CULTURA / ESPECTáCULOS › TELEVISION. ESTA NOCHE A LAS 21.30 CONTINúA LA EMISIóN DE CORTOS
Dos nuevos episodios de La tabla de los sueños, resultado televisivo de la Maratón Audiovisual: una ópera prima, un cortometraje dirigido por el Secretario de Cultura (y realizador) Horacio Ríos y muy buenas actuaciones, hoy por Canal 3.
› Por Leandro Arteaga
Habrá más tabla de los sueños para esta noche, a partir de las 21.30, por Canal 3. Y a recordar que el nombre de este envío surge como consecuencia de la denominada Maratón de Producción Audiovisual, esfuerzo colectivo bajo la coordinación del Centro de Producción de la Escuela de Comunicación Social (UNR), que nuclea a la Dirección de Comunicación Multimedial de la UNR, el Centro Audiovisual Rosario, la Escuela Provincial de Cine y TV y la carrera de Producción y Realización Audiovisual de la Universidad Abierta Interamericana.
Ahora es el turno de La vaca y de Piernas de mujer, coherentemente con los números 54 y 77. Lo que ha derivado, merced a la característica operativa del emprendimiento, en la colaboración azarosa entre Inés Linares (guión) y Horacio Ríos (dirección) para el número 54, y Cecilia Pelliza (guión) y Gustavo Escalante/Luciano Redigonda (dirección) en el 77.
A destacar, en primera instancia, la vuelta al ruedo de la realización de Horacio Ríos, actual secretario de Cultura de la Municipalidad. En verdad, Ríos no estuvo nunca alejado -ni mínimamente- del quehacer audiovisual, aunque sí de lo que significaba tomar las decisiones de un director. Entre estos trabajos, muchos de los cuales cuentan con premios nacionales e internacionales, figuran Balada de la primera novia (1991, a partir del relato de Alejandro Dolina), y documentales como Crónica para no olvidar (1991), Tierra Dura (1996), y Los Palmeras: clásico santafesino (2003).
54La vaca se plantea desde la premisa del "tener la vaca atada". Un diálogo entre una escritora, un actor (¿o mejor "un personaje"?) y un teléfono, tendrá tres alternativas distintas, cada una de ellas tan factible como las demás. El blanco y el negro, el color, la pantalla dividida (depalmeana, pero muy '60), planos fijos, cámara móvil, leves zooms... En otras palabras, los elementos que hacen a la puesta en escena audiovisual oficiarán aquí en relación al tono que cada "capitulito" persiga. Entre estos elementos destaca, de forma relevante, el de la actuación. La tarea de María del Carmen Sojo y Severo Callaci es notable: modificación gestual, de modulación vocal, de relación con los objetos, de comodidad/incomodidad con el vestuario y ante las réplicas verbales.
Sólo tres alternativas, se decía, para un juego que bien podría haberse extendido más. Llama la atención cómo el abordaje de la cuestión homosexual -que el espectador sabrá apreciar- provoca reacciones diversas, por paradójicas, entre una época más "actual" y otra más "retro". Mientras el tiempo presente es pintado de blanco y negro (con una notebook de compañía, y el estatismo de la cámara plano/contraplano y los intérpretes), los sesenta (o lo que este cronista identifica como tal) se presentan coloridos, con un hablar más suelto, y un ejercicio de cámara consecuente. Las reacciones sobre la "homosexualidad" (¿de lo que se escribe? ¿de lo que se dice? ¿de los sueños? ¿qué es lo que preocupa, realmente, a estos dos personajes?) responden, de esta manera, a la puesta en escena.
En lo que refiere a 77Piernas de mujer, así como ópera prima de Gustavo Escalante es también otro capítulo más dentro de la filmografía de Luciano Redigonda, compuesta de títulos como Matando el tiempo (2003), El juego del viajero (2004), En el parque (2006) y Criatura sagrada (2010). La dirección conjunta podrá entenderse (¿por qué no?) como correlato de la tarea que Redigonda y Escalante llevan adelante en la videoteca del Centro Audiovisual Rosario.
Piernas de mujer sucede desde un corte horizontal, a partir de la división entre mundos que supone una mesa de comedor. Por arriba y en diálogo de silencios con un televisor: el matrimonio; por debajo y en contacto con colores y dibujos: la hija. El televisor pasa Una chica al rojo vivo, justo la secuencia donde Gene Wilder queda embobado -¡y cómo no!- ante el baile de Kelly LeBrock. Las piernas desnudas provocan la reacción de los padres: apagar el televisor.
Desde esta premisa, la pequeña buscará pistas que le permitan, si no cierto entendimiento, una espera confiada ante lo que supondrá, finalmente y de una buena vez, tocar el cielo (rayuela mediante).
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