CULTURA / ESPECTáCULOS › MUSICA. ESTA NOCHE TOCAN GILLESPI + WILLY CROOK & THE ROYAL WE
Liderada por quien fuera trompetista de bandas como Sumo y Las Pelotas, y por el ex saxofonista de Los Abuelos de la Nada y los Redonditos de Ricota, la explosiva banda actuará en Rosario luego de editar el Dvd Live from Rulemánia.
› Por Edgardo Pérez Castillo
"¡Ah, lograste que te hablara ése! Está todo muy mal, Indio y Skay un poroto...", suelta Willy Crook, puesto al tanto de que, algunos minutos antes, la llamada de Rosario/12 había tenido como destinatario a Marcelo "Gillespi" Rodríguez. El humor que ronda las charlas con uno y otro, ironiza sobre los conflictos de estrellato que, lógicamente, no tienen cabida en el sorprendente proyecto que tiene como referentes al saxofonista y al trompetista. Lo cierto es que Crook y Gillespi son las caras visibles de un grupo numeroso que, aunque variable en sus formas --puede pasar del formato trío a sumar una veintena de artistas en escena, entre los que se cuenta el rosarino Gonzalo Aloras--, nunca renuncia al groove, al espíritu celebratorio y a su evidente herencia funk.
Porque es allí, en el funk, donde ambos músicos eligieron darle lugar al juego. "Nos terminamos dando cuenta que tanto el funk argentino, como nuestras cosas solistas son muy poco transitadas en el país --analiza Gillespi--. De hecho muchos nos preguntaban por qué hacíamos esta música... Lo cierto es que Willly lleva varios años y muchos discos coherentes, con su propia estética. En mi caso también, porque finalmente grabé ya como seis discos de mis canciones, de mis músicas. Por lo tanto confluyen una cantidad de cosas. Pero básicamente lo que hacemos es original. Es música propia, música que tampoco tiene un anclaje en las bandas en las que nosotros tocamos. Que la mayoría llegaron a ser muy populares: estoy pensando en Las Pelotas, Divididos, Sumo, estoy pensando en Willy con Los Redondos, con Los Abuelos de la Nada. Son bandas muy homenajeadas, por casi todos los colegas, pero nosotros tampoco nos subimos a esa historia. Es raro...".
Para el saxofonista y guitarrista, hay otras definiciones que también permiten describir a un proyecto que no especuló con el vínculo de sus líderes con aquellas bandas legendarias. "El nombre que esto tenía originalmente era acid jazz, que era una manera solapada de decir que tipos que no saben tocar más que play, un disc jockey, se copaban con gente que supiera tocar, entonces se empezaron a mezclar bases con instrumentistas que tocaran grosso. La época de Soul to soul, Incognito (de donde salió después Jamiroquai), la cosa cool agradable, de boliche, con solos desopilantes de grandes ejecutores de la música. Que no es nuestro caso...", define, y ríe, Crook.
Derivada de algunos encuentros fortuitos, del impulso de amigos en común, la reunión entre Gillespi y Crook no excluyó a ninguno de los músicos de sus correspondientes bandas. "Nosotros encontramos este formato, que por momentos es monstruoso. Pero cada uno hace lo que tiene que hacer. Es un concepto medio sintético, como cuando escuchás música negra. Es un concepto de contribuir a que la banda groovee, que tenga ritmo", indicará Gillespi.
Lo cierto es que los resultados a esa apuesta multitudinaria fueron dándole más vida a un proyecto que, después del debut con dos funciones en el Teatro La Cova de Martínez y de colmar una sala de 500 butacas en Banfield, se le animó al ND/Ateneo, en una fecha que terminó dándole lugar al registro de Live from Rulemánia. Desde entonces, y tras una buena cantidad de shows en distintos escenarios (con festivales incluidos), según apunta Crook "la banda ha ido progresando en frescura". "Gran parte de lo que creció es que cada vez estamos menos preocupados por los ajustes del espectáculo. Ya el caos es una constante necesaria para que estemos divertidos. Creo que quien entienda esto pagaría el triple de la entrada para estar en camarines, donde se toman las decisiones y nos divertimos muchísimo", invita el saxofonista.
Y no parece exagerada la definición, según se desprende del adelanto que Gillespi hace en relación a las cualidades del concierto que esta noche, a las 22, ofrecerán en Willie Dixon: "No sé cómo armaremos el show, eso lo vamos arreglando en el camarín antes de tocar. El show se configura de distintas maneras, hay gente que baja y sube del escenario. Al principio me despacho con varios temas de mi disco Gillerama, después nos quedamos con Willy y Patán Vidal en piano, y hacemos unas canciones más tranquilas. Después Willy se manda cuatro o cinco canciones de él, donde yo participo como sesionista con algunos arreglos y cosas así. Y finalmente hay tres o cuatro canciones interminables funkys, donde estamos la mayoría".
La espontaneidad, además, no es excluyente a la intimidad de los camarines: la improvisación es parte esencial en la estética e ideología de la megabanda. En ese sentido, para el saxofonista y guitarrista, lo sanguíneo no va de la mano con lo inmaculado. "No sé de dónde se ha sacado que hay que tocar perfecto. Ya tenemos gente que toca muy bien, que no se equivoca una nota, como Luis Salinas y tantos otros", explica Crook, que concluye: "Nosotros en cambio nos metemos en terrenos cenagosos. Ultimamente vengo viendo que a Marcelo le encanta meterse en temas que no conoce (risas), con la felicidad que esto le va a provocar a la música (¡hasta que aprende las notas y pasa a otro tema!). Pero la gente se entretiene viendo a dos imbéciles que se divierten sin red y sin cuerda floja".
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