CULTURA / ESPECTáCULOS › ADRIAN IAIES Y ROXANA AMED PRESENTAN CINEMATECA FINLANDESA EN LA SALA LAVARDéN
Desde Cuchi Leguizamón hasta Thelonious Monk, el disco recorre un amplio abanico de géneros y autores. El, pianista de jazz; ella, una cantante con afinidad al género, apuntaron a despojar y a la vez conservar el color local de las música.
› Por Edgardo Pérez Castillo
Aunque sus visitas a la ciudad son frecuentes, más de dos décadas transcurrieron desde la última actuación de Adrián Iaies en la Sala Lavardén. Allá por los 80, el pianista solía acompañar a los rosarinos radicados en Buenos Aires, y en ese rol se despidió del teatro de Sarmiento y Mendoza, secundado entonces a Juan Carlos Baglietto. Luego llegarían numerosas actuaciones en el Centro Cultural Parque de España, en las que el músico desplegó su notable talento como compositor e intérprete de jazz. Esta noche, entonces, habrá cierto carácter de reencuentro para Iaies, que a las 21.30 volverá a la Lavardén para presentar Cinemateca finlandesa, el interesantísimo disco que registró junto a la cantante Roxana Amed.
Publicado por Acqua Records y 20Misas (el sello de Iaies), el material reúne un espectro amplio de canciones. "La arenosa", "Zamba del laurel" y "Balderrama" de Leguizamón y Castilla, "Cuando tú no estás" de Gardel y Le Pera, "Pannonica (little Butterfly)" de Thelonious Monk, "Rasguña las piedras" y "Viernes 3Am" de Charly García son algunas de las piezas que conforman un disco que, primero, tuvo su origen en los shows en vivo que la dupla ofreció en Café Vinilo. Mezclándose entre ellas aparecen las "Fotos de Helsinki" que Iaies creó con el objetivo de "integrar naturalmente" a las obras, según apuntó el pianista en su diálogo con este medio: "Esos temas fueron lo único que apareció especialmente, como una necesidad del disco, porque a un disco hay que darle identidad, cierta cosa de homogeneidad".
-En un disco como éste, en donde el repertorio es diverso en cuanto a autores y géneros, la homogeneidad está dada, lógicamente, por la intimidad, por la sonoridad y el encuentro entre ustedes como intérpretes. Pero, además, por la mirada y el abordaje que hacen de ese repertorio.
-Para mí hay un tema recurrente, y tiene que ver con que un disco tiene que ser homogéneo. No es un criterio absoluto ni creo tener la verdad, pero me gustan los discos que son homogéneos, que hablan de una sola cosa. No me gustan los discos demasiado variados, con muchas formaciones diferentes. Y ese objetivo se puede lograr a través del repertorio, tocando todos tangos, todas zambas o todas músicas pertenecientes a un autor. O podés buscar la homogeneidad a partir del sonido. Y también, como vos decís, por el abordaje. El punto en común es que ni Roxana ni yo somos músicos que venimos del folclore o del tango. Yo soy claramente un pianista de jazz. Y también Roxana, aun cuando sus discos no son estrictamente jazzísticos. Entonces me parece que el abordaje viene por ese lado, por lo jazzístico. Y, por otro lado, hay algo que siempre me ha pasado con la música del Cuchi Leguizamón y la de Monk, que son los dos autores que más aparecen en el disco, y es que las encuentro muy parecidas. Siempre los encontré muy análogos. Entonces la verdad encuentro que ahí hay también un punto que empareja. Lo otro es Gardel, donde la idea fue tocar un tango de ésos que perfectamente podrían ser grandes baladas del repertorio jazzístico. De hecho no es ingenua, ni es inocente, que en la introducción del tema yo haya utilizado el puente de "I got it bad" de Ellington. Y trato, al menos desde el modo de acompañar a Roxana, de que todo el tema funcione como si de pronto estuviésemos tocando un tema de Cole Porter, de Gershwin. Y Roxana se ocupa de no caer nunca en ningún giro tanguero. La idea del disco es ésa, quitar todos los giros que hagan alusión a la tierra de origen de esta música. De ahí el título: mudar toda esta música, como si hubiese sido escrita en Finlandia, un lugar que funciona como una especie de no-lugar, donde uno nunca estuvo, del que difícilmente tengas referencias, difícilmente conozcas a alguien que haya estado. Y después está García... En lo personal me siento más cómodo con la música de García que con la mayoría del resto de las músicas, es como la música que naturalmente toco.
- En esa decisión de despojarse de giros propios de las músicas y sus regiones, en ningún momento se pierde el rasgo de las canciones. Entonces si bien son respetuosos, también imponen fuertemente su mirada.
- Más allá de que hayamos querido despojar esta música de ese olor a tierra, y que aún así la conserve de algún modo, creo que en principio es mérito de las músicas. Insisto en que hay canciones que tienen su Adn, en el que hay algo tan fuerte de identidad que no hace falta que marques nada. Sale a la luz esa cosa primaria que esa música tiene. Pero por otro lado, lo que me parece interesante, es que esto es como un doble juego. Si vos tocás "La arenosa", que es una zamba, y en vez de hacerla en 6/8 la tocás en 4/4, casi como si fuese un blues, y aún así conserva un aire lejano, hay como una memoria de esa zamba, éso quiere decir dos cosas: en principio, que en el ADN de "La arenosa" hay un color de la tierra que no se puede extirpar. Pero por otro lado, contradictoria o paradójicamente, eso le da a esa música un grado de universalidad absoluto. Quiero decir, "La arenosa" podría ser tocada perfectamente por un músico finlandés, neoyorquino, italiano o lo que sea (alguien que tenga un talento, imaginación y musicalidad) y me parece que va a encontrarle algo a que va a estar bueno. No es música de cabotaje, es música universal.
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