Dom 02.08.2015
rosario

CULTURA / ESPECTáCULOS › AQUELLA BANDA DE SAN ISIDRO QUE CONMOVIó AL PAíS CON SUS CRíMENES

Siniestros, cómplices y chacales

Los crímenes de la familia Puccio son retratados en El clan, de Pablo Trapero. Secuestros extorsivos, dictadura y democracia, según el director y sus intérpretes, Guillermo Francella y Peter Lanzani. "Arquímedes era el infierno", dicen.

› Por Leandro Arteaga

La familia Puccio vuelve a ser noticia a través de El clan, la película de Pablo Trapero con estreno previsto para el 13 de agosto. Hubo avant premiere en la ciudad, y Rosario/12 pudo dialogar con el director y sus dos principales protagonistas: Guillermo Francella y Peter Lanzani, apenas horas después de conocer la inclusión del film para el Festival de Venecia.

Desde una puesta en escena que articula los hechos criminales del clan Puccio como bisagra entre los estertores de la última dictadura y los primeros años de la democracia, Pablo Trapero trabaja cada secuestro como una obra de relojería, donde el plano secuencia (toma sin cortes) sobresale: "Cada plano secuencia tuvo una planificación puntual, donde se necesitaba poder contar muchísimas cosas en poco tiempo. Fueron escenas muy difíciles de escribir y de rodar, todo debía estar sincronizado, entre miles de pequeños detalles".

Elección estética que es también parte de una decisión que ha llevado al director a asumir riesgos diferentes: "Lo atractivo e importante estuvo en ser una película de época, basada en un caso real, y en ser mi primera película sobre un villano, donde la fascinación que provoque esté a la par del miedo y la distancia. Porque es muy difícil identificarse con Arquímedes Puccio. Sin embargo, el desafío estuvo en encontrar maneras a partir de las cuales el público quiera seguir viendo."

-Hitchcock mediante, eso es algo que a los espectadores nos gusta.

-Justamente, cuando decidí retomar el proyecto (que se remonta a la época de Leonera) venía de hacer Elefante blanco, en donde hay tipos que uno quería abrazar, ayudar, donde sentís angustia por lo que viven; pero acá es lo opuesto, te genera rechazo. Por supuesto, incluir a Guillermo, por quien el público tiene un cariño y simpatía enormes, fue también un desafío, porque se trató de jugar con su imagen para convertirlo en otra cosa.

La composición estatuaria, estoica, de Francella como Arquímedes Puccio habla de una tarea concentrada en extremo. "Fue muy duro todo el proceso pero me encantó, porque pude explorar otras cosas interpretativas, donde no tuve que apelar a ningún recurso propio, lo que hace que no me reconozca en el mirar, el decir, lo postural, lo corporal, el caminar. Como no hay testimonios de video de aquella época, Trapero me sugería, me decía, y empezamos a construir un Frankenstein. Arquímedes era alguien muy retorcido, muy inteligente, en lugares insólitos o momentos álgidos utilizaba términos y frases como 'cuento con un amplio domino de la escena'", explica el actor.

Y agrega: "También trabajamos un poco a ciegas, él me decía intentá no pestañear, intentá demorarte en las respuestas, mirá antes de sentenciar; yo también aportaba algunas cosas. Era una familia siniestra, eran chacales, todos cómplices."

-Durante el rodaje, ¿podías salirte del papel?

-Terminaba abatido. Con Trapero nos preguntábamos, ¿qué tenemos que ver con esto? Pero hay que dirigir, hay que actuar, hay que salir adelante. Había noches donde terminábamos con dolor en la nuca y cansancio, donde no podíamos creer que nos habíamos metido en ese mundo, porque es un universo muy especial. No paré un minuto, en ese sentido.

La tarea de Francella es en función del vaivén con Peter Lanzani como Alejandro Puccio, quien es capaz de evidenciar los matices y dudas que en ningún momento ofrece su padre. Una tarea notable por parte del joven actor, quien entiende a Alejandro como alguien "que nunca pudo hacerle frente a su padre. Tomó decisiones que por un lado no quería, pero por el otro sí, porque era ambicioso. Todo eso que le pasaba por dentro era como una tormenta, y comenzó a volverlo hermético. Era algo que tenía que verse mediante los ojos y la actitud física."

Sobre la explosión violenta entre ambos, que el espectador sabrá reconocer, dice Lanzani: "Habremos estado casi todo un día con esa escena, en donde también hay que cuidar la voz y las energías, pero tenía que ser explosiva. La laburamos y charlamos y coreografiamos, y me gustó cuando la vi, creo que tiene la carga que necesita."

La reciprocidad entre padre e hijo, resorte dramático de El clan, es también analizada por Trapero: "Arquímedes no dudaba, fue implacable, siguió negando los crímenes hasta el día de su muerte. Alejandro fue lo contrario, nunca pudo procesar lo que pasó, tuvo cinco intentos de suicidio. Era alguien culposo pero a la vez ambicioso, porque sabía muy bien qué era lo que hacía. Con él es posible identificarse más porque también es una víctima de Arquímedes. El trabajo con los dos fue muy distinto porque son personajes que provocan cosas distintas, y ésa era la idea. Alejandro por momentos te apena, te da bronca, lo ves víctima pero es victimario, lo ves inocente pero completamente culpable."

¿Cómo era Arquímedes? "Un infierno, así era Arquímedes", completa Francella.

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