CULTURA / ESPECTáCULOS › LIBROS. "QUERIDA QUERIDA QUERIDA", DE PABLO GAVAZZA
El tercer trabajo de Gavazza es un homenaje a la figura de Delia Rodríguez Araya, abogada defensora de presos políticos. El autor plasma un trasfondo horroroso narrado con máxima sutileza sin el menor dramatismo.
› Por Beatriz Vignoli
Tres palabras, o mejor dicho: una misma palabra, repetida tres veces, constituyen el título de la tercera novela de Pablo Gavazza: Querida querida querida, presentada en octubre del año pasado y publicada ese año por Ciudad Gótica. Ni la extrañeza de la repetición, ni la sobria tapa abstracta dejan suponer que se trata de lo que se trata: un homenaje a la abogada defensora de presos políticos Delia Rodríguez Araya (19292009), la única que se animó a defender a Juan Martín Guevara (el hermano del Che) cuando cayó detenido en Rosario en 1975. En plena dictadura, Delia empezó la investigación que luego, junto al trabajo que hizo con sus "hormigas" de Familiares de Detenidos y Desaparecidos por Razones Políticas, resultaron en el informe de la Comisión Nacional sobre Desaparición de Personas de Rosario y en la sentencia del 26 de marzo de 2012 con prisión perpetua para Ramón Díaz Bessone y José Lofiego (entre otros represores genocidas también condenados).
La intimidad de los últimos años de esta luchadora íntegra e incansable por los derechos humanos, sus recuerdos, sus frases, su cuerpo menudo, su estilo de rodete y tacos altos, su relación con su hija médica (la misma profesión de Gavazza), y al fin una nueva y más íntima lucha, que se da esta vez entre su temple combativo y la enfermedad que la deja postrada, son pinceladas que Gavazza va dejando caer como con displicencia para construir, sin estridencias épicas, el retrato novelado de su cara oculta: la de su fragilidad. El trasfondo de esta construcción es otra historia: la del desencuentro de décadas de la familia de un sobreviviente al que ella ha logrado rescatar.
Al comienzo del libro, el lector cree reconocer al investigador despistado de ese policial macabramente romántico que es Amores eternos. Una momia en Rosario (EMR, 1998) con el que obtuvo el primer premio en la primera edición para el género novela del concurso Municipal de Literatura Manuel Musto (y de este modo la Editorial Municipal de Rosario recuperó la tradición del Premio Legado Musto). Un jurado integrado por Angélica Gorodischer, Alberto Giordano y Sergio Delgado celebró en forma unánime al detectivesco antihéroe que recorre la Facultad de Medicina y sus alrededores tras la verdad acerca de la mujer embalsamada en su sala principal. Este es el escenario también de su siguiente novela, El Taunus verde, publicada en 2009 por Ciudad Gótica y que también tiene un antihéroe errante.
Si el cine de Claude Lelouch era una influencia estética fuerte en El Taunus verde, en Querida querida querida el cine francés de la nouvelle vague está presente a través de Godard, desde las múltiples asociaciones que dispara el significante "Mao" hasta la falsa deriva situacionista con que se abre el libro. Pronto se sabe que esta errancia casi amable no es el paseo en trance de algún poeta drogado. Es la huida sin rumbo a través de Europa de un sobreviviente del siniestro sistema de secuestro y desaparición forzada de personas implementado por la última dictadura en Argentina, y quien ha sido torturado hasta la destrucción de su sistema nervioso, y de quien Delia espera que se haya podido encontrar con sus familiares exiliados, a pesar de la escasa capacidad que le queda de poder lograrlo. Este trasfondo horroroso es narrado por Gavazza con la máxima sutileza, sin el menor dramatismo excepto por dos bellos monólogos líricos que son otra marca de agua del estilo Gavazza.
La delicadeza con que Gavazza se mete en la conciencia de un "muchacho" (así se lo denomina al comienzo) con tales secuelas neurológicas recuerda a las descripciones de sus pacientes que hace el doctor Oliver Sacks en libros como El hombre que confundió a su mujer con un sombrero. La capacidad de amor de José (así se llama el personaje) permanece intacta, a diferencia de lo que fatalmente sucedía con aquel antihéroe depresivo de El Taunus verde. En uno y en otro se deja traslucir quizás el espectro de Mersault, el protagonista de El extranjero de Albert Camus. Los tres son seres alienados y a la vez serenos, habitantes de la más pura inmediatez, dispuestos todavía a esperar algo del paisaje y de las cosas. Es notable el contrapunto con el hijo de José, Ernestito, quien desarrolla un particular procedimiento del arte fotográfico con el fin de capturar lo perdido. O con el del padre de José, que fabrica una reliquia para su nieto con el único fragmento del hijo que le queda. Al igual que el personaje de la novela anterior de Gavazza, los de Querida querida querida son seres que lo han perdido todo, y cuyas circunstancias los superan.
El oficio adquirido en las dos novelas anteriores le permite a Gavazza tramar con tan fina filigrana la minucia íntima en el reverso de la gran historia trágica que cuentan los expedientes judiciales.
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