CULTURA / ESPECTáCULOS › VERSIóN LOCAL DE "LA TERCERA PARTE DEL MAR" DE ALEJANDRO TANTANIáN.
El director Felipe Haidar eligió esta historia que transcurre en una noche que parece no terminar nunca. El personaje tiene un accidente y llega a una casa por ayuda. Allí se encontrará con una mujer perturbada por un horrible pasado.
› Por Julio Cejas
Afuera el mar es una presencia amenazante, adentro la amenaza no es menor, para el que se ha extraviado en su viaje, nada mejor que el abrigo de una casa perdida en la oscuridad, un sitio donde los espejos reflejarán lo imposible. Intrincado laberinto se abre a partir de un texto enigmático escrito por el prolífico actor, director y dramaturgo porteño Alejandro Tantanián: "La tercera parte del mar", según la versión del grupo Enjambre P que puede verse todos los domingos a las 21 en el Teatro de La Manzana (San Juan 1950).
El joven director Felipe Haidar debuta con esta impactante ópera prima, donde logra apropiarse de un texto polémico para muchos, y alcanza a transformarlo en un juego atrapante donde el espectador no terminará nunca de acomodarse en la butaca, como si los vaivenes de ese mar al que alude la obra, lo conmoviera con las olas encrespadas de una trama siniestra.
"El texto cuenta una historia que transcurre en una noche: el personaje de Rodrigo llega a la casa de Victoria en busca de ayuda porque tiene un accidente con el auto y se encuentra con una mujer perturbada por un pasado horrible; en esa noche que parece no terminar nunca se establece una relación extraña entre los personajes, se van identificando el uno con el otro y esa identificación mueve a que el espectador se pregunte: "¿quién soy?" comenta Haidar a Rosario/12, fundamentando su lectura de la obra de Tantanián.
Hay muchas claves escondidas en la textura de esta propuesta. Esa imperiosa necesidad de Victoria por ser nombrada, el tema de los espejos que proyectan su imagen, bifurcándola en dos. Los espejos también devuelven la imagen de los espectadores componiendo un friso de miradas cómplices sobre lo que acontece en ese cuarto.
Victoria encerrada en una casa juega con objetos infantiles, canta una nana, y se busca en los espejos que la nombran cuando proyectan su imagen, pero eso no alcanza, necesita escuchar la voz de otro ser pronunciando su nombre; allí entra en escena Rodrigo.
Haidar, oriundo de la ciudad de Santa Fe, toma contacto con el trabajo creativo de la actriz, docente y directora Laura Copello. Se radica en Rosario donde estudia la carrera de dirección teatral y se vincula con quienes serán los protagonistas de "La tercera parte del mar": María Cecilia Borri y Emiliano Dasso.
Ellos son parte de esa marea que envuelve al espectador desde el momento en que va ingresando a esa habitación, donde el desarrollo de las acciones se suceden; involucrando y rozando a un público que se estremece como si participara de algún extraño ritual diabólico.
"Aquí conozco a Soledad Otero, que se encarga de la prensa y producción de la obra. A la actriz Cecilia Borri y al actor rosarino Emiliano Dasso, con ellos empezamos a abordar una escena de 'La tercera parte del mar'; como trabajo para una materia de la Escuela Provincial. Después se suma Victoria Madariaga, integrante del grupo Ñandú que participa desde la asistencia de dirección y Celeste Bardach, que se integra para asistir en la parte técnica de la obra", cuenta el director completando el staff del grupo Enjambre P.
La puesta en escena es otro hallazgo de Haidar que contó con el aporte de Huella Laetoli en el diseño de una escenografía que comienza en la entrada de la sala, a la manera de una sugerente instalación que se proyecta hacia el interior de ese espacio casi onírico en el que se encuentran los protagonistas.
El título de la obra remite a un fragmento bíblico del Apocalipsis. "La tercera parte del mar se convirtió en sangre...", una metáfora que en el texto de Tantanián encuentra múltiples lecturas, casi todas ligadas al tema de la búsqueda de la identidad, a crímenes y cuerpos arrojados al mar. El nombre de Victoria y esa historia de un padre que la somete a torturas, una poética de cadáveres escondidos bajo el piso, resucitados para construir un puente en el medio del mar.
Dentro de tantas posibles interpretaciones hay una frase que pronuncia Victoria, que seguirá latiendo en nuestros oídos y que nos seguirá sembrando de preguntas: "La belleza no es más que terror domesticado".
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