CULTURA / ESPECTáCULOS › ESTA NOCHE, EN EL ANFITEATRO, HOMENAJE AL INOLVIDABLE CHANGO FARíAS GóMEZ
La Orquesta Popular de Cámara Los Amigos del Chango llenará la noche de algo más que recuerdos de su mentor ejemplar. Estarán Micaela Farías Gómez, Milagreros y Karê. Un marco de celebración, mixturas musicales, y una figura omnipresente.
› Por Leandro Arteaga
Esta noche a partir de las 21, y con entrada libre y gratuita, habrá presencia musical múltiple, con acento folklórico, en el Anfiteatro Humberto de Nito. Será ocasión de celebración, con la figura, con la música, del Chango Farías Gómez como lugar de encuentro. Ya que, ni más ni menos, se darán cita la Orquesta Popular de Cámara Los Amigos del Chango, fundada por el mismo Farías Gómez, junto a Santadiabla --el grupo de Micaela Farías Gómez, hija del Chango-- (ver subnota) y las formaciones locales Milagreros y Karê.
Hay un resueno que la mención del gran músico indeleblemente provoca, desde hace mucho y todavía porque cómo no perpetuar semejante legado mayúsculo? "Escuchaste en vivo a la orquesta de Count Basie? Lo nuestro va por ese lado, pero con la mugre de acá", explica Rubén "Mono" Izarrualde a Rosario/12.
Izarrualde, uno de los nombres fundamentales para la Orquesta Popular de Cámara Los Amigos del Chango, dice que "ojalá el Chango pudiera escucharnos hoy. Cuando vivía, sonábamos bien, pero te aseguro que ahora lo hacemos todavía mejor!". La orquesta es de una composición extraordinaria; sus nombres e instrumentos son los de Rubén Izarrualde (flauta y voz), Néstor Gómez (guitarra), Luis Gurevich (piano), Ricardo Culotta (trompeta y fliscorno), Omar Gómez (bajo), Jerónimo Izarrualde (batería y voz), Santiago Martínez (violín), Aleix Duran (clarinete y clarinete bajo), Agustín Balbo (guitarra eléctrica), Daniel Gómez (bandoneón), y Manuel Uriona (percusión).
-Cómo referirías, profesionalmente, emocionalmente, el lugar que te toca sobrellevar?
--Para mí es de una importancia enorme, es un orgullo. Cómo decirte? Es un amigo que se me fue y yo no puedo hacer otra cosa más que continuar con su obra; cuando falleció, la primera semana quedamos todos medio culo para arriba y me dije: "lo continuamos o lo dejamos?". Hablé con mis compañeros y tomamos la decisión de seguir adelante con la orquesta, me pareció de alta responsabilidad, de carácter, porque hay que tener carácter para hacerlo, nunca nadie te da una mano, no hay un mecenas. La cosa es continuar un legado que el viejo dejó, que me parece increíble, incunable, insoslayable. No hay otra cosa así, ninguna orquesta, ningún grupo que suene de esta manera, te lo aseguro. Profesionalmente, para mí es una responsabilidad enorme y un gusto poder hacerlo; además estoy con amigos, con Luis Gurevich, Néstor Gomez, con mi hijo (Jerónimo Izarrualde), cantor y baterista, quien fuera elegido por el Chango y no por mí, son cosas que tienen mucho peso. A la orquesta la conduzco porque es algo que me tocó, pero no hay ningún director. Hay un afecto de una envergadura muy grande, cada vez que subo al escenario me emociono mucho, pasan cosas, siento que el viejo está presente.
--Es difícil trasladar a las palabras lo que la misma música ya expresa.
--Mirá, te voy a decir algo, siempre que subimos al escenario o cuando estamos ensayando, y se produce algún chisporroteo de cables, o pasa alguna cosa y se cae algo, pensamos que es el Chango el que anda por ahí. "Ojo que está cerca, nos está mirando, afinemos" (risas). Todos los arreglos están llevados al papel por Néstor Gómez, quien es un gran compositor y agrega cosas suyas, pero los arreglos son originalmente del Chango, también está Gurevich con sus aportes. Es decir, estoy muy secundado. Lo que pasa es que soy un hinchapelota, como he trabajado en orquestas, para mí la dinámica de una orquesta es muy importante, tiene que funcionar de una manera única, como un bloque, esa es la idea. Por qué se llama MCA (Música Clásica Argentina)? Porque a la música nuestra el Chango la quería enaltecer, ponerla en un lugar de excelencia, así como nosotros escuchamos a la música europea, ni más ni menos (NdR: MCA Vol. I es el título del trabajo discográfico de la orquesta, el último donde participara, justamente, Farías Gómez).
--Más allá, o a propósito, de la fusión de géneros que practican, creo que lo pertinente es la música en sí, el enriquecimiento ilimitado que supone, que trasciende cualquier frontera.
--Exacto, pero siempre con la base de la música criolla, llamémosle folklórica o como se quiera, para nosotros es música criolla, que es la que abarca toda la Argentina y los países aledaños, con los que estamos hermanados. Sobre esa base, y con los arreglos que son idea del viejo, nosotros vamos a continuar esa misma línea. Todo lo que hagamos de aquí en más, los arreglos y temas nuevos, va a ser en la línea en la que armaba el Chango.
--Se los ve muy apasionados mientras tocan.
--Se nos ve libres, esto es exactamente así. Hay arreglos, está todo, pero con mucha libertad. Entre nosotros nos divertimos muchísimo, yo celebro cada solo de mis compañeros, los empujo y los traigo, porque eso es algo que aprendí de aquel loco, del Chango, esas cosas son importantes.
--Me parece que ya está superada la reticencia ante la fusión musical, lo digo por la "ortodoxia" folklórica.
--Ese mismo problema lo tuvo Piazzolla y yo lo pongo al Chango a ese nivel. Para mí son los dos tipos que dieron vuelta la tortilla, si bien claro que hay otros como Dino Saluzzi o Eduardo Rovira, pero estos dos dieron una vuelta de tuerca en la cuestión. Hay que animarse y además hay que saber! Me parece que son dos faros, como arregladores, que dejaron un legado. Piazzolla fue tan cuestionado como lo fueron el Chango o Dino Saluzzi, a quien le tiraron con cosas en un concierto en Salta, y no sé si hay alguien mejor que él en Salta. Pero el problema no está tanto en la gente, sino en los medios y en la política cultural, que no existe. Hay mucha música y músicos importantes que no aparecen, y si lo hacen es porque le ven alguna punta comercial o algo así. Yo a mis hijos les quiero dejar otra cosa. Mi hijo, de hecho, toca otra cosa, y es una satisfacción verlo tan alegre cuando la banda suena. Eso es algo que no tiene parangón.
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