí si la exposición va siendo de su interés o no.
¿Qué respuesta encontrás en estas charlas?
Lo que encuentro más que respuestas son muchas preguntas. Cada quien lo hace desde su lugar, su vivencia, su lenguaje particular y me he encontrado con muchas sorpresas, con maneras particulares de pensar y sufrir ciertos temas. A veces también me sorprendo dando una respuesta que no se me había ocurrido antes. Pero esas cosas las genera la presencia tan fuerte del público.
¿Estás preparando un nuevo libro?
Sí. En teoría sale para noviembre o diciembre. Pero en este caso será una novela, una ficción. Necesitaba, como autor, descansar de la presión de estar siempre recorriendo historias reales de pacientes, que es una manera de recorrer mi propia historia, y encarar un nuevo desafío como lo es la novela. Si no iba a transformarme en el autor que cuenta casos, y a mí la literatura es un terreno que me moviliza y me interesaría mucho poder crecer en él. Para eso, como en todo aprendizaje, hay que ir venciendo dificultades de orden creciente e intentando que cada libro sea aún mejor que el anterior. Muchos lo han logrado. Espero no hacerlo mal.
Dado que no proponés reuniones de autoayuda ¿cuál es el núcleo de tu convocatoria?
El pensamiento. Simplemente somos un grupo de gente que decidimos juntarnos durante aproximadamente una hora y media para pensar de temas tales como el amor, los celos, las pérdidas o el miedo, entre muchos otros. Y eso ya es lindo. Saber que, pudiendo ver el resumen del mundial, muchos deciden tomarse ese tiempo para hablar de estas cosas, no deja de ser un mimo para mi alma.
Hace poco tiempo, en su paso por Rosario, el filósofo Mario Bunge negó el carácter científico del psicoanálisis, y consideró a los psicoanalistas como "charlatanes". ¿Qué respondés a eso?
Bunge dijo también que para cuidar la salud psíquica de la gente habría que cerrar las facultades de psicología. Eso es una chicana, no es un pensamiento digno de un pensador como él. Y yo a las chicanas no respondo. Me encanta el debate cuando la propuesta es inteligente. En este caso, Bunge, que es un hombre de una gran inteligencia, eligió un discurso sobre el que no vale la pena, al menos para mí, ni siquiera detenerse a pensar. De modo que no entro en esa polémica. Uno elige sus rivales, porque tiene el tamaño de sus rivales. A veces los rivales son personas y a veces son ideas. En lo personal, yo no estoy ni cerca de la estatura intelectual de Bunge, pero en este caso puntual, en lo que hace a su idea, creo que ha degradado el pensamiento para convertirlo solamente en una opinión fácil y marketinera, y entonces se me da un dilema extraño: una persona que es un rival demasiado grande para mí, propone a la discusión una idea que es demasiado pequeña. En un caso por mucho y en otro por poco, no me siento a debatir en ese tema.
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