Vie 25.03.2011
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › TEATRO. JUAN PABLO GERETTO PRESENTA YO AMO A MI MAESTRA NORMAL.

Niños, saquen una hoja

Después del intimista "Como quien oye llover", el actor le da protagonismo a uno de sus personajes más queribles. Desde su traje de maestra, y siempre con el humor como estandarte, Geretto brinda su visión de la educación.

Los cimientos del humor de Juan Pablo Geretto encuentran su firmeza en la mirada que el actor tiene de la sociedad. Exitoso a nivel de convocatoria, reconocido por críticos y pares, el artista nacido en Gálvez le dio forma a un nuevo proyecto en el que dejó de lado la íntima exposición de su anterior trabajo, Como quien oye llover, y optó por resguardarse en una de sus creaciones más celebradas: la docente que ahora es protagonista central de Yo amo a mi maestra normal. Dirigido por Geretto y Ana Sans, el trabajo realizó anoche su primera presentación en la Sala Lavardén, donde repetirá funciones esta noche (a las 21.30), mañana (a las 21 y 23) y el domingo, también a las 21.

Responsable de los textos, Geretto compartió la dirección con Sans, quien además diagramó una puesta en escena que incluye un sistema multimedia. "La puesta en escena no es menor para un texto. A veces se sostiene el texto a través de la imagen que creás, eso también es el teatro --apuntó Geretto en diálogo con Rosario/12--. Siempre las etapas creativas son caóticas y placenteras. Después entrás en la rutina y todo cambia. Pero no abusamos de las proyecciones. Sabemos que estamos haciendo teatro. Hay algunos guiños de humor, efectos, imágenes, pero siempre que pienso en un espectáculo lo hago desde el texto, pensando que allí esté todo lo necesario para que haya un espectáculo. Todo lo demás refuerza, confirma, crea clima, hace que todo funcione. Pero siempre lo que priorizamos es el texto".

- En Como quien oye llover trabajaba desde un lugar de exposición a nivel personal. ¿Pensó en volver a una obra donde sólo hubieran personajes, correrse de la primera persona?

- La verdad que en el otro espectáculo sí, estaba más involucrado en cuanto a lo emocional, a lo personal. Pero no hicimos esta obra para salir de ahí. Teníamos muchas ganas de agarrar el personaje de la maestra y empezar a contar la educación, no solamente la problemática docente, sino la problemática del sistema a través del símbolo del sistema, que es la docente. Y obviamente que no fue intencional, pero sí es verdad que es un descanso emocional más grande.

- La educación siempre fue apuntada, todos creemos saber cómo debe educarse, pero hoy en día la situación es tensa entre los docentes que hacen sus reclamos y parte de la sociedad que empieza a apuntarlos por medidas de fuerza que consideran excesivas. Quizás entonces la educación se encuentre en un punto de observación mayor al de hace algunos años. ¿Eso influyó al momento de pensar el espectáculo?

- Sí. Primero que la educación es un caballito de batalla de toda campaña. Creo que las maestras no se pueden relajar nunca, porque siempre están a punto de ser recompensadas y no lo son. Están en la boca de todos los que piensan qué país hacer y después, al final, no se termina haciendo nada. No lo digo acusando a nadie, pero me parece que son cómplices del propio sistema. Creo que el sistema está mal, la forma de educar que venimos teniendo hace tantas generaciones, imperativa, como una cosa militarizada. Estamos educando niños. De la primaria te llevás sentimientos, quién te trató mal, quién te mimó. Si te pregunto sobre tu primer recuerdo de la primaria, nunca va a ser el día que aprendiste a sumar, son otras las cuestiones que se juegan ahí. Hoy la maestra Normal no existe, y creo que tiene que ver con una época en la que éso llegó a la cima. Las maestras normales venían de una época en la que estaba mal visto expresar sentimientos, demostrar afecto como símbolo de pérdida de autoridad. Eso no pasaba solamente en la escuela, sino también en la familia, en todos los ámbitos. Cosas preestablecidas como que los hombres no lloran, o que el papá llega a casa después de trabajar y pone todos los puntos. En la escuela estaba igual, después todo se fue complicando más sutilmente. Porque ahora sigue igual pero con otras connotaciones. Ahora pusieron una ley que dice que al chico no se lo puede acariciar, no se lo puede besar, si se cae y se quiebra la maestra no lo puede socorrer... Creo que todas esas cosas que están sucediendo no aportan nada a la educación, deshumanizan. Crean lo que tratan de combatir, crean abuso. Y de ambas partes: los niños también van aprendiendo las tretas para salir de ahí, para vencer el límite.

- En ese juego de vencer el límite también entran en juego los padres.

- Bueno, hubo una época en que trataron de meter a los padres al colegio. Ahora no saben cómo sacárselos un poco de encima. No sé si los padres y el colegio tienen mucho que ver. Sí la charla entre los padres y el maestro, porque están educando a su hijo, pero estamos hablando de chicos y es raro el límite. Hay que estar muy atento, muy consciente. El paradigma está dado vuelta: se piensa que cuando menos preparada estás como maestra podés dar en los grados más bajos. Es como que la maestra de jardín es la boluda que te hace recortar y pegar. Y es totalmente al revés: cuanto más chico es el pibe más preparada y especializada tiene que estar la maestra. Lo que modeles en ese momento después va a salir a la calle. Se sigue insistiendo con ese modelo, pero creo que nunca se los escuchó a los niños. En Rosario, con varios proyectos en relación a éso, hay por lo menos una punta, una intención, que no es poco. Pero supongo que para dar vuelta un paradigma hacen falta varias generaciones, y más después de la devastación que hubo en la educación de 50 años a esta parte.

- ¿Todo éso entra, de alguna forma, en el discurso de su maestra?

- Literalmente te diría que no, pero sí se nota. Lo que se cuenta al principio del espectáculo, a través del multimedia, es la inserción de la mujer en la educación, y ahí básicamente uno también ve qué pasó y cómo pasaron las cosas para llegar a este punto. Algunas cosas se dicen, sí, y otras la gente ya las sabe.

- Lo más interesante del humor es la posibilidad de poder plantear determinadas cuestiones sin la necesidad de denunciar o apuntar con el dedo.

- Pienso que mis espectáculos hablan de temas demasiado graves como para no ser tratados con humor. O, al menos, así lo creo. En lo personal no podría hablar de lo que hablo sin hacerlo de manera humorística.

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