CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. EL CAMINO DEL OTOñO, NOVELA DE MARCELO SCALONA
Ante la inminencia del fin del mundo, la confección de una biblioteca universal refleja la capacidad de resistir al poder
› Por Beatriz Vignoli
A comienzos de la última década del siglo pasado, en el año 1 de la convertibilidad, cuando Marcelo Scalona comenzó a escribir su primera novela, al polvillo de los escombros del Muro de Berlín todavía no lo habían disipado los neoliberales vientos de cambio de la post guerra fría. Ya no era posible sentarse a escribir una novela apocalíptica de espionaje, género cuyo certificado de defunción aún no se había emitido. Cabía apropiarse literariamente, con humor paródico, de ciertos tópicos algo naïf de esos géneros en extinción, para construir algo distinto. Cual audaz barman de un posmodernismo crítico que no se atrevía aún a decir su nombre, aquel novel autor rosarino echó in the mix un poco de Fahrenheit 451 (que no es un perfume sino una novela de Ray Bradbury); algo de "La biblioteca de Babel" de Borges, y (quizá de contrabando) un toquecito de Nuestro hombre en La Habana, de Graham Greene, libro que seguramente jamás hubiese entrado en la rigurosa selección para una biblioteca universal del Arca de Noé que se le encomienda elaborar al protagonista.
Cuando finalmente El camino del otoño salió publicada por la editorial porteña Corregidor en su primera edición de 1995, con revisión, prólogo y espaldarazo real de Angélica Gorodischer, la novela fue mucho más que eso. El relato poseía la fuerza de una fábula ética sobre la capacidad social de resistencia al poder: sobre los subterfugios y secretas alianzas de quienes son humildes pero sabios. El tema es de vigencia imprescriptible y el libro se reedita, en este año final del calendario maya, por la editorial rosarina Homo Sapiens, donde su autor dirige la colección Ciudad y Orilla. Se presenta hoy a las 19.30 en el bar El Cairo (Sarmiento y Córdoba). Pondrá su voz a los textos el actor Luis Machín.
Abogado, escritor y docente de taller de escritura de reconocida trayectoria, Marcelo Scalona colaboró en la sección Contratapa de Rosario/12 desde 1999 hasta 2004; 51 de esos textos fueron reunidos en Compostura de muñecas, con prólogo de Rafael Bielsa. Publicó además El altillo de mis oficios (cuentos, 1998), Enrarecido (novela, 2008) y El portador (novela, 2011).
El camino del otoño se abre con una escena de pesadilla paranoide que evoca en todo sentido el comienzo de El Proceso (el de Kafka y el de la Argentina). Si hubiera que resumirla en una sola frase, sería esta: "¿De qué sirven tus libros si no pueden salvar a un niño?". "La corregí con Angélica Gorodischer durante dos años --recordó hace unos días Scalona en un breve diálogo con Rosario/12--. En 1995 la presenté en Rosario con Angélica Gorodischer y actores, Gustavo Di Pinto y Silvina Giró, que teatralizaron pasajes, en la sala Mateo Booz".
Relata Scalona que se trata de "una novela breve, casi un cuento largo, como una miniatura de la novela clásica". "Ante la inminencia del fin del mundo, un viejo argentino tiene que armar una biblioteca: un loser argentino, enfrentando a una corporación internacional, en correrías imposibles, tratando de salvar lo imposible de salvar". En su lucha clandestina, Tesalio Feijoó se aliará con otra elegida, una monja llamada Chiara. Scalona aprovecha el listado de la ficción para armar no sin ironía su propia currícula de inclusiones y exclusiones, su propia biblioteca ideal: "La selección es en muy poco tiempo, y el protagonista advierte que la guerra inevitable es una excusa de los poderosos. La novela se va convirtiendo así en un ensayo político".
En el comienzo de la lista de agradecimientos de la primera edición (hoy agotada) se lee: "A Marcelo Cuña, que sacó las fotos; a Don Alejandro Rodríguez Miranda y Matías Luis Scalona, que se las dejaron sacar". Informa el autor que los modelos de aquella foto de tapa son su hijo Matías y un cliente del estudio, "una víctima judicial". "Ahora la tapa es mucho más abstracta", anticipa Scalona y cuenta que Lucas Mililli, diseñador de la editorial, intervino en Photoshop una imagen del túnel que está cerca del Parque España para sugerir los refugios antiatómicos donde transcurre gran parte de la acción.
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