"Llegada a la Argentina siendo apenas una niña, la artista catalana Rosario Uberales debió luchar desde muy joven por lograr su legitimación en el campo artístico local", decía la invitación a la inauguración de la "intervención colectiva internacional" en el Café de la Flor, el jueves pasado. El apellido daba un poco de miedo: remite al "Deutschland über Alles" de los nazis. "Con los años, la práctica emergente la posicionó en el campo expandido como la mayor artista visual de todos los tiempos en todo el universo. Honrando la tradición de muralismo con que la ciudad de Rosario ha sabido contribuir a la socialización de los medios de producción en la Argentina, el colectivo Residencia Internacional de Artistas Contemporáneos en el Día de la Virgen propone honrarla con un sencillo homenaje". Un detalle: al igual que los personajes de La literatura nazi en América Latina, de Roberto Bolaño, Rosario Uberales es una ficción.

Un grupo musical que se considera primo de Bombita Rodríguez, la biografía de una artista ficticia que vivió 106 años, fotos colectivas y una pared en blanco luego de tres días de trabajo mural en el Café de la Flor son sólo los resultados materiales de En el día de la virgen, una residencia de verano internacional de doce días y con veinte artistas en Rosario que se centró en los vínculos de intercambio y en los procesos de cambio. Centrada en cómo el arte contemporáneo es una herramienta crítica de la cultura, la residencia contó con el apoyo del Centro de Expresiones Contemporáneas (CEC) y el Ente Turístico Rosario, el colectivo independiente Symbolic Capital, Cultura Pasajera y otras entidades oficiales y privadas.

La residencia incluyó actividades públicas en el CEC, además de un taller en la isla y una extensa agenda de visitas de todo el grupo de los residentes a instituciones culturales públicas y privadas de la ciudad, donde se abrió el diálogo con diversos gestores culturales. Rosario/12 entrevistó a Jorge Sepúlveda, el curador independiente chileno que coordinó la actividad junto a su compañera Ilze Petroni (investigadora de arte, oriunda de Córdoba) y la artista rosarina Gabriela Gabelich, co-directora de Cultura Pasajera.

Sepúlveda y Petroni publican las novedades sobre esta residencia en el sitio Curatoría Forense (http://www.curatoriaforense.net), llamado así porque cuando los curadores y los críticos analizan la obra de arte es como si llegaran a la escena del crimen consumado. En cuanto al título de la residencia, En el día de la virgen, no sólo remite al mito fundacional de Rosario, sino que en el habla popular chilena es un giro idiomático que expresa esa fecha futura indefinida a la que se sospecha como sinónimo de "nunca". Participó de la entrevista uno de los residentes, Andrés Waissman, pintor y docente de reconocida trayectoria nacido en Buenos Aires en 1955 y que viene experimentando desde hace unos años en sus obras con materiales no tradicionales como la viruta de acero (http://andreswaissman.com). Waissman es visitante frecuente de la ciudad y se enoja un poco cuando los rosarinos lo tratan de "porteño".

"Lo que quisimos hacer en el Espacio WIP fue reproducir en esos tres días el mismo modelo de trabajo que tiene toda la residencia: el trabajo es el trabajo y no el excedente --resumió Sepúlveda--. Durante los tres días que estuvimos pintando, muchas veces era reconocible muy buena obra. Uno podía decir recorto un pedazo, recorto un instante de la producción del trabajo, y tengo un objeto. Nosotros lo que decíamos es: el objeto se transforma rápidamente en un producto y el producto no puede ser tratado sino como una mercancía. Y lo que nosotros entendemos como lo que estamos haciendo en la residencia, pero también lo que estamos haciendo en WIP, es hacer coincidir las capacidades y las voluntades entre los que están involucrados: la relación efectiva entre los que estamos haciendo es el trabajo".

- A. Waissman: Sobre todo fue un quiebre, un quiebre sobre la visión de la pintura, lo que para mí es tan habitual como es terminar una obra y ver luego que la obra no esté como objeto. Todo lo que se produjo ahí, personalmente para lo que yo tengo que es la clínica y las clases, a mí me cambia la cabeza, la perspectiva. Eso no quiere decir que voy a dejar de ser pintor. Esto me va a aportar cosas nuevas. Yo tengo que procesar todo esto. Porque para mí a los 55 es toda una experiencia, que recomendaría a mucha gente.

- ¿Y qué actividades fueron clave en este proceso?

- J.S.: Investigar efectivamente qué cosas eran las que hacían pero principalmente cómo se tomaban la decisiones en ese lugar. Y lo otro, los ambientes de total relajo, cuando filmamos el video de Kraftwerk Rodríguez, música de Kraftwerk y letra de Silvio Rodríguez. El jueves, después de que tocó Bueníssimo (grupo de ruido experimental de Buenos Aires), espontáneamente los chicos empezaron a buscar a los integrantes de Kraftwerk Rodríguez y empezaron a cantar la canción con todo el mundo cantando. Nadie necesitaba saber cuál era la letra, nadie dirigía el coro ni nada. Que sea la Nueva Trova Alemana habla de que Kraftwerk Rodríguez es medio primo de Bombita Rodríguez y se empiezan a armar todo ese tipo de enlaces.

- ¿En ese sentido el arte incide sobre la cultura, la transforma?

- J.S.: Me parece que el arte es la capacidad crítica de la cultura. Lo que en realidad el arte está haciendo es desarrollar procesos para conocer lo que estamos haciendo. El cómo se usa, y el qué es lo que hace el arte es eso: dejar disponibles ciertas construcciones críticas sobre lo que está pasando.

- ¿Quién es Rosario Uberales?

- J.S.: Producto de todas estas conversaciones y recorrido de investigaciones nosotros encontramos a Rosario Uberales, que es una chica que falleció hace unos años atrás y que participó de 106 años de la cultura rosarina. Ha participado en varios de los hechos importantes, ha sido negada muchas veces, le han robado obra y la han firmado otros... y además tiene como una función social cultural política dentro de la escena rosarina. Su biografía es de autoría colectiva de la gente de la residencia y da cuenta de los juicios que nosotros fuimos conversando espontáneamente. Todas las cosas que uno no anota por pudor, o por ocultar las condiciones de poder que estuvieron atrás, con esas cosas que quedan en el relato oral, se construye una redacción que las pueda hacer visibles. Para el que mira con cuidado, las cosas siempre están ahí.