Mar 20.07.2010
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › EL ARTISTA COCO BEDOYA DIO UN TALLER DE SERIGRAFíA EN EL OBRADOR

Arte hecho con colores de identidad

La propuesta se desarrolló en el activo Centro Cultural del oeste. Su impulsor apunta al poder transformador del arte.

› Por Beatriz Vignoli

"A este Centro Cultural le hace falta un taller de serigrafía", comentó el artista gráfico peruano Fernando Coco Bedoya en su visita al Centro Cultural El Obrador, cuando bajó del barco en el que iba como parte de la expedición Paraná Raangá, organizada por el Centro Cultural Parque de España. "Lo escuché y lo coordiné con el CCPE", cuenta Virginia Russo, quien trabaja en dicha institución e hizo de puente con el muy activo centro cultural que desde hace dos años y medio funciona en la zona sudoeste, en pleno barrio toba, en la esquina de Espinillo y Maradona (Espinillo entre Maradona y Garibaldi, Rouillon al 4300). Y se plasmó aquella expresión de deseo.

Con gran entusiasmo, y convencido de que "el arte constituye al sujeto, genera un cambio y hace tomar conciencia de las propias capacidades", Coco Bedoya vino a Rosario desde Buenos Aires (donde vive con la pintora Marcia Schvartz), y dedicó todas las mañanas, desde el lunes hasta el viernes de la semana pasada, a enseñar la técnica de la estampación serigráfica a unos 15 participantes que se volcaron a la actividad con intensa concentración y espíritu cooperativo. Lo esperaba un taller de serigrafía ya montado, que fue adquirido por el CCPE, donado por éste a El Obrador y puesto en marcha con el trabajo conjunto de producción de ambos centros, que no podrían ser más distintos pero que trabajan juntos para que "el barco siga navegando", como dijo el director del CCPE, Martín Prieto, en una tallarinada de despedida y celebración; sacos de segunda mano colgados de un gran perchero formaban como una barricada que le hacía de fondo. Marcela Valdeta, la directora del CCO (antropóloga con estudios en Bellas Artes y una extensa trayectoria en Derechos Humanos) fue una presencia constante dentro de un equipo de talleristas de gran calidez humana tales como Marta Moex, de la Secretaría de Cultura y una de las encargadas del roperito del Obrador, quien piensa emplear el estampado serigráfico para la ropa que se recicla allí.

"Yo sólo voy a enseñarles grabado", es lo que siempre dice Bedoya en cada uno de sus talleres, como el que dio en la Cárcel de Mujeres de Ezeiza, Unidad 3 (donde fueron ellas quienes descubrieron la conexión entre las Ramonas de Berni y el taller de tarjetería española que se dictaba, pero como castigo, en otra sala del mismo pabellón). En el Centro Cultural El Obrador, son los vecinos tobas quienes aportan los saberes transmitidos de su propia cultura, como ya sucede en el taller de escultura en arcilla donde las docentes son Valentina (formada en la Universidad Nacional de Rosario, integrante del grupo Arte por Libertad) y Florinda, artesana de la comunidad. Cuenta Valentina que ella aporta elementos criollos, como la técnica aditiva, y que Florinda les enseña a los chicos del barrio las técnicas tobas, que se vinculan con la cosmovisión de este pueblo y donde cada animal representado surge de una bola de arcilla a la que se va dando forma, o el color negro sale de quemar unas hojas de una especie determinada de arbusto. Valentina aprendió serigrafía para poder estampar en serie, a varios colores, los dioramas de escenarios con distintos paisajes donde los chicos pueden jugar con los animales de arcilla; el juego ya tiene demanda en jugueterías de Rosario y la estampa es clave para la futura producción. (En el taller de escultura en arcilla también hacen un ajedrez toba, donde las torres son chozas, los peones son tortuguitas y el tigre es rey).

A la cronista no le alcanzan los ojos y las manos para ver y tomar nota. Anota lo que está diciendo Coco: "Las estamperías son mesas. En la mesa de estampería hay un riel". "Usted tiene letra de médico. ¡No se entiende nada!", comenta, mirando por sobre el hombro de la cronista, Alberto Elías, más conocido como Máiquel en honor a Michael Jackson, porque él da el taller de hip hop y grafiti. La cronista pregunta y Máiquel brinda una clase magistral de historia del hip hop, desde la vieja escuela hasta hoy: cada estilo tiene sus gestos propios, todo el lenguaje es signo en lo real en el hip hop. La serigrafía les va a servir a los chicos para crear una marca de identidad, cuenta Máiquel, impulsor de este sorprendente mestizaje entre culturas: toba y afroamericana.

Es el quinto día del taller y hay un sol radiante, oportuno amigo solidario del método fotográfico de revelado al sol con una caja negra de cartón, en el que todos participan: unos cubren, otro manguerea, otro esponjea y ahí está el ojo que es el logo de este centro. Mientras tanto, juega al sol la hija de Sandra, peluquera, quien vino con su niña todos los días. Da gorjeítos de alegría cuando Virginia le saca fotos a la beba de Adriana, quien participa en este taller y en el Roperito. Cuando ya se siente el rico aroma de la salsa bolognesa de los tallarines, los demora a todos el video del primer día, en el que se presentan. "Soy ayudante de soldador", dice con orgullo de su oficio Miguel Angel, que es encargado de mantenimiento, hace el taller de herrería y está muy atento a los marcos de metal de los bastidores. "Soy docente", declara con modestia Ester, artista plástica. "Yo empecé; después se fueron agregando", evoca Marta, una pionera. Esther es profesora de artes plásticas; Sabrina está embarazada de 6 meses. "Vengo a todos los talleres que hacen acá", dice una chica cuyo nombre no llega a oírse.

En El Obrador se dan también talleres de cumbia cruzada, folclore, carpintería, pintura en madera, acrobacia, cine y muchos más; ahora queda armado el de serigrafía. "Esta técnica tiene un desarrollo ligado a los derechos, directamente ligado a lo social", explica Bedoya. "El trabajo serigráfico es colectivo. Siempre hacen falta tres como mínimo". En una foto de Virginia veo a Máiquel, Sabrina y Gabriela: uno ubica el papel, otro estampa, otro saca y otro cuelga la estampa en la soga para que se seque. Es precisamente lo que estuvieron haciendo hoy. "Es una herramienta múltiple, una técnica muy versátil que funciona allí donde tenga un uso propio, independiente", redondea el tallerista. "Les enseñé todo: emulsionado, tensado, impresión a tres colores..." Trajo carpetas con ejemplos de cartelería y de arte. "Blanco y negro, el primer día; al segundo día llegó el color", resume Virginia. Y es de esperar que más colores sigan llegando.

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