Mié 14.11.2012
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. LOS VíNCULOS LITERARIOS EN RíO ANCHO EDICIONES

Historias que se entrelazan

Alma Maritano, Martín Sansarricq y Pablo Colacrai conforman el consejo editor del sello, que incluye en su catálogo las obras de estos dos últimos, que son reseñadas en esta página, en la que Maritano también habla de su novela.

› Por Beatriz Vignoli

Hoy a las 20, en el subsuelo del bar La Sede (Entre Ríos y San Lorenzo), se presenta un nuevo libro de Río Ancho Ediciones: Fuegos en el Cielo, primera novela de Martín Sansarricq (Rosario, 1977). Con un intenso suspense, la novela anuda al azar en un bar los destinos de sus seis personajes, tres de los cuales (Diego, Oscar y Vitu) monologan en tercera persona con un estilo machacante, insistente. De los otros tres, dos (Abel y Mari) encarnan el mal mientras que un sexto (Beto) vacila, convirtiéndose en el factor de incertidumbre.

El bar es un microcosmos contemplado desde la inocencia paranoica de tres seres humillados y ofendidos, quienes en su rumiar condenan secretamente a los otros por excesos siempre vinculados al fuego en algún sentido. Hasta que se sublevan y deciden imponerse: "Se trataba de hacer lo que fuera necesario. Jugarse todo, quemar el cielo, el propio cielo, prenderlo fuego y darlo vuelta. Que las cosas cayeran por su peso", monologa el protagonista de Fuegos en el cielo.

Lo presenta Alma Maritano, quien dialogó con Rosario/12 sobre su experiencia como revisora literaria del nuevo libro y sobre su propia novela juvenil, Réquiem para Max (La novela de Robbie), editada por Colihue y presentada el miércoles de la semana pasada en Homo Sapiens por Pablo Colacrai, autor de La noche en pleno día, libro de cuentos publicado por Río Ancho Ediciones (ver aparte), sello del que Colacrai integra el consejo editor junto con Maritano y Sansarricq.

Un recurso de verosimilitud eficaz de las sagas es responder a sus lectores la pregunta de qué hizo en todos estos años el protagonista: no se retoma la historia donde se la terminó de contar, sino que se abre una elipsis que se estira para abarcar el tiempo real de la vida del público. Así, Robbie, el protagonista de la saga de Alma Maritano, en el libro anterior anotaba frases en una libreta (lo mismo que luego hará Diego en la novela de Sansarricq); en su cono de sombra, Robbie habrá sido novelista.

Continuación de Pretextos para un crimen, Réquiem para Max se abre con una introducción donde la autora juega entre la realidad y la ficción, con ella misma como personaje. La escena enmarca el encuentro entre la autora y la obra del autor in fabula. "En Pretextos para un crimen, Robbie le dejaba su novela a su tía --evoca Maritano--. Este otro manuscrito suyo llega a mis manos. En Pretextos... también hay una referencia concreta a la escritora Angélica Gorodischer, quien por entonces no era tan conocida como ahora. Robbie se encuentra ahí con toda una biblioteca de ciencia ficción; la novela de Robbie tenía que ser de ciencia ficción".

En su paranoia delirante (descripta con un hondo insight; y hay otra gran mirada sobre la paranoia, el delirio de referencia de Oscar, en el libro de Sansarricq), Max se desdobla en un extraterrestre que lo instiga a librarse de Alvarez Quintanilla, su odioso jefe en una agencia de publicidad, a quien, "como al padre de Los hermanos Karamazov, todos quieren matarlo", según comenta Maritano. (Sin embargo, no hay ningún arrepentimiento final a lo Crimen y castigo).

- La de Robbie es una ciencia ficción más psicológica, más parecida a la del siglo XIX, donde lo extraordinario tomaba la forma de lo fantástico y del prodigio, a diferencia de la ciencia ficción del siglo XX, que es la que cultiva Gorodischer: allí el autor crea desde cero un universo contrafáctico completo, donde todo parece "normal".

- Sí, es más cercana a lo fantástico, es psicológica y ante todo es existencial. Max, el protagonista de la novela de Robbie, es un muchacho que viene de una ciudad chica a la gran ciudad, donde es discriminado y humillado al punto de preguntarse: "¿quién soy?". El personaje de ciencia ficción le aporta un desdoblamiento necesario para que pueda pasar al acto, y así recobre su yo. Sartre distinguía entre el gesto y el acto. La verdad del sujeto está en su acto, no en esos puros sentimientos que por civilización se ocultan y reprimen.

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