El año que acaba de irse fue de crecimiento sostenido en la publicación de libros de literatura rosarina. Y lo mejor es que se fue dejando el dulce sabor de que el crecimiento va a seguir, de que en 2013 se van a redoblar las apuestas y de que esto recién comienza.

Instancias privadas y públicas de edición se articularon en sinergias productivas donde las primeras maduraron en profesionalismos (editorial, mercadotécnico y literario) y las segundas asumen cada vez más democráticamente sus responsabilidades ante los bienes culturales.

El subsidio provincial de Espacio Santafesino recién llegó pisándole los talones a Santa Claus, pero desparramó más luces de esperanza. Nada de esto era pensable hace dos años. Por entonces, sólo la Editorial Municipal de Rosario marcaba tendencia visible en la edición de autores rosarinos. Ross probaba con colecciones y antologías, Ciudad Gótica peleaba en las sombras y Beatriz Viterbo prefería editar autores nacionales; por lo demás, el pagar para editar desalentaba. Sobraba espacio en esta página para reseñar los libros nuevos; este año, no alcanzó. Quedaron como asignatura pendiente para enero unos cuantos libros de excelente nivel pese a su pequeña tirada. ¿Qué cambió? Mucho. Se suman desde entonces varios actores decisivos.

Hace dos años, nació de una iniciativa abierta y colectiva la FLIA Rosario (Feria del Libro Independiente y Autogestivo), haciendo posible la venta desde la autoedición; Nicolás Manzi y Gervasio Monchietti empezaron a sacar libros a fuerza de hilo de coser y trincheta, pagando a los autores; el Festival de Poesía instaló su feria regional de editoriales independientes, sumando debates sobre el tema; Maximiliano Masuelli y Ana Wandzik crearon su proyecto Iván Rosado, y la editorial Homo Sapiens le encargó al escritor Marcelo Scalona dirigir una colección de literatura de autores vivos de la región. Este año, todos ellos consolidaron su prestigio. La sinergia se da en todas direcciones, en un círculo virtuoso que no se detiene.

La Editorial Municipal de Rosario sumó excelentes títulos a su "Colección Naranja" de crónicas, no contentos con lo cual editaron libros de fotos y crearon dos nuevas colecciones (una de fotografía contemporánea y otra de novela corta) de altísima calidad, continuando además con las compilaciones ligadas a la UNL y al Festival de Poesía, que en su vigésimo año produjo además una antología de todos los poetas rosarinos invitados al Festival desde 1993. La colección Ciudad y Orilla de Homo Sapiens fue uno de los proyectos que se beneficiaron con Espacio Santafesino; otro fue la nueva editorial cooperativa Río Ancho ediciones, que publicó tres obras de narrativa de notable calidad, en especial la de Pablo Colacrai. También fue subsidiada por Espacio Santafesino la innovadora colección Brillo de Poesía Joven de Iván Rosado, editorial que sentó sus reales en el Club Editorial Río Paraná: una esquina de barrio Refinería que albergó lo mejor de los eventos del año. Entre ellos, a Escena Doméstica, un proyecto nómade que articula teatro y otras artes en espacios hogareños.

Surgieron en 2012 dos nuevas editoriales independientes que publicaron libros genuinamente renovadores, de esos que son como quillas que pasan por el agua de las letras y harán sentir su oleaje mucho tiempo después: La Pulga Renga, que editó al poeta Pablo Ascierto, y Yo soy Gilda, con una obra fuera de género por Lila Siegrist. En diciembre, Manzi y Monchietti ganaron subsidios provinciales que les permitirán subir un nivel y ceder la ardua tarea del comienzo a sellos más pequeños.

Los escritores que editan fundan su prestigio publicando en otras editoriales independientes y así se va constituyendo una red. Las presentaciones de los libros fueron auténticos eventos. Mucho tuvieron que ver las redes sociales y los nuevos medios digitales, como Letra Cosmos, donde el escritor Jorge Barquero celebra a Facebook: "Fui reticente a entrar a sus páginas, y aún no la domino, pero me alegro por haberme asomado a tantos tapiales de personas dignas de admiración y respeto", declara. Bien. Nos resta responder a la pregunta: ¿Qué falta ahora? Producción crítica. Revistas literarias. Distribuidoras que les permitan a estos editores emergentes rosarinos llegar a lectores en todo el país y capitalizar los subsidios animándose a tiradas de mil ejemplares, para que todo este crecimiento sea real.