CULTURA / ESPECTáCULOS › LAS CINCO REEDICIONES DE LA BIBLIOTECA FONTANARROSA
El Grupo Planeta, que ya agotó los cinco libros del Negro publicados en octubre, presentó en Rosario Uno nunca sabe, Nada del otro mundo, Best Seller, El mayor de mis defectos y Te digo más. Los viejos y los nuevos lectores que celebran el fin de un conflicto.
› Por Beatriz Vignoli
Caluroso en más de un sentido fue el lanzamiento nacional en Rosario de las cinco nuevas ediciones de la colección Biblioteca Fontanarrosa en Rosario del Grupo Planeta, que ya agotó los cinco libros del Negro publicados en octubre. La selecta presentación de Uno nunca sabe (con tapa ilustrada por Oscar Grillo), Nada del otro mundo (tapa ilustrada por Maitena), Best Seller (tapa ilustrada por Tute), El mayor de mis defectos (tapa ilustrada por Luis Felipe Noé) y Te digo más (tapa ilustrada por Hermenegildo Sábat) estaba anunciada en la Terraza de la Cúpula de Plataforma Lavardén el miércoles pasado. La fecha se mantuvo, pero en vista del pronóstico de tormenta el lugar se cambió al Gran Salón del quinto piso, donde un batallón de ventiladores de pie no pudo paliar la falta de aire acondicionado.
Unos estoicos y algo malhumorados vigilantes trajeados, tal vez amigos de Boogie el Aceitoso, detenían a los ingresantes para cotejar si estaban en la lista de invitados. Un lunch que hubiera hecho las delicias de los protagonistas del cuento "Los últimos vermicelli" entretuvo el paladar de los sudorosos rosarinos elegidos mientras tres amigos del Negro desgranaban recuerdos desde el escenario, adonde luego subió el cuarteto del Chivo González con un excelente jazz.
El escritor y funcionario Rafael Ielpi, el escritor y editor Juan Martini (venido especialmente desde Buenos Aires) y el dibujante e ilustrador Crist (Cristóbal Reynoso, quien fue editor de la revista cordobesa Hortensia) coincidieron en elogiar la genialidad y la modestia de Fontanarrosa, un chico grande que jugaba a los pistoleros por la calle en las inmediaciones de su casa paterna en barrio Alberdi. "No jugábamos a los pistoleros; imitábamos a Boogie el Aceitoso, a quien el Negro se imaginaba como un vecino violento", corrigió Crist, coprotagonista de la anécdota. El otro Negro, Ielpi, rememoró cómo fue testigo del Rosariazo de 1969 junto al fotógrafo Carlos Saldi, autor de los registros fotográficos del hecho. Cabe agregar que la imagen del estudiante asesinado por la policía de Onganía, captada por Saldi, fue recreada en la tapa de la revista Boom en uno de los pocos dibujos de Fontanarrosa que no son cosa de risa.
Nacido en 1944 al igual que el Negro, Martini contó que Roberto Fontanarrosa se acercaba a su librería frente a La Bolsa de Comercio y le contaba que había empezado a escribir cuentos porque se aburría por las tardes luego de entregar sus dibujos para los diarios. Primeros cuentos que fueron reunidos por Martini para la primera edición, por el sello local independiente que él dirigía a comienzos de los años setenta, de lo que luego sería reeditado como Los trenes matan a los autos. Tan entrañablemente loser como los personajes de sus propias novelas, Martini confesó haber tenido en sus manos el original del primer dibujo de Inodoro Pereyra: "No lo conservé. Me quiero matar". Lo demás es historia: 75 títulos por Ediciones De la Flor desde 1971 hasta 2008, en que la renovación automática fue desactivada por su hijo Franco, y el resultado: tras la veda, los cinco libros que salieron el mes pasado por la Biblioteca Fontanarrosa del Grupo Planeta ya agotaron sus tiradas de 10.000 ejemplares por título. A razón de 79 pesos cada uno, fue un buen récord. Al ya proverbial silencio de Franco se contrapuso una sonada ausencia: la de Silvina Ross, omitida de la lista que tenía el señor que cuidaba la puerta.
Ahora, con una tirada de 12.000 ejemplares por título, encontrarán nuevos lectores libros como Nada del otro mundo (1987). Cabe esperar que surjan frescas carcajadas de relatos tan actuales como esa parodia de los Cuentos de la selva de Horacio Quiroga que se permite Fontanarrosa en "La yacuaregazú". Es para festejar que las jóvenes generaciones conozcan a ese Antonio Porchia de ficción que es uno de los personajes más sutilmente cómicos de Fontanarrosa: el autor de sentenciosos pero desopilantes aforismos Ernesto E. Etchenique, quien declara: "Simula reír la hiena. Pero no entiende los chistes".
Best seller fue la primera novela de Fontanarrosa: una risueña parodia de las novelas de espionaje de la Guerra Fría que fue publicada en su primera edición por Pomaire en 1981, reeditada por De la Flor en 1985 con un éxito de ventas como el del irónico título.
"¿Sabés cuanto hace que la vengo mirando a esa mina? ¿Sabés cuanto hace? Dos años. Debe hacer como dos años... ¿Y? íNada! Nada de nada". Así dialogan Mochila y Mario, los personajes del cuento que da título a otro de los libros reeditados: "Uno nunca sabe", y que es uno de los tres cuentos en que se basa la comedia teatral La mesa de los galanes.
El mayor de mis defectos había salido en 1990. Brillante parodista del género ensayo, en Te digo másà y otros cuentos (2001) el creador de Inodoro Pereyra se mofa de los naturalistas de la fauna autóctona del siglo XIX en "Apuntes iniciales sobre la hormiga pampeana" y del libro de autoayuda para padres en "Cambios en tu hijo adolescente".
En el evento estuvieron presentes altos funcionarios del gobierno a todos los niveles. No es para menos, ya que el Proyecto de Resolución Nº4106/2012 expresa el beneplácito oficial por el "rescate" de la obra del humorista. En el texto firmado por los diputados Raúl Acosta, Luis Sánchez y Fabricio Bolatti, se lee que la discusión entre Franco Fontanarrosa y Gabriela Mahy por la titularidad de los derechos se dirime en el Juzgado Civil y Comercial Nº 12 de Rosario, a cargo de Fabián Bellizia, y que allí también hay radicado un pleito entre el editor Daniel Divinsky (Ediciones de la Flor) y el hijo del escritor en torno del libro que contiene los últimos relatos del rosarino. El libro sigue inédito. En lo que parece un cuento del Negro, el juez Bellizia dice en el texto citado que se considera un beneficiado por ser el único poseedor del manuscrito, pero que no lo leyó entero porque no tiene tiempo. Por una involuntaria ironía póstuma del Negro (fallecido en 2007) su libro en litigio lleva el título de Negar todo.
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