CULTURA / ESPECTáCULOS › LITERATURA. SALVAMENTO DE LA CONTRAPRESENCIA DE MARINA MAGGI
La obra de la escritora y editora rosarina es un apropiarse descentrado y descarnado de aquella poesía lírica musical que cultivaron en tiempos modernos los grandes del género, como Federico García Lorca o Alfonsina Storni.
› Por Beatriz Vignoli
Marina Maggi nació en 1988 en Rosario, donde además de estudiar Letras en la Facultad de Humanidades y Artes de la UNR y desempeñarse como gestora cultural independiente, viene revolucionando la prosa y la poesía con una obra tan silenciosa como el susurro de las alas de una libélula. Tiene escrito un primer poemario, Hartazgo del Fénix, que ganó el año pasado en Madrid (España) una tercera mención de Honor en el II Premio Internacional de Poesía "Un café con literatos". El premio consiste en la publicación del libro en Ediciones Pastora (de modo que al fin saldrá en España una edición que se venía prometiendo en Rosario desde hacía bastante y por diversos sellos, sin novedad).
En colaboración con Pablo Serr (quien además es su socio en la revista de poesía, blog y sello editorial El Imperio y la Libélula) Marina Maggi escribió y publicó en la contratapa de Rosario/12, a lo largo de varios meses del año pasado, La promesa de vivir, una novela cuya prosa está trabajada con los ritmos y las cadencias de la poesía lírica: una genuina prosa poética de una belleza que deja sin aliento.
El año pasado, en la Biblioteca Popular Alfonsina Storni, Maggi y Serr coordinaron los talleres de poesía para adolescentes y jóvenes "Los dones de la voz". Con el apoyo de la Comisión Nacional de Bibliotecas Populares, su sello editó una publicación con los trabajos de los participantes. El Imperio y la Libélula, que ya venía editando plaquetas, nació como editorial de libros cuando en 2012 Maggi ganó un subsidio de la Municipalidad de Rosario, destinado a la formación en encuadernación, para realizar lo que luego sería la colección Cuna del Día de la editorial. El año pasado en esa colección, con prólogo de Matías Nicolás Settimo, se publicó un libro de poemas de Marina Maggi: Salvamento de la contrapresencia (2013).
Con la misma paciencia con que ella y Serr traman espacios posibles para otros poetas (seleccionando obras, eligiendo el mejor papel y cosiendo a mano los libros), Marina Maggi lee y asume todo un bagaje de tradición de la poesía lírica que muchos contemporáneos locales, en un trasnochado gesto vanguardista, tienden a dar por superado. Ese tesoro que otros creen posible echar por la borda es el oro en el que Maggi labra su orfebrería poética, en una obra bien contemporánea que revive y renueva el legado demostrando su vigencia.
Salvamento de la contrapresencia es una escritura de duelo. Se dejan leer, entre las fulgurantes imágenes, referencias a un hermano muerto y muy amado. Las imágenes poéticas cumplen la función anunciada en el título: acudir al salvamento de eso que no se puede nombrar como no sea así, contrapresencia, ni ausencia ni presencia sino un limbo extasiado. Se plantea una función mágica del verbo poético, expresión de una pulsión invocante a cuyo llamado algo siempre acude. La poesía de Marina Maggi es un apropiarse descentrado y descarnado de aquella poesía lírica musical que cultivaron en tiempos modernos los grandes del género, como Federico García Lorca o Alfonsina Storni.
La forma de los versos es construida por Maggi poniendo en práctica aquel saber de la poética clásica de los ritmos, las medidas, las alternancias de sílabas acentuadas y no acentuadas, la eufonía; pero contar las sílabas, lejos de volver académico el poema, exalta su eficacia litúrgica al dotar al poema de musicalidad y belleza. Y la síntesis urgente de lo que se dice lleva la marca de la época actual.
"Salvación delicada: Negarme a mí la rosa milenaria?/ Situar la ausencia entre mis dedos fúnebres?// No soy un pájaro, ergo, no estoy herido:/ calculen nuevamente el equinoccio.// Parte la tropa de los abandonados,/ mienten la lluvia, estragos de noviembre.// Campos fantasmas, libélulas amantes,/ no constataron el gélido presagio.// Sacos sin puerto, cascos martirizados,/ penosa burocracia del parásito urgente.// Recóndito vivir, sonámbulo refugio;/ qué tanto llanto, madre, no nos rige la nieve./ No siendo ya sirena, que el silencio te baste./ La sonrisa gitana delira ya su estrella".
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