Mié 05.02.2014
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. SIRENA ENTRE LOS DEDOS, DE VANESA GóMEZ (ROSARIO, 1986)

Desde los márgenes de la realidad

En ese lugar se ubica la escritura de la joven autora rosarina, ganadora del primer premio del Concurso de Narrativa de Río Ancho Ediciones. "La voz de Vanesa Gómez es auténtica, inimitable", señala Alma Maritano en el prólogo.

› Por Beatriz Vignoli

Vanesa Gómez nació en 1986 en Rosario, ciudad donde vive. Entre otras distinciones, el año pasado obtuvo el primer premio en la categoría cuento del Primer Concurso de Narrativa de Río Ancho Ediciones por su libro inédito titulado Círculos rectos, que fue publicado como Sirena entre los dedos y presentado por Alma Maritano y Marcelo Scalona, quienes junto con Pablo Ramos integraban el jurado.

Sirena entre los dedos reúne diecinueve cuentos que transitan sin fisuras un cruce de estilos entre un realismo duro con personajes marginales y un realismo fantástico, evocador del desamparo y el delirio de la niñez, donde esos mismos personajes o bien abren líneas de fuga hacia otros universos, o bien mediante un leve corrimiento del encuadre narrativo dejan ver de golpe cómo lo que parecía una cotidianeidad normal (la salida dominguera de una familia en "Días domingo") resulta estar constituido por el horror. O viceversa. En algunos casos estos giros suceden más de una vez en un mismo cuento, como en "El chancho con rulos", donde el desciframiento de un acertijo en forma de animal, lejos de estabilizar y tranquilizar, abre dudas respecto de a qué categoría pertenece el ser que contempla a la extraña criatura.

Lo que más atrapa del libro es el lenguaje, una prosa poética que lejos de ser un mero embellecimiento formal es estructural, consustancial al relato, donde las imágenes más sorprendentes irrumpen sin estridencia: "Además, el invierno está mucho más cerca del cuerpo que cualquier otra estación" ("Fotocopias a color").

Es sólo en la relectura donde la imagen aparentemente banal revela su función de correlato objetivo de la escena principal: "me quedo mirando los panes abiertos (como si les hubiese causado algún cambio, como si tuvieran algún secreto que contarme)" ("Días domingo").

La voz que narra es en todos los casos una voz firme e inocente, capaz de crear una disonancia de soterrado patetismo entre la forma y el contenido. La gravedad de lo que termina revelándose resulta paradójicamente subrayada por la ausencia, en esa voz, de cualquier temblor espantado que no sea el que expresa el cuerpo. Y éso que el cuerpo maltratado hace en respuesta al maltrato es lo que termina accionando una salida, pero es lo único capaz de obrar una salida. El vómito de una niña en "Mejores amigas" se recorta de entre un paisaje familiar de abandono como un acontecimiento con voluntad propia, capaz por eso mismo de gestionar un cuidado transitorio; algo similar pasa con la travesura infantil que es la respuesta al abuso sexual incestuoso en "Arañas".

"Los relatos de Vanesa Gómez se abren camino en una zona gris, imprecisa, situada entre lo soñado, lo imaginado y una realidad que, aún tamizada por los códigos de lo fantástico, no deja de presentarse descarnada, brutal e inquietante. Niños y ancianos, jóvenes y adultos, se mueven en escenarios oníricos que a veces remiten a zonas rurales, y otras a barrios con calles todavía cercadas por zanjas. La voz de Vanesa Gómez es auténtica, inimitable", señala Alma Maritano en el prólogo. Marcelo Scalona escribió sobre estos textos: "Me sorprende la exactitud de su prosa. El ajuste de una articulación poemática. Mucha reescritura, hasta la exasperación, y también variedad de sentidos".

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