CULTURA / ESPECTáCULOS › EL ARTE EN ROSARIO BAJO LA ULTIMA DICTADURA
Fueron los formatos del intimismo como el arte correo o el Súper 8 de las películas caseras, los que sirvieron para crear espacios de resistencia y experimentación, casi invisibles para la censura.
› Por Beatriz Vignoli y Nancy Rojas
En 1976, la Escuela de Arte de la Biblioteca Constancio C. Vigil no alcanzó a abrir sus puertas. Con el último golpe militar, fue desalojada, completamente saqueada, destruidos sus libros y cesanteado su personal. Esta y las otras escuelas que funcionaban allí desaparecieron como otros tantos espacios, quedando sólo como testigo el edificio.
En 1978, una vez finalizado el Mundial de Fútbol, su Centro de Prensa fue reciclado como Centro Cultural Bernardino Rivadavia y Centro de Congresos y Convenciones. Por intermedio de una comisión ad hoc, se eligió y contrató como Director Gerente del CCBR a Kurt Fischbein, quien desempeñaba la representación del Instituto Goethe de Buenos Aires en Rosario. La creación del organigrama institucional, como también el trazado de la misión y objetivos del Centro, quedó enteramente bajo la responsabilidad de Fischbein, quien se las arregló para diseñar espacios libres de censura en su programación. Así surgió "Jóvenes artistas se manifiestan", la serie de grandes muestras colectivas que tuvieron lugar año a año, hasta 1983, en la sala "D" bajo la curaduría del pintor y cineasta Daniel Scheimberg. "Recibíamos y mostrábamos todas las obras que nos enviaban", contó Scheimberg en una entrevista para este mismo diario en 1997.
Las galerías de arte como Krass, Raquel Real, Sala de la Pequeña Muestra y Arte Privado, entre muchas otras, cumplieron un rol clave en la difusión de las obras y el diálogo entre los artistas. El dibujo y el grabado, como asimismo la pintura, fueron disciplinas artísticas que se presentaron como expresiones factibles para una producción de tipo intimista, individual. La avanzada política y estética de las vanguardias pasó a ser sinónimo de "subversión". Los artistas se plantearon un concepto de obra de arte diferente del que habían formulado los lenguajes de la década anterior, que habían llegado a instaurar un importante grado de desmaterialización del arte y de disolución de la autoría individual.
Es que luego de aquel hito del arte político que fue "Tucumán Arde" (1968), obra colectiva realizada y presentada por el Grupo de Arte de Vanguardia bajo otra dictadura (la de Onganía), algunos ex integrantes del GAV se dedicaron al audiovisual documental. Juan Pablo Renzi alcanzó a hacer el guión y parte de "Ezeiza" (1973). Pero, como contó Rodolfo Elizalde en una entrevista inédita de 1999, "Llegó un momento en que ya no podíamos hacer audiovisuales porque había que sacar fotos y los militares andaban con el fusil por todos lados. Un día me encontré con Renzi, en Sarmiento y Córdoba, en el año setenta y cinco, más o menos. Él me dijo: 'Estoy pintando'. '¿Cómo que estás pintando?' le dije yo. Tuvimos una larga charla... Entonces empecé a pintar, pero ahí sí, yo me reconocí el derecho a pintar algo que tuviera que ver íntimamente conmigo." Elizalde se refiere posiblemente a sus imágenes urbanas de muros lisos, cielos plomizos y puertas cerradas, en un barrio querido pero irreconocible, desierto, atemporal. Las pinturas de Renzi del período 19751980 son visiones reconcentradas de interiores con objetos cotidianos que adquieren una cualidad ominosa en un espacio gris, sin otros habitantes más que esos rastros.
Por su parte, otros artistas más jóvenes practicaron por esos años en Rosario modalidades alternativas de intercambio y circulación tales como el arte correo, implementando además ocasionalmente, hacia el período de "apertura democrática", modos de producción colectiva tales como la instalación efímera, la performance grupal y la obra abierta.
En este sentido se destaca el grupo que integraron Jorge Orta, Graciela Sacco y Claudia del Río, entre otros. Ellos produjeron las obras "Testigos mudos" (1981), que se hizo pública en la Plaza Santa Cruz, con figuras humanas esquemáticas en forma de cruz simbolizando los muertos y desaparecidos de la dictadura; y "Madera y trapo" (1982), que se mostró en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia. La obra de 1982 incluyó un video de la obra de 1981 más un gran despliegue de elementos lúdicos que hacían posible la participación del público, a quienes se les daban pequeñas carpetas de grabados para intervenirlas con pintura, dibujo y collage.
Orta había dirigido a partir de 1977 los únicos cuatro números de la revista subterránea "Criba y era ayudante de cátedra en la Universidad. Por entonces la Escuela de Bellas Artes de la Facultad de Humanidades y Artes de Rosario vio salir de sus cargos, por cesantía o renuncia, a muchos de los profesores que allí enseñaban. Los programas eran rígidos, y la tendencia de los talleres era académica y formalista, con poca o nula discusión de los contenidos de ejercicios y obras de arte.
En el Museo Castagnino, institución en la cual hay escaso material sobre muestras de este período, se realizaron en la década algunas muestras de artistas de gran trayectoria, como la que tuvo lugar en 1979 en motivo del Premio Rosario, otorgado a la artista Raquel Forner. En 1980, se hacía la muestra retrospectiva de Luis Ouvrard y una muestra homenaje a Lía Correa Morales. Al año siguiente, tiene lugar la retrospectiva de Oscar Herrero Miranda y en 1982 la de Augusto Caggiano. En este mismo año se realiza una muestra de Héctor Basaldúa y la exposición por el Premio Rosario, que se le otorga al maestro Juan Grela. En el año 1983, el Premio Rosario es para Alfredo Hlito, y la retrospectiva es para Leónidas Gambartes.
En el marco de la apertura democrática post-Malvinas, hacia 1983, varios artistas plásticos de Rosario se reunieron regularmente por propia iniciativa para fundar un gremio de artistas plásticos. De estas reuniones, intensamente conflictivas, surgieron dos entidades: APA y APROA. La APA llegó a organizar una muestra antológica de vanguardias rosarinas de los años sesenta en el Museo Castagnino en 1984, y se disolvió poco después. La APROA duró unos pocos años más.
Cuatro artistas rosarinos ya fallecidos tuvieron roles vitales en la transición a la democracia. Ya sobre el fin de la dictadura, en 1984, la sala "D" del CCBR fue colmada por la muestra colectiva "Artistas por los Derechos Humanos", impulsada entre otros por dos docentes de la Escuela Musto: Osvaldo Boglione y Mónica Calegari. Ese año, en plena Plaza Montenegro, Rubén Porta puso a andar una prensa de grabado como parte del evento de la Escuela de Arte de la UNR "Arte Sale" (sale en el sentido de salir, no de venta o de liquidación). Como un acto de justicia, el primer director de la Escuela de Arte de la UNR en el período democrático fue un fundador de la Vigil, ex integrante de la vanguardia de los '60 y activo participante de "Tucumán Arde": Rubén Naranjo.
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