CULTURA / ESPECTáCULOS › SE PRESENTA DE LA COMISIóN MUNICIPAL DE BELLAS ARTES AL MUSEO CASTAGNINO
Editado con motivo del 75º aniversario de la institución, el libro está conformado por cuatro trabajos académicos que profundizan en su historia durante la primera mitad del siglo XX. La obra revisa polémicas y revela las agendas políticas.
Mañana, a las 19.30, en el Museo Municipal de Bellas Artes "Juan. B Castagnino" (Boulevard Oroño y Avenida Pellegrini) se presenta el libro De la Comisión Municipal de Bellas Artes al Museo Castagnino. La institucionalización del arte en Rosario, 19171945, coeditado entre la Fundación Museo Municipal de Bellas Artes "Juan B. Castagnino" y la Fundación Espigas, con motivo del 75º aniversario del Museo. Participarán Mauro Herlitzka (presidente de la Fundación Espigas) y Carlos Siegrist (presidente de la Fundación Castagnino) y hablará la doctora Sandra Fernández (UNRConicet). Con prólogos de Herlitzka y Siegrist, el libro reúne ensayos de Valeria Príncipe, Pablo Montini, Sabina Florio y Guillermo Robles. Entre los cuatro trabajos académicos, profundizan en la historia del Museo de Bellas Artes de Rosario en la primera mitad del siglo XX, desde la creación de la Comisión Municipal de Bellas Artes hasta el peronismo.
"Cómo fundar un museo. La construcción de un espacio institucional para el arte" es lo que indaga Valeria Príncipe a partir de estas dos preguntas, explicitando las fuentes consultadas: las prolijas actas de la Comisión y el "registro impecable" llevado por Nicolás Amuchástegui "y que donó al Museo como ofrenda", según la investigadora. Legado y legajo que atesora las marcas de los conflictos y cismas internos: las violencias fundacionales de una institución que, como todas, se ve de lejos como impoluta y necesaria, siendo en realidad (como todas) el producto contingente de una lucha azarosa entre actores diversos.
Pablo Montini narra el relato "Del coleccionismo al mecenazgo: la familia de Juan B. Castagnino en la concreción de su legado, 19251942". Allí sondea, sin dejar de lado la ética del rigor histórico, la trama entre motivaciones afectivas y poder económico en el interior de una familia burguesa excepcionalmente interesada en el arte. Citando crónicas de la época, demorándose en su lenguaje florido tan extraño al gusto actual, muestra cómo el vínculo de Rosa Tiscornia con su hijo Juan, quebrado por la muerte temprana de este último, perduró en la construcción de una colección artística junto a sus otros hijos.
En "Un museo moderno para la ciudad de Rosario. Crónica de una gestión", Sabina Florio explora la singularidad de una institución que a los rosarinos que han crecido con ella les parece tan natural como las aguas del Paraná, y sin embargo es la obra completamente única de un conjunto de políticas culturales muy pensadas, tendientes a educar en la esfera de lo específicamente artístico mediante un sistema racional de exposición. El sentido estético del proyecto de los arquitectos del edificio actual del Museo Castagnino, Hilarión Hernández Larguía y Juan Manuel Newton, es analizado como nunca antes.
Por último, en "La cultura intervenida" Guillermo Robles toma la posta del artículo de Florio, que finaliza en el golpe del 43. Robles parte de dos de sus consecuencias: la renuncia, en 1944, de Manuel Castagnino a la presidencia de la Dirección Municipal de Cultura y la cesantía de Hilarión Hernández Larguía como director del Museo Castagnino. Revisa polémicas de la época (una discordia de voces autorizadas como las del crítico Julio Payró, el poeta Fausto Hernández o Ricardo Montes i Bradley), revelando las agendas políticas detrás de unas "bellas" artes que no son sólo cuestión de gusto.
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