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Lunes, 27 de octubre de 2014

CULTURA / ESPECTáCULOS › EL ORIGEN DEL PUDOR, UNA INTRINCADA NOVELA QUE GUíA POR PASADIZOS SECRETOS

Un tiempo de travesías fotográficas

En su reciente largometraje, el realizador local Diego Fidalgo, reconocido por sus anteriores films, abre con un hallazgo de materiales de descarte un diálogo sobre mitos, tabúes, censura y corrupción, a través de un detectivesco relato.

 Por Emilio A. Bellon

Aún recuerdo primero el silencio y luego un prolongado aplauso cuando aquel mes de octubre de hace casi ocho años, tras su presentación y premiación en Mar del Plata y en nuestra ciudad, pudimos exhibir en el marco de un congreso sobre "Etica y representación" uno de los más destacados films que se hayan realizado sobre uno de los capítulos más marginados en tiempos del Holocausto. A partir de una de las obras del recordado docente e investigador Rubén Naranjo, igualmente figura emblemática de la Escuela de Artes Visuales de la tan jaqueada Biblioteca Vigil en los años de la dictadura, Diego Fidalgo, junto a Jorgelina Hiba y Germán de los Santos, partiendo del texto "Janus Korczak. Maestro de la Humanidad", lograron un conmovedor retrato sobre la figura de este médico y maestro que acompañó a sus niños del orfelinato en el cual prestaba servicio hasta el último instante, decidiendo morir junto a ellos en el traslado a un aberrante destino final.

De esta manera la obra de Diego Fidalgo, junto con todo un equipo que define su alto grado de profesionalismo, nos ofrece en este film, Ultimo tren a Treblinka no sólo un diálogo con el film del maestro A. Wajda, Korczak de 1990, sino que apunta a toda una profunda reflexión en el campo de los Derechos Humanos. De igual manera otros films que lo identifican siguen por este carril, por la vía de la investigación, por su manera de replantear al propio formato documental. Así lo podemos seguir en su film del 2005, Trescientos cincuenta, aproximación a la figura de los desaparecidos, desde la representación de lo numérico, simbolizado en la silueta de las bicicletas que, ideadas por el artista plástico Fernando Traverso, poblaron las paredes de la ciudad, recreando la propuesta de los muralistas.

A un día y medio de la entrevista que se publicara en este mismo medio, firmada por Leandro Arteaga, en la sala del cine El Cairo, el ya identificable espacio de los realizadores independientes, pudimos ver a sala llena su último film, El origen del pudor, proyección precedida por la presentación de todo el equipo. Reinó un clima de grandes expectativas en esa función abierta para todos los públicos, luego de que su último film, Hombres de ideas avanzadas. El fusilamiento de Joaquín Penina, se estrenara en este mismo ámbito, hace dos años en esa sala, basado en una obra del poeta y docente Aldo Oliva a partir de todo un recorrido, la figura de uno de los nombres del anarquismo, albañil y de origen catalán, asesinado en los años de la dictadura de Uriburu.

El nuevo film de Diego Fidalgo, que en breve podría llegar a presentarse en este mismo espacio, nos plantea otro de los rasgos que ya definen su concepción del film: un tiempo de travesías. Y desde el encuentro azaroso que el director logra con un material de descarte, que asomaba desde un container, un conjunto de materiales integrado por fotografías, diario personal, estudio grafológico y tantas otras notas, comienza a emerger en el bosquejo de su nuevo guión la figura de un callado individuo, que pasa a ser uno de los personajes de una intrincada novela que deja al descubierto una compleja trama que nos lleva por pasadizos secretos.

Merecedor de la premiación en Espacio Santafesino 2012, el proyecto de El origen del pudor parte de imágenes fotográficas de aquellos años 50. Planteado a nivel de una reconstrucción con actores, el itinerario del film nos lleva a escuchar testimonios respecto de lo que se dio en llamar el caso Chaume, y que nos lleva más allá de la puerta de entrada de su domicilio, a develar una serie de relaciones que se conectan con los grandes temas de los tabúes y de las censuras. Significativo es, desde este lugar, el encuentro de Diego Fidalgo con un coleccionista, mostrado de espaldas, de fotografías consideradas eróticas o ponográficas.

Alberto Chaume, reconocido en su profesión de abogado, obraba a puerta cerrada, junto a la presencia activa de su mujer, no sólo como fotógrafo, sino además como puente de encuentros íntimos; ampliando su radio a relaciones con medios gráficos internacionales. Posar y ser fotografiado es algo que está doblemente marcado en el film por acuerdo de ambas partes; lo grave, en el orden moral, es cuando en la escena empiezan a ingresar menores de edad.

Sólo una foto, una foto de uno de ellos con máscara, aparece como la prueba más directa de este acto ilícito. El repetido acercamiento de su realizador a dicha fotografía, el modo en que lo hace, deja al hecho, desde una mirada pudorosa, en un espacio de asombro. Allí, suspendemos la mirada y todo el relato comienza a resignificarse abriendo la puerta a un nuevo personaje, el que tendrá en sus manos, desde un planeado operativo, la denuncia final.

Un viaje hacia el interior de los comportamientos sociales, desde el transcurrir de los años, va permitiendo que el relato se abra desde una bisagra que se juega entre los conceptos de erotismo y pornografía. Las circunstancias llevan, desde ciertas hipótesis, a que asomen las respuestas del público ante aquella muestra de fines de la década del 90, en torno a artistas rosarinos contemporáneos; espacio en el que la artista y profesora Mónica Castagnotto presenta su serie "Virgen y vagina", obras que despertaron, desde un incontrolable fanatismo, reacciones adversas, amenazas. Aquí, es entonces, cuando pasamos a escuchar a la actual directora del Museo Castagnino, Marcela Römer.

Y ya desde décadas anteriores, hasta la recuperación de la democracia, se nos desoculta la organización y funcionamiento de la llamada "Liga de la Decencia," organismo de control, de seguimiento de obras artísticas, que fiscalizaba en función de nuevos cortes, prohibiciones.

Un film que, lejos de centrarse en una única figura, se atreve a abrir nuevos espacios de reflexión. Como un relato detectivesco, así podemos pensar a El origen del pudor, film que nos interpela, que redimensiona el planteo base en el conjunto de las voces de un contexto, matizadas con elementos anecdóticos marcados por el humor, como el momento en el que Diego Fidalgo dialoga con el cineasta artesanal de nuestra ciudad, Mario Piazza.

Desde su primera secuencia, El origen del pudor, a partir de una reconstrucción que se proyecta hacia un flash﷓back, traza un puente con un clásico del cine. Desde una singular variante, el nombre de "Rosebud" que abre al espacio de la investigación, nos lleva al mismo inicio de Citizen Kane, de Orson Welles. Desde esta elección, se nos está pidiendo, como lo plantea el mismo film del admirado Welles, que actuemos, nosotros, no sólo como espectadores, sino como constructores de esta historia.

EL ORIGEN DEL PUDOR. Argentina, 2014

Dirección: Diego Fidalgo

Guión: Maximiliano Quinteros y Diego Fidalgo

Cámara: Diego Fidalgo y Lionel Rius

Montaje: Diego Fidalgo y Marina Sain

Música: Ezequiel Diz

Intérpretes: Marcelo Vera, Carolina Chiarelli, Laura Bianciotto.

Calificación: nueve (9)

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El film rescata el caso Chaume a partir del hallazgo de fotografías eróticas de los '50.
 
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