CULTURA / ESPECTáCULOS › LIBROS. MINUCIOSO RESCATE DEL PERIODISTA ESPECIALIZADO DIEGO GIORDANO
El mito del rock rosarino subterráneo es remasterizado a historiografía en alta definición por el primer libro de Diego Giordano, que se suma al blog de Leo Cesarini en el fenómeno de rescate de la música popular local de los 80.
› Por Beatriz Vignoli
"Es la música que corre en nuestras venas/ es el ritmo que contagia y es mejor/ porque así no estamos solos/ hoy la calle nos alcanza / en un grito que es la música de hoy". El sonido digitalizado toca un surco de la memoria y todo retorna: 1982, un mediodía, la radio Noblex 7 Mares sobre la mesada de granito. "Es un piano que nos llega desde el norte/ un tambor que nos inunda desde el mar/ las palabras nacen solas/ y la música me ayuda/ para que hoy esté cantando/ para que estemos cantando/ y se escuche para siempre nuestra voz".
La canción es La música me ayuda, de Boulevard, "una banda de rock progresivo/algo de trova/sinfónico/pop", como escribe Leo Cesarini en su blog http://leocesarini.blogspot.com/. La voz que sonaba en la radio era la de Juan Carlos Baglietto, pero la que se escucha para siempre es la de Fabián Gallardo, porque Cesarini (además de un nutrido material) subió completo a su blog el único demo de Boulevard, fechado en 1982. Integraban además el "conjunto" (como decían los locutores de entonces) "Eduardo Carbi y Ariel Pozzo (los dos ex Grafitti); Claudio Cardone (Spinetta, ex En el Andén, ex Identikit, etc.), y Osvaldo González", según la precisa información provista por el blogger.
Datos que amplía el periodista especializado Diego Giordano (Rosario, 1974) en su primer libro: Inédito. Rock subterráneo en Rosario 19821987 (Yo soy Gilda Editora, 2013). En qué estaba pensando Giordano, colaborador del diario El Ciudadano en su época de oro, cuando tituló Inédito a un libro que iba a ser publicado? En Boulevard y En el Andén, Acme y Ojo Francés, Gato Fritz y Poxi Beat: los grupos que no llegaron a grabar un disco en aquellos tiempos cuando, como evoca Coki De Bernardis en el documental de Patricio Coronel, VHS (2013), llegar a grabar un disco en una discográfica "era como llegar a otro planeta".
Como músico, en los años 90 Giordano tocó con Coki (ex Punto G y líder de dicha banda cañadense, ganadora del PreChateau 1988 que de algún modo puso fin al período y la década, según el libro de Giordano) y otros popes del rock rosarino como Gonzalo Aloras (Mortadela Rancia). Como autor, tenía el gol servido por Cesarini y Coronel pero se esmeró además en explorar el área, y los resultados de su propia investigación son jugosos. A diferencia de Simon Frith y fuentes precursoras como Rockología (1989) de Eduardo Berti, Giordano no lee el rock como subcultura juvenil desde los Estudios Sociales; sí se atiene con rigor a una labor periodística basada en bibliografía, archivos y entrevistas. Su aporte suma perspectiva regional a la reedición de Rockología, también en 2013.
Lo preceden en esto investigadores locales como Horacio Vargas, autor de La trova rosarina (1991), una de las fuentes citadas. Capaz de indagar desde adentro su propio campo de estudio, Giordano trata al rock y al pop como géneros musicales; a lo sumo, ante algunas cuestiones estéticas, como estilos. Es un abordaje acertado considerando que aquellos músicos no proponían estilos de vida alternativos; por el contrario (según testimonios del libro) se sobreadaptaban a las modas, incluso a expensas de su propio gusto (y si se peinaban raro, hoy se avergüenzan de eso, como puede verse en ciertos tramos incómodos de VHS).
Los ricos relatos de Giordano abundan en precisiones acerca de lo fáctico, que en historia reciente y cercana suelen ser más elocuentes que cualquier categorización: qué rincones fueron habilitados como salas de ensayo y dónde quedaban y a quiénes pertenecían (se lee aquí una importante presencia de familiares y amigos); con qué tipos de instrumentos se tocaba o incluso qué se escuchaba. Giordano lee en las letras los cambios tecnológicos y políticos de la época. El vago mito es remasterizado a historiografía en alta definición.
La tesis central de Giordano es que en Rosario (a excepción del breve grupo Cinema, de Lalo Berbetoros) prácticamente no hubo punk. "En las islas británicas, el punk tuvo la función 'higiénica' de barrer con el anquilosamiento en que habían caído las grandes bandas de la época y proponer un regreso al origen salvaje y desfachatado del rock and roll. En Rosario, la ausencia de ese impulso iconoclasta motivó la asimilación de imaginarios, en teoría, antagónicos", escribe, trazando de entrada una raya que divide en dos a la música rosarina de los años 80: "Las dos oleadas rosarinas que saltaron a la escena nacional entre 1982 y 1987 (la Trova Rosarina y el posterior éxito alcanzado por los grupos Identikit y Graffiti) están separadas por una grieta profunda", afirma al comienzo de su libro. Por una de esas paradojas de la historia, una "recomendación" del Comfer durante la guerra de Malvinas fue la que abrió las radios nacionales a la música en castellano. Las codiciadas "airwaves" fueron ocupadas por el rock a expensas del tango y el folklore aunque aquel "rock" englobara estilos tan disímiles como la Trova y el pop New Wave.
Los testimonios y documentos analizados por Giordano se centran en aquella brecha generacional bipolar entre las baladas acústicas para escuchar en teatros y bares versus el pop eléctrico y bailable que se tocaba en los boliches. En cuanto a las letras, los mayores narraban poéticamente y con espesor ideológico mientras los más jóvenes montaban videoclips impresionistas. Giordano se hace eco del prejuicio adolescente que tildó a la Trova de "depresivos". Y quien vivió los 80 puede hoy decir que el estilo de la época era maníaco; también, recordar y confirmar que no había lugar, en una escena musical perfeccionista, para subir a un escenario sin más que actitud. No había un público para el punk.
El libro de Giordano se suma al fenómeno del rescate de la música popular local de los años 80 y sale en un excelente momento, con buenos registros audiovisuales en vivo de recitales en YouTube, que permiten apreciar la calidad musical que tuvo la música popular rosarina en los 80. Aquella fue una escena de músicos formados, que cuidaban la composición y la interpretación, instrumental y vocal, si bien los abrumaba la carencia de tecnología y de información. Después vinieron el 1 a 1, Internet y la cumbia, pero esa es otra historia.
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