CULTURA / ESPECTáCULOS › PLASTICA. ENTREVISTA AL MULTIFACéTICO ARTISTA DANIEL GARCíA
Ganador del Konex de Platino en 2002, expone sus dibujos y pinturas en galerías y otros espacios, ilustra y diseña las tapas de la editorial Beatriz Viterbo y es autor de varios libros propios. Aquí un repaso por su rica historia.
› Por Beatriz Vignoli
El trayecto en ómnibus desde la zona sur de Rosario hasta Fisherton es tan largo como una larga novela. La antigua estación convertida en coqueto centro comercial abre paso, ya de a pie, a un barrio arbolado con casas de una planta en hermosos terrenos llenos de vegetación, perros alertas y vecinos también, silenciosamente alertas.
Hasta que el tintineo penetrante de una alarma astilla esa paz sólo aparente, y todos comienzan a cruzarse de vereda preguntándose unos a otros quién la detonó. Los perros aúllan de dolor de oídos, el sonido no cesa y la cronista (la intrusa) descubre que la numeración de la calle es tan incoherente como una pesadilla. Hay que hablar con una de esas personas asustadas para descubrir finalmente el cerco de hiedras con el número pintado y tocar timbre. Daniel García, artista plástico, sale con una sonrisa y una cachorra bastante grandecita de sabueso gris, que manifiesta su cariño con efusión demoledora.
Es una weimaraner, según averiguará la cronista dos meses después; "perro cobrador", apunta Wikipedia. Por suerte, no se le debe nada. Entonces esperará en la cocina, mientras la cronista accede a lo que vino a buscar: un taller de verdad, un taller de pintor, con olor a barnices al óleo, con las paredes marcadas por un palimpsesto multicolor de líneas en ángulo y la obra más reciente a la vista.
Daniel García nació en 1958. Vive desde 1998 en esta casa que pudo comprarse con su trabajo profesional como artista. En su blog (daniel garcia.blogspot.com) cuenta que en 1981 estudió teoría del color con Eduardo Serón y que durante 1991 y 1992 asistió en Buenos Aires a un taller coordinado por Guillermo Kuitca (en 1990 había comenzado su serie de pinturas objetuales titulada Camillas, que expuso ese año en la Biblioteca Argentina de Rosario y en 1991, con éxito de crítica, en el Centro Cultural Recoleta de esa ciudad; volvió a mostrarlas en 2012 en la ex ESMA). Que tras una tupida cosecha de premios en los años '90, obtuvo el Konex de Platino en el año 2002.
El blog de García funciona como un diario de artista abierto al público, donde cuelga imágenes de su obra y exposiciones desde 2006: la del Centro Cultural Parque de España en 2009; las del Espacio Cultural Universitario de Rosario y el Centro Cultural Haroldo Conti de Buenos Aires en 2012, por subrayar sólo algunas. También pintó un mural para el Museo de la Memoria de Rosario, inaugurado en 2010. Ese mismo año participó como dibujante en la expedición Paraná Ra'Anga, organizada por el CCPE. Además de exponer sus dibujos y pinturas en galerías y otros espacios, de ilustrar y diseñar todas las tapas de la editorial Beatriz Viterbo y de varios libros publicados propios, Daniel García elabora música experimental y singulares videos musicales, también experimentales, aplicando técnicas de collage a materiales de dominio público encontrados en Internet. Como es un artista de verdad, su obra se despliega en un rizoma de temas recurrentes, a partir de fuentes que previamente investiga: series potencialmente infinitas de frontales rostros anónimos, por ejemplo, captados por los dispositivos del poder policial o científico, nutren sus retratos y videos, previa modificación digital de la semejanza.
Lo monstruoso, tanto moral como físico (asesinos famosos; fenómenos hallados en antiguos manuales de medicina), recorre su pintura de tonos melancólicos y superficie deliberadamente envejecida, que traza con los años una galería de encuentros surrealistas entre anacronismos ricos en humor nostálgico, donde no faltan ni la belleza pop de una actriz picante de los años '50, ni los dibujos animados de diversas épocas. Una figura que se reitera con muchas variaciones y sentidos es el fantasmita de aquel videojuego primitivo, el Pacman. En su estudio tiene una máscara aborigen muy parecida, que también pintó.
¿Tus comienzos fueron con Serón o venías trabajando de antes?
Venía trabajando de antes. Y ya iba a un taller de plástica cuando chico, viste, como muchos chicos que les gusta dibujar, me mandaban a un taller en el barrio. Yo era de barrio Echesortu. Primero fui a uno, a los 6 años. Estaba por Castellanos, creo que entre Rioja y San Luis. Recuerdo muy poco del profesor excepto que usaba un guardapolvo largo y fumaba en pipa. Y me hacía copiar dibujos de Mickey y del Pato Donald. Y él fumaba y miraba lo que yo hacía sin decirme nada, nada más que eso. Creo que estuve ahí un mes y me aburrí porque lo podía hacer en casa a eso, yo quería dibujar mis cosas.
¿Y después?
Y después, nada, después continué siempre dibujando, la secundaria la hice en el Politécnico (NdR: de donde egresó con el título de Técnico Químico) y a partir de ahí en un momento es como que en el hobby de dibujar se fue haciendo cada vez más acentuado, y en un momento, no recuerdo bien, creo que debe haber sido en el último año del Poli, sería en el '77, unos amigos me convencieron para ir a un taller, que no prosperó. Después yo empecé la colimba, y cuando terminé la colimba me había quedado como esa inquietud de ver algo más acerca del dibujo y de la pintura. Y empecé a estudiar dibujo con Liliana Depetris. Dos meses, con varias ausencias de Liliana. En realidad deben haber sido cuatro clases. Fui una vez y se había ido de viaje, o no sé qué, sin avisar. Tenía esas cosas Liliana. Y no volví más. Y ahí los conocí, porque tenían juntos con ella el taller, a Manuel Uranga y a Daniel Scheimberg. Entonces empecé a ir a ver muestras, empecé a comprarme libros... a realmente entender cómo era el mundo del arte, del que no conocía nada. Venía más bien del lado de la ilustración. Me gustaban las tapas de los discos, tenía unos posters de Roger Dean en mi casa y dibujaba en ese estilo.
Eran las tapas de Yes. Te gustaría esa música...
Sí, me gustaba Yes; escuchaba a Emerson, Lake & Palmer, o sea que conocía también a Gigier, que hacía las tapas de ellos. Entonces, eso era como mi introducción al arte. Y empecé a conocer a otra gente.
¿Cuándo fue eso?
Fin del '79, principio del '80. A principios del '81 fui al taller con Serón. Y me presenté por primera vez a un salón, al Salón de artistas rosarinos (del Museo Castagnino) y gané. Para mi sorpresa, gané el segundo premio.
¿Qué obra era?
Una que está en la colección del Museo. Un dibujo a tinta, con Rotring; está en el catálogo que hicieron de Papeles reencontrados.
En 1994, el crítico Ed Shaw escribió que "Daniel García, después de disfrutar el Premio Günther en Europa, va a exponer en Miami en la galería Fred Snitzer en julio y en Soho en la primavera", en el catálogo de la muestra La pasión de pintar (Ruth Benzacar, Buenos Aires).
No vi la muestra porque estaba de viaje --recuerda García--. Había llevado obra para hacer otra muestra en Miami, que dejé toda la muestra instalada pero tampoco vi la inauguración y me fui a una residencia en Pontoise, cerca de París. En ese momento cuando se hizo la muestra yo estaba en Europa por éso, por el premio Günther, que era un viaje a París. Y ahí conseguí una residencia en un pueblito, Pontoise, que tenía un centro de arte y un lugar para residencia de artistas, y estuve dos meses y pico ahí, trabajando. Así que en ese momento ya estaba exponiendo internacionalmente, empezando a exponer en Buenos Aires, así como en la galería importante... de hecho en esta muestra (en Ruth Benzacar) yo presenté tres obras y las tres obras se vendieron y fueron lo único que se vendió en la muestra. Entonces al año siguiente me hicieron una individual. Y después ahí en París yo me encontré con Günther y me estuvo preguntando acerca de qué proyectos tenía, qué pensaba hacer de mi vida... Günther era Edgar Günther. Un coleccionista, creo que de origen alemán, pero que vivía en Estados Unidos. Y Günther hizo un trato conmigo para comprarme 12 cuadros, un cuadro por mes durante un año. Y eso fue para mí muy importante porque significó una entrada fija de dinero. Y en esos años empecé a exponer afuera. Después expuse en Houston, en Nueva York, en México, hasta fines de los '90. Y después me encontré en un camino que no era el que yo quería hacer. Quería seguir viviendo en Rosario, quería estar con mi hijo. Ahora trabajo dibujo y cosas chiquitas con la galería Mar Dulce (Buenos Aires). Son Ral Veroni y su mujer, Linda. Por un lado tal vez perdí posibilidades de haber escalado a otros lugares en mi carrera. Por otro, estoy pintando lo que tengo ganas de pintar. Y logro sobrevivir.
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