CULTURA / ESPECTáCULOS › BURMAN Y FRANCELLA PRESENTARON "EL MISTERIO DE LA FELICIDAD"
El director y el actor estuvieron en Rosario presentando la última película que la tiene a Inés Estévez como coprotagonista. Burman contó que son dos historias: "Gente que empieza siendo desdichada y termina dichosa, y los que empiezan y terminan al revés".
› Por Beatriz Vignoli
Un equilibrio impecable define el estilo de Daniel Burman: Un blend entre casual y formal perfectamente apto para las cinco de la tarde, en el cuarto piso del hotel Savoy de Rosario adonde vino a presentar su nueva película, El misterio de la felicidad. En medio de un oasis de aire acondicionado y bossa nova funcional, el director de El Nido vacío (2008), Dos Hermanos (2010) y La Suerte en tus Manos (2012) encuentra un sillón comodísimo donde se distiende gatuno para la sesión de fotos y es pura amabilidad con los periodistas (que reparten su atención entre el trabajo y unos tentadores bocaditos).
Contrasta, bronceado y algo molesto por tener que posar de pie junto al afiche (el tiempo urge), Guillermo Francella, el actor protagonista de El misterio de la felicidad, donde comparte cartel con Inés Estévez. Completan Alejandro Awada, María Fiorentino y Fabián Arenillas el elenco de esta comedia que se estrena el 16 de enero.
Comedia o drama? La pregunta, torpemente lanzada por la cronista, es abarajada con elegancia y reflejos por Burman, que la desliza hacia el teatro clásico y da una versión porteña de la formulación aristotélica: "Hay dos clases de historias. Tipos que empiezan siendo desdichados y terminan dichosos. Tipos que empiezan siendo dichosos y terminan desdichados". Burman no tiene más que palabras de admiración para con Francella y su oficio de actor, que lo sitúa en un exacto punto de armonía entre la comedia y la tragedia: "un dramaturgo", resume. "Sabe comunicar porque conoce al otro".
Coincide con la cronista en que Francella sería el Polonio perfecto. En la película (el director lo asegura y el trailer lo confirma), el actor atraviesa toda la gama de expresiones que van de un extremo al otro de ambos géneros: una máscara increíblemente lábil que transmite satisfacción, logro, desesperación, angustia... su ruta.
Interesado en toda su filmografía por narrar cuestiones en torno a los vínculos entre las personas, Burman se siente al parecer más cómodo cuando la conversación deja de lado la teoría de lo dramático y él puede hablar de sus temas desde la empatía con un potencial espectador. Qué les pasa a los personajes de El misterio de la felicidad? Lo que a todos, en algún momento de nuestras vidas: "Establecemos, a partir de un afecto, pactos. Y esos pactos nos hacen creer que un amor, o una amistad, o incluso un amantazgo, van a estar ahí para siempre. Y con el tiempo cambiamos; un día el sentimiento se termina, y nos encontramos con que ese pacto es un cascarón vacío".
Con cautela, para no develar la trama, Burman anticipa que los personajes de la película "creen ser dichosos". Tienen éxito, y este parece colmarlos. Pero hay un tercero que patea el tablero, rompe todo y desbarata esos pactos que les sostenían la ilusión de la dicha.
"Y no puedo adelantar más", concluye, con una sonrisa.
En el comienzo del film, la armonía entre los dos amigos y socios inseparables que son Santiago (Guillermo Francella) y Eugenio (Fabián Arenillas) se ve subrayada por una serie de planos frontales donde es recurrente la simetría. Los tonos luminosos y dorados refuerzan el clima de optimismo. Pero un día Eugenio desaparece. A su mujer, Laura (Inés Estévez) y a Santiago se les viene la noche. Lo trágico irrumpe con sus claroscuros tenebristas. El pacto se ha roto.
Pero es Burman y lo suyo es la simetría, de modo que todo lo que bajó debe subir. Desde lo profundo de una búsqueda desesperada, Laura y Santiago comienzan a remontarla como pueden. Hay un lugar vacío y alguien debe (y puede) ocuparlo. Ese vacío que ha quedado en la vida conyugal de Laura funciona como espejo de la soledad de Santiago...
Aristóteles inventó la comedia, la tragedia y el racionalismo. En un mundo de pares y espejos, tres sólo pueden derivar en cuatro... o en dos. Y no se adelante más, o se caerá fácilmente en lo predecible.
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