Mar 04.07.2006
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS

Las metáforas de un tiempo que gira en la obra de López Zamora

En su muestra Entornos de la Alianza Francesa, Delia López Zamora plantea una concepción cíclica moderna del tiempo.

› Por Beatriz Vignoli

Según las antiguas concepciones cíclicas o circulares del tiempo, explica John Berger, "el tiempo transcurre y avanza, volviendo sobre sí mismo como una rueda. Y sin embargo, para que la rotación sea posible, es preciso que exista una superficie que resista, que ofrezca fricción". El suelo sobre el cual la rueda gira representaba así lo atemporal, aquello que perdura. En las obras que componen su muestra Entornos, hasta el jueves 27 de julio en la sala de arte de la Alianza Francesa de Rosario (San Luis 846), Delia López Zamora plantea una concepción cíclica moderna del tiempo.

Casi todas estas pinturas y grabados representan en forma estática un tipo específico de movimiento circular, que no es el de la rueda sino el del tornillo. Lo otro del tiempo, en esta metáfora del tornillo, sería la mano humana. Y cuando el motor del giro es la máquina (parecen decir sus círculos concéntricos vertiginosos excavados, más que pintados en una chapa de metal), el ciclo sucede en el vacío, el tiempo lo devora todo, y todo es muerte. Entonces una inocente lata de conservas, fotografiada por la base y mostrando su fecha de vencimiento, se resignifica como una lápida redonda y sin nombre. En otra obra, los planos superiores de unos tornillos para buscapolo se geometrizan hasta convertirse en circunferencias cuyos centros son cruces.

En un gesto de descontextualización del objeto cotidiano que sin embargo es en parte la antítesis del antiesteticismo de Duchamp, Delia López Zamora parece haber fatigado páginas de catálogos técnicos de piezas giratorias en busca del tornillo más bello, aquel que pueda ser apreciado como pura forma; o quizás simplemente lo encontró, un puro don del azar. El cuidado por la forma se refleja también en la elección de los soportes de las pinturas, que no reniegan de su condición de objetos: alejándose del formato rectangular tradicional en busca de una curvatura o una circularidad más dinámicas, los soportes son cuadrados u oblongos, y muchos de los oblongos (tanto verticales como horizontales) presentan una superficie convexa en lugar de una plana. Algunos cuelgan y otros se apoyan contra la pared, como troncos.

Pese a su gran diversidad, todas las obras pueden leerse como parte de un mismo retablo o instalación multimedia. La heterogeneidad de las formas, formatos y disciplinas (pintura, grabado, fotografía, libro) incita a buscar una coherencia en los conceptos, a la que se accede a través de las imágenes recurrentes en la muestra cuando se comprende lo común a ellas en términos de movimiento. Es precisamente el hábil montaje dialéctico de las diversas imágenes lo que posibilita la interpretación de la muestra como un único texto visual. En este sentido, resulta crucial el diseño de montaje, a cargo de Rubén Echagüe, cuyo instinto de artista del collage potencia los significados implícitos en las decisiones estéticas de la autora.

Delia López Zamora es docente de la cátedra de Estética de la Escuela de Bellas Artes de la UNR. Ha dictado la materia de postítulo "Pensamiento estético contemporáneo" y conferencias sobre arte contemporáneo y sobre Estética. Expuso en años recientes en el Centro de Arquitectura y Diseño (CAD, Pasaje Pam) y en la Biblioteca Argentina. Estudió con Noemí Escandell y Daniel García, entre otros.

Para esta muestra, López Zamora ha echado mano de un acervo tradicional común de íconos ya trabajados ﷓pero con otro sentido, más urgente y concreto-. Se trata, respectivamente, de símbolos tan dispares como la serpiente Ouroboros que se muerde la cola o la lamparita eléctrica.

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