CULTURA / ESPECTáCULOS › DIRIGIDO POR FRANCISCO MARAGNO, EL CORO DE LA UNR CUMPLE 45 AñOS
Distinguida por su gran profesionalismo, la formación que se reúne a ensayar todos los martes y jueves, a las 20, en la Escuela de Música de la UNR, está abierta a incorporar participantes. La selección del repertorio es un acto de fe.
› Por Edgardo Pérez Castillo
La disonancia característica de los pasillos de la Escuela de Música, esa mezcla de timbres que escapa de los salones para mezclarse sin lógicas armónicas acompañando así la recorrida por el viejo edificio de Berutti y Riobamba, no llega a invadir por completo el aula 1, allí donde el Coro Polifónico de la Universidad Nacional de Rosario se va alineando para uno de sus dos ensayos semanales. Como cada martes y jueves, desde las 20, más de treinta individualidades se convierten en cuerdas del instrumento que con rigurosidad ejecuta su director, Francisco Maragno, hermano del fundador y primer conductor del organismo, Virtú Maragno.
La constitución del Coro Polifónico de la UNR se remonta a 1967, y tuvo como objetivo primario "cubrir una finalidad académica, para que los chicos tuvieran un lugar donde poder ensayar repertorio, fundamentalmente como complemento de la carrera de composición, de contrapunto, de armonía", según apunta Francisco Maragno. Desde sus comienzos, sin embargo, la formación estuvo marcada por la pluralidad de sus componentes. Cuarenta y cinco años después, el organismo aún sostiene ese carácter diverso: entre sus cuerdas conviven hombres y mujeres, estudiantes, profesionales, docentes, jubilados. Una heterogeneidad, es cierto, que suele corresponderse con numerosas formaciones corales, allí donde las individualidades, las historias de vida, se funden para hacerse un único cuerpo. Sin embargo, hay aquí algunas cualidades distintivas que, tal como van apuntando algunos de los miembros ante la presencia de Rosario/12, por un lado están dentro de una tradición coral en la ciudad y, por el otro, se vinculan con un modo de trabajo profesionalizado.
Aunque desde su rol como conductor Maragno relativizará de inmediato esa condición profesional, presenciar un único ensayo del organismo permite aproximarse a un método de trabajo exhaustivo, intenso, alejado de la condescendencia de parte del director hacia los coreutas, que no perciben sueldo alguno y se prestan a una rigurosidad cuyos resultados se hacen evidentes en cada interpretación. Aún, incluso, cuando las marcaciones y correcciones del director dejan en claro que el trabajo aquí es una constante.
La emotividad de un madrigal renacentista, la alegre confesión de otro madrigal (Madonna sua mecè por una sera de Luca Marenzio), el conmocionante y oscuro Prelude for voices de Walter Schuman (compuesto sobre textos del poeta Thomas Wolfe) y, ya dentro de la rama popular, el tango Volver, hacen evidente la intensidad de los ensayos. Pero, además, ejemplifican la amplitud de un repertorio ambicioso. "En esta larga trayectoria de 45 años el Coro ha tratado de mantener y representar los aspectos artísticos que se desarrollaron en el transcurso del tiempo y hoy puede exhibir un importante catálogo repertorial con obras a capella, con acompañamiento de orquesta barroca y clásica, orquesta sinfónica, grupos instrumentales diversos, que cubren el espectro histórico desde el Temprano Renacimiento hasta nuestros días", apunta al respecto Francisco Maragno.
En ese amplio margen, incluyen obras sinfónicas corales y de música clásica y barroca. Maragno distingue apenas algunas, como el Requiem alemán y el Nänie de Brahms, el Stabat mater de Schubert, la Novena Sinfonía coral de Beetoven, misas de Mozart, misas luteranas de Bach, la participación de las óperas La Boheme y Madame Butterfly de Puccini o el cancionero gitano de García Lorca. "El coro, entendido como un instrumento de alta jerarquía artística no ha dejado de lado la música de nuestro tiempo --distingue por otra parte Maragno. Representada por Béla Bartók, William Schuman, Roberto Caamaño, mi propio hermano Virtú Maragno, Emilio Dublanc y por supuesto Carlos Guastavino. Tampoco ha ignorado las manifestaciones de la música folclórica y popular, entendidas como expresiones representativas y auténticas referencias de la creatividad Popular. Pero Popular con mayúscula".
La distinción realizada por Maragno, esa acentuación mayúscula, está estrechamente vinculada con su concepción de aquello que debe ser considerado como arte. No hay obras a la moda dentro del repertorio del Coro Polifónico, construido con un mínimo grado de negociación entre los coreutas y el director, que tiene en claro los márgenes que limitan la posible inclusión de las composiciones. "Busco obras que sean realmente representativas, que tengan una carga creativa importante remarca. Tenemos un repertorio que está en la gloriosa tradición polifónica que no hace casi nadie. La onda es hacer música popular... Bueno, nosotros hacemos algunas cosas muy lindas de la música popular, dentro del folclore y el tango. Después dentro de lo que es el rock hay como mil vertientes, cada uno hace la chifladura que quiere, y para mí no tiene ninguna significación. Hoy el rock va a juntar multitudes y mañana se lo va a olvidar fácilmente. Incluso se olvidan las cosas buenas, en otra desgracia que tiene lo que llamamos la posteridad. Porque decimos que lo que la posteridad guarda es lo que realmente vale, y a lo demás lo desecha, pero es mentira: hay muchas cosas de las que la posteridad se ha olvidado y valen la pena. Por éso yo recupero algunas obras".
-En cierta forma lo que usted propone es un mecanismo de resistencia...
-Sí... está bien. Podés decirlo así.
Para esta temporada aniversario, el Coro Polifónico está preparando el Requiem en do menor de Luigi Cherubini y Carmina Burana de Carl Orff, que buscarán presentar junto a la Orquesta de Cámara Municipal. La posible edición de un disco es otra de las aspiraciones de un organismo que sigue construyendo su historia guiado por el apellido Maragno, constituyéndose gracias al profesionalismo de su cuerpo vocal (ése que, de cara a lo que se avecina para el 2012, mantiene abiertas sus puertas a quien quiera sumarse). Un conjunto de individualidades que, como un gran corpus, se sabe parte fundamental de la resistencia.
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