En su segunda edición, el Festival internacional de jazz volverá a tomar como principal centro de acción al Centro Cultural Parque de España, que desde hoy (y hasta el lunes) recibirá a un listado de artistas de peso en la escena jazzera a nivel global. Con una grilla intensa y variada, el encuentro tendrá entre sus principales figuras al pianista estadounidense Kenny Werner, que actuará mañana junto a Ari Hoenig en batería y Johannes Weidenmueller en bajo, dupla que desde hace más de una década lo devolvió al formato de trío.

Es que, después de egresar de Berklee en los 70, de viajar a Brasil para compartir escenario con los hermanos Victor y Joao Assis, en 1981 Werner le dio forma a su primer trío junto a Tom Rainey y Ratzo Harris. Durante 14 años sostuvo esa formación, en paralelo con sus experiencias con la Village Vanguard Orchestra, un dúo con el armoniquista Toots Thielemans y una prolongada relación con la estrella de Broadway Betty Buckley, entre otros intercambios. Hasta que el destino lo cruzó con Hoenig y Weidenmueller. "Ellos venían a tocar a casa cuando yo no estaba de gira. Sonaban increíble, sentía que su música era un desafío, y pensé que podía ser una buena combinación. Yo estaba tocando con otros músicos pero surgió una gira a la que no podían ir, entonces los llamé: tocamos una primer fecha en París y después de un par de días sabía que este trío era especial", recordó Werner a Rosario/12.

- Ha tocado con grandes músicos en distintas formaciones. ¿Qué lo atrae al formato de trío?

- El trío es grandioso, porque en cualquier momento puedo tocar un solo de piano, pero no tengo que tocar más de lo quiero, porque cuando termino entra el trío. En esta formación tengo un mayor control como compositor e intérprete, puedo realmente aseverar mi gusto, lo que me interesa que fluya, pero además lo que me gusta es que los músicos de este trío tienen ideas creativas realmente serias. No es un trío de piano y sección rítmica, sino un triángulo de músicos comunicándose entre sí. Miles Davis fue el principal filósofo respecto a lo que debe ser un grupo: tocar grupalmente es realmente más interesante que los solos individuales.

- Si se repasan los festivales alrededor del mundo es posible ver que hay distintas concepciones sobre el jazz. ¿Qué cree que significa hoy el jazz?

- Para mí siempre tuvo que ver con el cambio, con la improvisación. Si hay improvisación, la música progresará naturalmente. El jazz es la única música que cambia. El tango, la bossa nova, la música búlgara, la hindú, son increíbles, pero nunca cambian. Tienen otras grandes cualidades, pero el jazz es la única música que siempre crece. Primero porque sus músicos están muy entrenados técnicamente, y tienen una gran imaginación. El jazz te impulsa a que vayas donde sea que tu imaginación te lleve, y es posible adaptarlo a cualquier música del mundo, por éso muchas culturas se fusionan con el jazz. Creo que es una idea filosófica sobre el cambio, la improvisación y la espontaneidad. Eso es lo que me atrae. Además creo que hoy tenemos el nivel de músicos más alto que alguna vez se haya tenido. Estamos en una época dorada.

- Hay personas que piensan de esa manera, pero también otros que creen que la época dorada quedó en el pasado.

- Sí, en los 80 hubo una concepción clásica sobre el jazz, que no ocurría en los 60 y 70. Hasta los 80 el jazz siempre había sido cambio, crecimiento, innovación. En esa época volvieron a una visión clásica. A mí nunca me interesó éso. Siempre estuve interesado en la música que no tiene definiciones. Las etiquetas son necesarias porque le permiten a la gente tener una idea de qué se trata. Pero también creo que no hay que estar educado para gustar del jazz: si escuchás a alguien que está poniendo toda su humanidad, su pasión y brinda todo lo que tiene, eso de por sí es atractivo.