Dom 06.03.2011
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › UNA VISITA GUIADA AL INTERIOR DEL MUSEO DE LA MEMORIA DE ROSARIO.

Belleza como relicario del horror

Hace poco más de dos meses que inauguró en la ex sede del Comando de Ejército en Córdoba y Moreno. Lo que allí puede verse es el resultado de siete años de planificación. Lo que buscan este tipo de museos es "sensibilizar ante los hechos traumáticos".

› Por Beatriz Vignoli

En la esquina de Córdoba y Moreno, bajo la mirada severa de la alegoría de la Justicia que corona la Facultad de Derecho, está desde hace dos meses y medio la nueva sede del Museo de la Memoria. Inaugurado el 17 de diciembre de 2010 por ordenanza municipal 6506 en el marco del proyecto de museos temáticos del Plan Estratégico Rosario, el nuevo Museo es el resultado de siete años de planificación y dos de desarrollo de un guión curatorial por Rubén Chababo y Viviana Nardoni, además de siete meses de obras a cargo de la Secretaría de Planeamiento.

Rubén Chababo fue designado por concurso público como director del Museo en 2002 y lo dirigirá al menos hasta el próximo 15 de marzo, cuando se lleve a cabo la oposición y defensa de los diez postulantes al cargo que respondieron a la convocatoria para el concurso, que él celebra con beneplácito "porque habla de la transparencia de las

instituciones". Ante un escritorio donde hay un frasco de algo dorado que parece mermelada, Chababo explica a esta cronista que "los museos de la memoria buscan sensibilizar al visitante a los hechos traumáticos que narran, para alentar la responsabilidad social y lograr una empatía de las nuevas generaciones con las víctimas. Sus núcleos temáticos se centran en momentos de la historia que están amenazados por el olvido. A diferencia del museo histórico, que es neutral en su narración, los museos de la memoria ponen una dimensión ética en la transmisión del acontecimiento. Exhuman el pasado con un sentido de 'esto no debió ocurrir'".

El Museo de la Memoria (http://www.museodelamemoria.gob.ar) pertenece a la Coalición Internacional de Sitios de Conciencia y es un sitio de memoria, ubicado en el mismo lugar donde antes estuvo el

Comando del II Cuerpo de Ejército, desde donde se diseñó y dirigió el plan de persecución y exterminio sobre Santa Fe, Corrientes, Entre Ríos, Chaco, Formosa y Misiones. El bello edificio de dos plantas, de un estilo ecléctico modernista, fue proyectado en 1928 como residencia familiar propia por el arquitecto Ermete De Lorenzi, quien formula en su pared curva, su patio andaluz, su jardín terraza y sus mansardas

superiores una tesis estilística. Hoy dialogan con sus formas obras de artistas contemporáneos que fueron convocados para rememorar el terrorismo de Estado y evocar la fragilidad de la condición humana siempre en peligro.

Daniel García interpreta la curva en relación con la ronda de las Madres de Plaza de Mayo, cuyas voces, testimonios y archivos documentales están bien presentes en el Museo; los ojos de la instalación de Graciela Sacco contemplan al espectador que recorre este tramo. Dante Taparelli ideó para el jardín diez rollos dorados donde Martín Gatto grabó los hombres de los desaparecidos, que pueden leerse si la mano del espectador los hace girar. Taparelli también diseñó y dirigió el equipo de trabajo que realizó la "Memora" que une

las dos plantas irguiéndose hasta la lucerna central. Al accionar una manivela, se despliega un rollo donde se lee una selección de testimonios de 60 momentos en que la condición humana fue vulnerada en América Latina, desde la Conquista española hasta la masacre de Rincón Bomba y los femicidios de Ciudad Juárez. La instalación de Norberto Puzzolo en el patio andaluz enfrenta dos rompecabezas incompletos: uno con los hijos de desaparecidos que las Abuelas siguen buscando y otro con los que encontraron y tienen su identidad restituida. Cada hallazgo es un cambio de piezas donde sólo quienes así lo eligen muestran su identidad recobrada con una foto.

En el espacio "Lecturas" uno se lleva por delante las fichas de lectores de la Biblioteca Argentina que pertenecieron a desaparecidos, y que cuelgan de tanzas a la altura de la cabeza humana precisamente con ese fin. Los atriles del espacio diseñado por Federico Fernández Salaffia y Lucrecia Moras invitan, a través de hermosos libros de

diseño con imágenes y textos seleccionados por Irina Garbatzky, a la reflexión en torno a la condición humana en situaciones límite. En el entrepiso, un video de Pablo Romano rememora una cronología de juicios y amnistías.

"Este crimen fue en medio de la Patria" advierte Pablo Neruda desde un poema en lo alto del hall. Debajo, Gustavo Germano conmueve desde su serie fotográfica Ausencias, donde Clara Atelman de Fink es en una foto la madre que sonríe con amor a su hijo y en otra la testigo de adusto ojo ciego que con el otro no puede mirar la silla vacía que abraza.

Que todo aquí sea tan luminoso y bello es peor, es decir: mejor. Como esculturas que encuentran su sitio en una arquitectura religiosa de lo humano, las garzas de papel plegadas por Mery Affranchino, el rosario que rodea un cuerpo ausente y es obra de Claudia Contreras, el homenaje a las tejedoras del gueto de Lodz por Claudia Goldín, sensibilizan y asombran.

Los testimonios de los sobrevivientes que Memoria Abierta recopiló en video se muestran fragmentados en el hall central y pueden consultarse completos en una isla digital en el "núcleo duro" informativo del Museo de la Memoria: el Centro Documental Rubén Naranjo, llamado así porque espera en los próximos días el envío de parte de sus archivos, que se

sumarán a los de Darwinia de Gallichio. Allí está digitalizada la causa Feced mediante el sistema Grindstone, que permute encontrar fácilmente cualquier nombre en el expediente de 100.000 fojas. En el hall, una pantalla interactiva conectada a Internet permite recorrer el mapa

mundial de los derechos humanos. Entre las voces de los testigos del horror se halla la de Viviana Nardoni, sobreviviente de La Calamita y subdirectora del Museo de la Memoria desde que estaba en su sede de la Estación Rosario Norte (junto a la sede de la Secretaría de Cultura) de donde se mudó completa la biblioteca. El Museo posee además un

Departamento Educativo, un Centro Pedagógico y una sala de exposiciones transitorias, donde hasta el 30 de abril puede verse la muestra de fotos de testigos de los juicios a los represores "Más que nunca", del colectivo La Guagua, que integran los fotógrafos Héctor Ríos, Leonardo Vincenti y Matías Sarlo. Luego viene una exposición de Marcelo Brodsky.

La luz del mediodía da ganas de almuerzo. Lo que parecía mermelada es una obra de Eduardo Molinari: una foto de Julio López conservada en miel.

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