CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. INAUGURó LA DOBLE MUESTRA "ENTRE AMIGOS/AMIGOS MíOS"
Conformada por originales del humorista rosarino, homenajes realizados por siete grandes dibujantes y esculturas intervenidas de Mendieta, la exposición acompaña el renombramiento del Centro Cultural de San Martín 1080.
› Por Beatriz Vignoli
Remozado y lleno de colores, el Centro Cultural Roberto Fontanarrosa (San Juan y Avenida San Martín) exhibe su nuevo nombre y su nuevo look en el centro de la plaza Montenegro. Junto a la palomita de Aldo Pedro Poy y el bar El Cairo, el Negro Fontanarrosa se afianza como ícono rosarino. Al cabezazo volador al arco del rival local Newell's Old Boys con que el mediocampista del club de sus amores, Rosario Central, conquistó el campeonato de 1971, el Negro le dedica varios dibujos, que como un hincha más le obsequió al goleador. Su Mesa de los Galanes tuvo equipo de fútbol propio, camiseta propia y prendedor cuyo logo fue diseñado por el mismo Fontanarrosa. De todo eso se enteran los numerosos visitantes a la doble exposición "Entre amigos/Amigos míos", en el primer piso del CCRF.
Desde originales que el humorista rosarino regaló a sus amigos, hasta una letra de cambio escrita en su clásica caligrafía, pasando por sus libros firmados, ilustraciones, dibujos en servilletas y textos, todo queda "Entre amigos". "Amigos míos" reúne a siete dibujantes. Alfredo Sábat lo retrata mojando su pluma en un pocillo de café. Rep le inventa una Buenos Aires a medida, junto a Hermenegildo Sábat, Caloi, Crist, Quino y Tute. La inauguración el sábado 20 fue la oportunidad para que el director de la institución, Rafael Ielpi, pudiera declarar que "su nombre preside de ahora en más este centro que albergó más de una vez sus trabajos", en un acto amenizado por el actor Germinal Terrakius y la murga La Cotorra. El último chiste del humor negro del Negro fue morirse en la víspera del día del amigo, un 19 de julio de 2007.
Desde la plaza, si uno mira para arriba, ve asomados a las ventanas a los personajes de sus tiras cómicas: Boggie el Aceitoso, Inodoro Pereyra y la Eulogia. Y por supuesto al perro de don Inodoro, Mendieta, con el que el Negro adornaba las dedicatorias de puño y letra de sus libros. Con el auspicio de una empresa de pinturas, decenas de Mendietas de yeso fueron intervenidos (o tuneados) por artistas y diseñadores. Sus patas guían al espectador, en forma de huellas que suben por las escaleras. ¿Quién no adoptaría de mascota al Mendieta, rey de historieta de los perros comunitarios de la ciudad?
Gabriela Gabelich y Ana Chabrillón lo cubren literalmente de improperios, las "malas palabras" de aquella ponencia con que Fontanarrosa hizo reír hasta al rey Juan Carlos de España en el III Congreso de la Lengua (2004). El pibe efervescente (Carlos Aguirre) lo cubre de murales; Flor Balestra, de besos. Aguirre le inventa en el cuero una ciudad llena de colores, entre los que campean el oro y el azul. Algunos lo abrigan: Adolfo Nigro, con un gorrito requintado; Eugenia Calvo, con un disfraz de gato animal print. Rodolfo Perassi (para los amigos, el Belmondo de la Mesa de los Galanes) le esculpe al lado a su fiel compañero Inodoro Pereyra, porque el hombre es el mejor amigo del perro, quien "se ha agrandáu como globo infláu", según el globito que le dibuja parodiando el estilo gauchesco de don Inodoro.
Cristina Rodríguez lo perla en gemas. María Gabriela di Franco le regala un osito. Virginia Masau lo peina. Valeria Cis lo viste. Guillermina Ygelman lo lookea en una versión punk rock adolescente.
Para completar la rosarinada con la bolilla que faltaba, Rubén Echagüe lo disfraza del Che Guevara en verde bronce. Dante Taparelli le pone una máscara de oxígeno. Fernando Boris Kriguer lo transforma en un postre merengado. Mauro Guzmán lo envuelve en cinta de embalaje. Otro Negro, Raúl Gómez, le clava una lapicera gigante en el centro del testuz, que sangra tinta imitando las manchas dibujadas de su colega. En testigo de la dictadura genocida que dio origen al lugar como Centro de Prensa del Mundial 78 lo convierte León Ferrari, poniéndolo frente a una osamenta; sus ojos desorbitados expresan el horror.
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