Lun 23.01.2012
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › CINE EL MAL DEL SAUCE, PRIMER LARGOMETRAJE DE SEBASTIáN SARQUíS

Desde lo real hacia la abstracción

Un hombre despierta en una isla del Tigre sin saber cómo ni porqué llegó hasta allí, secuestrado. De a poco redescubrirá su identidad mientras enfrenta la difícil relación con su hijo entre miedos y culpas. Un drama psicológico e introspectivo.

› Por Emilio Bellon

EL MAL DEL SAUCE. Argentina, 2011

Dirección: Sebastián Sarquís

Guión: Roberto Soto, Sebastián Sarquís, con la colaboración de Daniel Mancini

Fotografía: Mauricio Riccio

Montaje: Rafael Menéndez

Intérpretes: Jean Pierre Noher, Vicky Olivares, Lihuel Iván Porcel, Verónica Bellene, Mauro Santamaría, Cristian Vega.

Duración: 88 minutos.

Sala: Arteón

Calificación: siete (7) puntos.

Y fue entonces que Sebastián Sarquís, hijo de uno de los nombres más significativos del cine de fines de los '60 y de los '70, Nicolás Sarquís, por títulos como Palo y Hueso y La muerte de Sebastián Arache y su pobre entierro, decidió estrenar su primer largometraje, El mal del sauce, en nuestra ciudad, tras su presentación, en función especial, en el Festival de Mar de Plata y en Bogotá. El encuentro del público rosarino con esta obra inaugural de Sarquís hijo tuvo lugar el jueves 19, momento en el que de manera informal pudimos dialogar no sólo con su director, nacido en 1967, sino también con el jefe de producción y uno de los co﷓guionistas.

Una vez más la sala del cine Arteón, nombre emblemático generacional que nos permitió conocer relevantes films de la cinematografía universal, abría sus puertas a un cine alternativo. Y en este caso, en el marco de su cartelera semanal, programado el film en diferentes horarios, a un exponente alejado de los intereses y presiones del cine industrial. Son aspectos que comparte con Norberto apenas tarde, dirigida por Daniel Hendler, la coproducción argentino﷓uruguaya que se ha dado a conocer esta semana y que se exhibe en una de las salas de los cines Del Centro. Hay que decir que algunas notas periodísticas señalaron que El mal del sauce se podía pensar como un relato fílmico que participaba por igual de los universos de Franz Kafka y Jorge Luis Borges, en lo que hace a la densidad opresiva y laberíntica, asfixiante y claustrofóbica que padece su personaje. En ese espacio, que si bien es reconocible ambientalmente por algunos rasgos topógráficos que paulatinamente se va desrealizando desde difusas fronteras de percepción, igualmente me atrevería a ubicar allí en el deambular sonámbulo y abatido de ese hombre que se mueve en una desesperada línea de aparente e inmóvil fuga, a huellas de la escritura de Fiodor Dostoievski, marcadas por una creciente culpabilidad que enceguece. Y es en esta dirección, desde este lugar donde se nos presenta ahora lo que entiendo es uno de los films más conceptuales y opresivos de Nicolás Sarquís, El hombre del subsuelo. Esta película fue estrenada en septiembre de 1981, con la autoría en el guión del mismo director junto a Luis Príamo y a la novelista y cuentista Beatriz Guido, aquella compañera de Torre Nilsson, quien había fallecido en 1978. Encabezaban el elenco de este notable film Alberto de Mendoza (para él, el mejor rol de su trayectoria en el cine) y Miguel Ligero, junto a Regina Duarte, Ignacio Quirós, Héctor Bidonde, Aldo Braga y Ulises Dumont. Aquella historia está presente de alguna manera aquí, en el primer largometraje Sebastián Sarquís.

El título El mal del sauce remite a toda una creencia en boca de los lugareños de la zona del Delta del Tigre. Es este el ámbito en el que transcurre esta historia en la que aparentemente y de manera no definida un hombre ha sido secuestrado y espera las consignas de su hijo. Entonces podemos establecer como principio de organización del film no ya lo que hace al orden de los hechos que no responde a una linealidad explicativa, sino a un quiebre temporal, por cuyos renglones asoman los pasajes de Carta al padre, de Franz Kafka, y a un juego permanente de reflejos no sólo visuales que encuentra en los espejos la capacidad de jugar con las interrogaciones con la identidad. Podemos establecer, entonces, un quiebre sonoro por sobre todo. Y es que El mal del sauce, que cuenta con una significativa sintaxis, obra de una reflexiva operación de montaje a cargo de Rafael Menéndez, articula una propuesta de un continuum temporal, de proyecciones de vivencias y de interioridades, desde una acertada subjetivización que hace escala en el plano del sonido, lo que permite que el espectador pueda participar de manera más directa, y en otros momentos, distanciarse, de todo aquello que lo asalta a su personaje.

Pablo Sala tuvo a su cargo la labor del diseño sonoro y de la composición musical. Y su actor, Jean Pierre Noher, que no responde a modelos standards, compone a un persona﷓máscara sobre el que cada espectador puede recrear los gestos, estados de ánimo que considere. "Drama psicológico, no thriller", así definió el director a su film en la nota en que el colega, el crítico rosarino Fernando Varea, le realizara en la edición en Mar del Plata y que puede leerse completa, en Espacio Cine.Com. Acuerdo igualmente con él en que El mal del sauce se destaca por "la elaboración de los encuadres, la duración de los planos, la importancia del sonido, la construcción de un inquietante universo fuera de campo", tal como dice en su artículo.

Y recuperamos, en el cierre de la nota, el epígrafe del film. Le pertenece al autor más citado en este comentario crítico, Franz Kafka, a un apartado de su Cuadernos en Octava: "Cada hombre lleva en sí una habitación. Es un hecho que nos confirma nuestro propio oído. Cuando se camina rápido y se escucha, en especial de noche cuando todo a nuestro alrededor es silencio, se oyen, por ejemplo, los temblores de un espejo de pared mal colgado".

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