Mientras se aguardan interesantes estrenos teatrales para este año, la movida de los bares, vuelve a ser el refugio para los que quieren disfrutar de algún espectáculo en vivo, acompañados de algún plato ligero y unos tragos refrescantes: Toda una tradición para los rosarinos. Más allá de los riesgos que esto implica para los artistas que muchas veces se quejan de lo complejo que resulta sostener una propuesta artística que pueda imponerse frente a la natural dispersión producida por los sonidos ambientales, el show debe continuar, sobretodo cuando hay figuras de la talla de Andrea Fiorino, que sigue convocando a una legión de espectadores que la acompañan desde hace años.

La Fiorino que ha comenzado a despegarse mucho de Rosario, instalándose en Buenos Aires y abriéndose camino hacia el exterior con exitosas incursiones en México, logra una síntesis de estas nuevas experiencias en "Canciones de ida y vuelta (y otros relatos)", un espectáculo que puede verse todos los sábados a las 21.30 en el Café de la Flor (Mendoza 862).

En compañía de Pablo Buniak, músico y cantante argentino radicado en México, la dúctil actriz rosarina, arma una especie de íntimo recorrido musical por los sitios en los que compartió afectos y escenarios, tratando de hermanar a mexicanos y argentinos, con un repertorio popular y algunas intervenciones humorísticas que completan una equilibrada velada.

Un comienzo con una doble versión del inmortal tango "Volver" de Gardel y Le Pera, donde Buniak es el responsable de sostener la letra original y Fiorino en contrapunto arremete con la paródica adaptación realizada por Liliana Felipe, es un pequeño adelanto de lo que será este divertido cóctel humorístico﷓musical, preparado para compartirlo con un espectador entusiasta que se ríe y canta cuando la ocasión lo requiere.

A diferencia de "Para la cartera de la dama y el bolsillo del caballero", donde sus intervenciones cantadas pasaban a segundo plano, en "Canciones de ida y vuelta", la talentosa actriz y directora se anima y demuestra que le sobra oficio para poder mixturar su habitual histrionismo y combinar un buen dúo de voces con un cantor profesional como es Pablo Buniak.

El cantante radicado en México, realiza un repertorio donde da cuenta con sobriedad y una voz dotada de una buena técnica, desde tangos tradicionales, hasta boleros, rancheros y un potpurrí mexicano para encender los coros del público.

Para aquellos que no hayan visto "Pequeñas Terapias ilustradas", esta es la posibilidad de disfrutar de uno de los personajes más logrados de los últimos años en el repertorio de la Fiorino: Dulce María Bracamontes Camacho, inmigrante mexicana, con cierto aire a Frida Kahlo ,que llega para curar todos los males con su "terapia ajobiótica".

Y de la rica galería de personajes fiorinescos , le llegará el turno a Nina Morante, "la dama vibrante del tango", una rea y aguardentosa cantante creada para participar en el exitoso "Anfitrión Cabaret" de Buenos Aires.

A partir de Nina, Fiorino se permite hacer una síntesis no sólo humorística y musical de sus alcances como creadora, haciendo un guiño al siempre efectivo humor político, con su alusión sarcástica a "los socialistas", haciendo referencia a la gestión municipal de los últimos años.

A lo largo de su recorrido artístico, Morante evoca sus pasos por algunos sitios de Rosario, como la recordada boite rosarina "La Cueva del tango" ,en la zona sur, para después recalar en Pichincha, donde alquila una pieza, justo en frente de la Secretaría de Cultura: "﷓íyo no quería ni ver la cara de los socialistas, no me toques el tema!", dice provocando la risa y el aplauso de su público.

Emotivo el final con el exitoso "Volver, volver, volver" , tema del cantante mexicano Vicente Fernández y el homenaje a la tragedia que vive actualmente el pueblo mexicano con mas de 50.000 muertos producidos por la lucha del gobierno con los narcotraficantes.