CULTURA / ESPECTáCULOS › LA SALA MADRE CABRINI SIGUE EXHIBIENDO LOS LUNES LAS PELíCULAS DE WOODY ALLEN
Con un público acostumbrado a sus propuestas retrospectivas, la sala situada a metros de la plaza López mantiene una doble función para empezar la semana: un western por la tarde y, después de las 20, una película del director neoyorkino.
› Por Emilio A. Bellon
Tras una semana en la que la programación del cine El Cairo brindó un auténtico acto celebratorio, continuo, con entrada libre y gratuita en cada una de sus funciones; entorno, sí, auspiciosamente, a un nuevo cumpleaños de la sala (la misma abrió sus puertas un ocho de mayo de 1945) y de manera simultánea, en otros espacios, se brindó ese ciclo de films que se agrupan bajo el nombre de "Una mirada mayor", este segundo lunes de mayo volvemos a la siempre familiar sala de Madre Cabrini, ubicada a pocos metros de la Plaza López y con un recorrido que está por alcanzar sus treinta años.
Como es habitual, la programación de los lunes, desde hace tiempo, abre con un western, este género que ya tiene su público, su grupo de seguidores y que se dan cita para seguir tan de cerca esos duelos a la hora señalada e historias de amor y de venganza en aquel siempre explorado Far West. Un itinerario fílmico que despierta a la leyenda y que desde el inicio pasó a ser un espacio de debates, contradicciones y que provoca, por igual, enojos y aplausos. Desde los días de La diligencia en 1939, firmada por John Ford, la conquista del Oeste viene marcando un periplo en el que tantas otras historias se van entrecruzando. Y sobre estos temas se siguen escribiendo notas críticas, ensayos y libros aniversarios.
En la primera función del día de hoy, en esta franja del crepúsculo otoñal, se podrá ver, a las 18.30, Los hijos de Katie Elder de Henry Hathaway, estrenado por su director en 1965, luego de El fabuloso mundo del circo. En este film del mismo realizador de clásicos tales como El beso de la muerte y Torrente pasional -aquí con Marilyn-, presenta una historia que pone en escena un acto de venganza. Y es que la trama que nos ofrece está épica historia, nos permite ver llegar a cuatro jóvenes hombres que regresan a su pueblo natal para asistir al funeral de su madre y a partir de aquí comienzan a indagar en los motivos de un derrumbe familiar, marcado por deudas de juego y un crimen posterior.
En el cartel actoral de este film rodado en México, que cuenta con una banda sonora compuesta e interpretada por la Orquesta Sinfónica de Praga, encontramos a actores identificados, en esos años, con la emblemática Paraumont Pictures como Dean Martin, John Wayne, Martha Hyer, Michael Anderson Jr., Earl Holliman, George Kennedy y a un joven Dennis Hopper, quien, en ese momento, ya había participado en numerosos programas televisivos.
Al finalizar, ya en la sesión nocturna a las 20.30, nuevamente Allen en esta cita de las lunes. Y ahora, una comedia policial, loca y surreal como tantas otras, estrenada en nuestro país a fines de agosto del año dos mil y uno. Sí, hace ya casi catorce años se conocía en nuestra ciudad Ladrones de medio pelo, título elegido para esta nueva comedia que en original, se conoció como Small time crooks y que se presenta luego de Dulce y melancólico y antes de La maldición del escorpión de jade.
Ahora, esta noche, veremos al mismo Woody en su rol de Ray Winkler, ex jefe de una banda salir de prisión y volver junto a su mujer, una manicura, con quien comparte sus penurias económicas. Pero tal como ocurre en los films de gangsters, de bandas de ladrones, ahora él mismo decide dar su último golpe, antes de retirarse definitivamente de su vida delictiva y buscar una vida solariega. Y es por esto y tantas otras cosas más, que planea cometer un gran asalto a un banco, a partir de unas singulares, disparatadas, estrategias, que se enmascaran en una casa de venta de originales galletitas.
Presentada en el Festival de Venecia en el año 2000, Ladrones de medio pelo fue aplaudida por la crítica y la mayor parte del público. Y como tantas otras historias de Allen, esta también transcurre en su amada Nueva York, en distintos sectores de Manhattan, haciéndoles guiños a films policiales de los cuarenta y cincuenta. Desde su pasión cinéfila, este film de Allen -que cuenta con un guión de su autoría-, cita, además, entre otras películas, de manera directa o indirecta, a Los desconocidos de siempre, de Mario Monicelli, Mi bella dama de George Cukor (en relación con la pieza teatral "Pygmalion" de Bernard Shaw), El tesoro de la Sierra Madre, de John Huston y a su primer film de fines de los sesenta, Robó, huyó y lo pescaron.
De toda la filmografía de Allen, Ladrones de medio pelo es la obra en la que más predomina el universo kitsch, de lo sobrecargado y artificial, de esta omnipresente apariencia que, en su nueva situación el matrimonio Winkler, el mismo Allen junto a la actriz Tracey Ullman, ostenta como rango de superioridad. Así, la casa de estos nuevos ricos, diseñada por Santos Loquasto, es la expresión máxima de la hipérbole de un mundo ostentoso, vacío. De esta manera, el espectador podrá sentir la fuerza y violencia de contrastes entre el hogar en el que habitan los Winkler en el primer momento del film y en este este segundo momento, en el que ya circulan por la vía del dinero los nuevos caprichos de estos nuevos ricos.
Junto a los actores ya mencionados, en este film de Allen, que cuenta con la dirección fotográfica de Fei Zhao, a quien tenemos presente por el film anterior de Allen y la admirable Esposas y concubinas de Zhang Yimou, encontramos a Elaine May, Michael Rapaport, Tony Darrow, Elaine Stritch y a Hugh Grant en el rol de un excéntrico y cínico marchante de arte. Cuando la presentación del film en Venecia, Allen comentó a la prensa: "Si pudiera decir cuál es el gran tema de este film, bien podría ser "¡Cuidado con lo que deseas tener!".
La banda sonora de esta divertida y no por eso menos reflexiva obra de Allen incluye, como es habitual, temas de diferentes estilos y géneros. Y atento a su concepción de narrar a través de la misma música, aquí se hacen presentes, entre otros, melodías de y por Benny Goodman, Harry James, Carmen Cavallaro, Pérez Prado, Enoch Light y RayConiff como asimismo piezas de Johann Strauss, Rachmaninov y Johann Sebastian Bach.
En una secuencia de este por momentos hilarante film, el personaje de Allen, jactándose de su modo de ser, de sus nuevos planes, le dice a su mujer: - ¿Qué dirías si en un momento yo te afirmara que vos, Frenchy Winkler, te has casado con un hombre excepcional?. Y ella, ahora, observándolo con cierta sorna, le responde: - Diría sí, que soy bígama".
Respecto del mismo Woody Allen, y en relación con algunas particularidades de su mundo personal, en una oportunidad expresó de manera enfática que a la hora de elegir un film, su favorito (y esto a contramarcha de lo esperado), no era uno perteneciente a la comedia, sino al drama; y más aún a una historia de excluidos y sometidos a los más violentos tratos de humillación, de extrema violencia. Nos referimos a La colina de la deshonra de Sidney Lumet, film del 65 que para Allen es una de las obras más estremecedoras de la historia del cine.
De haberla visto, recordará el lector que este film del realizador de obras extraordinarias como Doce hombres en pugna, El prestamista, Panorama desde el puente, entre tantas otras, ambienta su historia en el norte de Africa, en un campo de prisioneros ingleses, en los días de la Segunda Guerra Mundial; sometidos ellos a la voluntad despótica de los comandantes. Obra excepcional, que crispa los nervios, premiada en Cannes al mejor guión cinematográfico, La colina de la deshonra (The Hill), rodada en blanco y negro por Oswald Morris, cuenta con un muy destacado elenco: Sean Connery, en los mismos años en que componía a 007, Harry Andrews, Ian Bannen, Ossie Davis, Roy Kinnear, Ian Hendry, Michael Redgrave, entre otros.
Sobre este tensionante film, que merece ser revisionado, el mismo Allen comentó: "Por muchos motivos, incomprensibles, La colina de la deshonra es un film poco considerado por el público de este país. Desde mi punto de vista, este es el film más logrado de toda la filmografía de su director, Sidney Lumet. Más aún, lo considero como uno de los más recomendables de toda la historia del cine estadounidense. Un film de actores, particularmente ingleses en su mayoría frente a una inspirada y convincente labor de rodaje y dirección. Verlo es una experiencia inmediata, única, totalizadora. Cada vez que la vuelvo a ver, me asombro y me enojo al preguntarme cómo una obra maestra como esta pudo y puede pasar tan inadvertida y más aún cómo pudo haber sido relegada al olvido".
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