CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. MUESTRA COLECTIVA DE INSTALACIONES EN EL MACRO
Creadas por autores experimentales y contemporáneos, las obras que conforman #espacio pertenecen a la colección Castagnino+Macro, y abarcan un período que va desde 1967 al presente, con la curaduría de María Eugenia Spinelli.
› Por Beatriz Vignoli
"La razón por la que usted va a leer esto y no los supuestos conocimientos que había que estudiar es que mis papás se separaron", comienza el texto de la hoja de carpeta escolar, copiada a tamaño monumental, que cuelga del techo de la planta baja del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Boulevard Oroño y el río). Este facsímil fuera de escala se titula "Prueba" (2011) y es parte de la obra Donación is a work in progress, de Leopoldo Estol (Buenos Aires, 1981), quien empezó a realizarla y donarla al Museo Castagnino en 2008, cuando todo comenzó con una pelotita, según cuenta el artista en una página web (boladenieve.org.ar/node/43). Discípulo de Jorge Macchi y de Guillermo Kuitca, Estol es famoso en el ambiente del arte contemporáneo porteño por sus "instalaciones de muchas cosas" que exploran las variaciones de escala, las distancias y la densidad de acumulaciones de diversos objetos cotidianos en el espacio.
Curador de artistas desconocidos y colaborador en Página/12, Leopoldo Estol proyecta esta poética a lo social como un pensamiento intuitivo de las relaciones humanas, y así las charlas, los viajes y las muestras siguen esta física browniana de movimientos de atracción y rechazo que configuran en su obra un relato abierto sobre las vicisitudes del espacio.
"Prueba" es sólo una de las obras que pueden verse desde el viernes pasado hasta el 13 de marzo de 2012 en el ascensor, la explanada y los pisos 1 a 6 del Macro como parte de una muestra colectiva de instalaciones de la colección Castagnino+Macro titulada #espacio. La curadora, María Eugenia Spinelli --que además es crítica de arte, recibió becas y premios internacionales; vive parte en Entre Ríos y parte en Rosario, y en 2005 estuvo a cargo de las exposiciones de El Levante--, reunió también otras obras de la colección por Esteban Alvarez, el grupo Doma, Laura Glusman, Juliana Iriart, Norberto Puzzolo y Tamara Stuby, con la participación del artista y músico uruguayo Dani Umpi en performance. "Las cualidades sensibles de los objetos y las relaciones que éstos establecen entre sí crean un nuevo objeto dotado de un tiempo y una dinámica particulares, al que elegimos denominar #espacio", escribe Spinelli, quien propone aquí un "catálogo de experiencias de los distintos modos de crear #espacio que encarnan algunas de las obras de la colección".
Recuerda Norberto Puzzolo que en Rosario, ya a mediados de los años 60, los artistas del Grupo de Arte de Vanguardia habían comenzado a incursionar en un arte experimental ligado al minimalismo, a partir de las variantes que planos y volúmenes podían producir en el espacio. Adriana Lauría, en el texto de catálogo de Experiencias y estructuras de los 60, considera a este período como un momento germinal del arte contemporáneo. Por eso es que se ve tan bien, en este contexto de instalaciones realizadas en la última década, Estructura III (1967), reconstruida por Puzzolo y donada al museo Castagnino+Macro en 2004.
Imitando el trabajo de proyección de un arquitecto, Tamara Stuby (Nueva York, 1963) corta y ordena ropa usada en bloques para crear los ladrillos fundamentales de una ficción material de espacio habitable en La casa soñada III (2002), una instalación que concilia imágenes de pobreza y utopía muy propias del momento en que fue creada.
Las cápsulas del grupo Doma (parque de diversiones, fastfood y molino eólico, todas de 2003) presentan composiciones en miniaturas con juguetes que expresan un sentimiento de reordenamiento del mundo, en imágenes de un futuro posible sesgadas por la nostalgia. Del mismo año es Proyecto silbido, una videoinstalación de Laura Glusman donde actúan la autora y Constanza Alberione haciendo lo mínimo: emitir un silbido.
Recuperando prácticas de reciclaje al igual que Stuby, desde 2002 Esteban Alvarez viene acumulando botellas de plástico reunidas en forma de nube para Otro año de aire, instalación montada por Darío Ares y un equipo de estudiantes de Bellas Artes. Todas estas "instalaciones de muchas cosas" fueron donadas por los artistas, excepto la más impactante de ellas, Olor a bosque (2010), con la que Juliana Iriart obtuvo el año pasado el Primer Premio Adquisición del Salón de la Asociación Empresaria de Rosario. A la luz de los tubos fluorescentes que son parte de la misma obra, objetos cotidianos seleccionados según el gusto trash que hacía furor en aquel momento se conectan formando una compleja estructura cinética que no sólo se mueve sino que canta: su música resulta del entrechocarse de los objetos entre sí. La obra puede leerse como una reescritura paródica y urbana de la noción de paisaje. La línea que va de 1967 al presente se tensa y escribe un relato: el de la conquista del espacio.
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