CULTURA / ESPECTáCULOS › LA OBRA DEL ROSARINO ADRIáN VILLAR ROJAS EN LA BIENAL DE VENECIA
El joven seleccionado nació en 1980. Su trabajo inaugurará el nuevo pabellón argentino en la "Exposición Internacional de Arte Iluminaciones", desde junio a noviembre del año próximo. Otro rosarino es curador del envío estadounidense.
› Por Beatriz Vignoli
La obra de Adrián Villar Rojas, un artista nacido en Rosario en 1980, será el envío oficial a la 54 Bienal de Venecia 2011 "Exposición Internacional de Arte Iluminaciones" e inaugurará el nuevo pabellón argentino de la Bienal de Venecia. La embajadora argentina, Gloria Bender, anunció que el año próximo el espacio del que dispondrá la Argentina para la muestra será de 250 metros cuadrados, dentro del predio del Arsenal de Venecia, edificio que fue astillero y base naval del poderío militar veneciano, además de constituir un lugar central y emblemático dentro del diagrama de la exposición. El curador del envío es el prestigioso crítico argentino Rodrigo Alonso, quien explicó su elección del treintañero autor rosarino como "una apuesta al futuro".
La Bienal se abrirá al público el próximo 4 de junio y permanecerá hasta el 27 de noviembre de 2011. Tal como informó la crítica de arte Ana Martínez Quijano en una nota publicada ayer en Ambito Financiero, otro rosarino, residente en Filadelfia, el crítico de arte y poeta Carlos Basualdo, será el curador del envío estadounidense, eligiendo obra del artista Bruce Nauman: "Con la intención de establecer un diálogo con la ciudad, la instaló en los Jardines y además en dos universidades de Venecia. Es la primera vez que el pabellón de EE.UU. tiene una extensión y se relaciona con el entorno veneciano". En la última Bienal, también hubo un envío argentino: el de Luis Felipe Noé en la librería Mondadori, con curaduría de Fabián Lebenglik. El de 2011 será el octavo envío argentino consecutivo: Guillermo Kuitca participó de la Bienal de Venecia en 2007, Jorge Macchi en 2005 y Charlie Niejenson en 2003. En 2001, enviaron obra la rosarina Graciela Sacco y Leandro Erlich. En 1999, Luis Benedit, Jaques Bedel y Oscar Bony. Esta 54 edición será la cuarta vez que llega un artista rosarino a la Bienal de Venecia. El primero fue Antonio Berni en 1962. Le siguió Jorge Orta en 1995.
Este año que termina, el proyecto de Adrián Villar Rojas (una instalación que usa el libro como objeto escultórico) fue uno de los 20 de la Zona Maco Sur en MACO, la feria de arte contemporáneo de México DF. En 2010 también participó de Wiederkehr der Landschaft, muestra colectiva en la Akademie der Künste de Berlín. Y lo representa Serpentine, una galería londinense situada en los mismísimos jardines de Kensington. El fin del amor, el fin del mundo, el paradójico mito apocalíptico de un "después del fin": tales son los temas que desarrolla Villar Rojas en obras como Mi familia muerta, una inmensa escultura de una ballena en un bosque al aire libre en la Bienal del Fin del Mundo 2009 en Ushuaia; obra que, según Martínez Quijano, "ostenta la melancolía y soledad del último individuo de una especie". Ese año también participó en la Trienal Poligráfica de San Juan en San Juan de Puerto Rico, la X Bienal de Cuenca en Ecuador y el Panorama del Arte Brasileño en el Museo de Arte Moderno de San Pablo, Brasil.
"Este lienzo con acrílico quiere ser canción, este pintor quiere ser cantante", escribió el artista en Radar sobre la obra Ya dormiré cuando esté muerto, de Guillermo Kuitca, a quien el rosarino entrevistó a comienzos de los años 90 para la revista First. Pero la definición puede aplicarse perfectamente a él mismo. "Quiero que mis obras causen emoción", le había dicho Kuitca en esa ocasión. "Quiero que mis trabajos funcionen de la misma manera que canciones tristes de amor", suele decirles Villar Rojas a los críticos. Cuando Adrián Villar Rojas dice "triste" está nombrando un pathos personal, una singular tensión entre los polos de lo tremendo y la ternura. Pero su obra es muchísimo más compleja que una canción: cada una de sus instalaciones es una ficción materializada en objetos, un mini universo. Así lo demuestra su exposición individual Lo que el fuego me trajo (2008) en Ruth Benzacar Galería de Arte (http://www.youtube.com/watch?v=C9YBDeyyeXg). Los títulos de sus obras a menudo surgen de estribillos de canciones. Canciones tristes, como las de su admirado Kurt Cobain, a quien en 2007 le dedicó una instalación en el Centro Cultural Borges: Diario íntimo 3D, donde reconstruyó la escena del suicidio del cantante de Nirvana a partir de relatos (no hay fotos del hecho). Pedazos de las personas que amamos, uno de los 8 proyectos seleccionados por el Premio Petrobras ese año, fue bautizada así a partir de una canción del grupo The Raptures, lo mismo que su serie de dibujos Las casas de los amantes celosos, expuesta en 2004 en la galería Ruth Benzacar como premio a la segunda edición del concurso Curriculum Cero 2003. En pocos pero meteóricos años, este chico de ojos negros y pelo de figura de comic japonés que no usa teléfono móvil obtuvo una fama internacional. "Mi hermano es una fuerza comando", comenta por teléfono su hermano Sebastián, escritor, confiado en la capacidad de tropa de élite de Adrián para llenar el flamante e inmenso espacio del pabellón argentino en Venecia.
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