Martes, 10 de diciembre de 2013 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. PRINCIPIOS PARA UN MANIFIESTO ESPECULAR EN EL MACRO
Ganador del Premio Estímulo de la Fundación Castagnino para Artistas Emergentes en el LXVI Salón Nacional de Rosario 2012, el proyecto de Martín Legón funciona como eficaz alegoría visual en diálogo con escenas clave de la historia del arte.
Por Beatriz Vignoli
En los pisos 4 y 5 del Macro (Oroño y el río), una instalación premiada de Martín Legón funciona como eficaz alegoría visual en diálogo con ciertas obras y escenas clave de la historia del arte.
En el centro de la sala hay un estanque cuadrado blanco lleno de tinta china negra. A un lado, en una pared, cuelga un pulóver apolillado montado sobre un bastidor, cuyos orificios de lana comida por las polillas evocan irónicamente en este contexto las obras espacialistas de Lucio Fontana. Al otro, una mariposa nocturna yace en un pedestal bajo una campana traslúcida. En el medio, en línea con la invisible mediana o mediocampo del estanque, hay un libro de tapas negras en un atril. El título gofrado en la tapa es el de la exposición: Principios para un manifiesto especular. El espectador abre el libro temiendo que este objeto sea un chiste vanguardista y que las páginas estén en blanco. Afortunadamente, se equivoca. El manifiesto existe.
El texto fragmentario es más bien un diario de artista escrito para el público, o para los críticos. Pero esto que se verá hasta el 14 de marzo en el quinto piso del Museo de Arte Contemporáneo de Rosario (Boulevard Oroño y el río, de jueves a martes de 14 a 20) es sólo la mitad de la muestra. La otra mitad se encuentra en el cuarto piso. Las diferencias son principalmente ambientales: en el quinto piso, que tiene luz natural, el estanque refleja los cuatro ventanales al río. El cuarto piso posee luz artificial y la sensación es de encierro.
Principios para un manifiesto especular es el proyecto con el que Martín Legón ganó el Premio Estímulo de la Fundación Castagnino para Artistas Emergentes en el LXVI Salón Nacional de Rosario 2012. Nacido en Buenos Aires en 1978, Legón estudió Letras en la UBA, fue becario de la beca Kuitca, surgió como pintor en el contexto de galerías de arte contemporáneo como Belleza y Felicidad o Appetite y tiene una carrera internacional. Sólo el año pasado expuso en la XXX Bienal de San Pablo (Brasil), en la feria ArteBA y en la galería paulista Oscar Cruz. En años recientes, con una favorable recepción crítica, presentó dos instalaciones en la galería Alberto Sendrós, de Buenos Aires: La fortaleza de la soledad (2008) y Así pasa la gloria del mundo (2011). El insecto muerto, las formas tridimensionales de la geometría pura y una austera disposición en el espacio (sugiriendo un enigmático ritual fúnebre) ya estaban presentes en la muestra de 2011.
En una escena de un film de ese año escrito y dirigido por Lars Von Trier, Melancholia (2011), la protagonista, Justine (Charlotte Gainsbourgh) se altera al ver en una biblioteca un catálogo con reproducciones de obras del pintor vanguardista ruso Kazimir Malevich. En un gesto iconoclasta, las reemplaza por otras. La ausencia de toda imagen figurativa y el minimalismo avant la lettre son un gesto iconoclasta en la obra con la que Malevich fundó el suprematismo: el Cuadrado negro sobre fondo blanco (1915), que es, literalmente, ni más ni menos que lo que su título indica. Este óleo sobre lienzo de 79.5cms de lado, actualmente en la galería Tretyakov de Moscú, se expuso por primera vez en 1915 en Petrogrado en la Ultima Exposición Futurista 0,10. Detrás hay una búsqueda estética de varias décadas.
Al igual que los poetas de la Revolución Rusa, como Velimir Khléknikov (con quien colaboró en un libro de poesía e imágenes), Malevich buscaba un lenguaje universal. Elaboró a través de varios manifiestos (uno en colaboración con el poeta Vladimir Maiakovski) el sentido de sus propias producciones. En uno de ellos llamó al suprematismo "El mundo de la no representación". Su objetivo era la superación de la representación mimética: precisamente aquello que Legón parece sugerir mediante el reflejo de las formas en su estanque.
Malevich murió de cáncer en Leningrado el 15 de mayo de 1935. Había testamentado sus ritos póstumos al detalle. Su lápida, bajo un roble en Nemchinovka, fue una versión tridimensional (cúbica) del Cuadrado negro, diseñada por Nikolai Suetin. De sus funerales se conservan registros fotográficos, como el de sus restos mortales expuestos en su lecho de muerte con el Cuadrado negro colgado en la pared sobre la cabecera. Esta cita visual (que se reproduce en el sitio web del Museo y es ampliamente accesible en Internet) es la clave de lectura de la muestra de Martín Legón en el Macro.
La escena es inefable. Algo en ella se resiste a las palabras. La fragilidad del cuerpo del artista y la de las flores y obras que lo rodean parecen resignificar el cuadrado negro, ya no como imagen pura del universo, sino como emblema de la muerte y de la nada. A un vanitas barroco: a eso termina reducida la pieza más revolucionaria del siglo XX al ser colgada como parte de ese precursor de la instalación que fue el velatorio de su autor. Estas reflexiones dispara la sobria y eficaz instalación de Legón, que opera como una alegoría material de aquella escena. La mariposa muerta, metáfora del artista? Los agujeros cavados en la lana, metáfora de la obra? Y el opaco cuadrado negro girado 90 grados siguiendo la lógica ortogonal de su propio diseño, sus propias reglas de juego, y convertido en espejo donde el mundo se refleja: metáfora de la vanidad de la vanguardia?
En otra escena de Melancholia, Von Trier cita (como tantos cineastas antes) la pintura Ofelia muerta (1852) de John Everett Millais: ícono prerrafaelista que los vanguardistas amaban odiar. Y a ella parece aludir también Legón con su insondable estanque mortuorio.
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