Cuando el escándalo y la mirada perversa de los que cuentan la historia de los acontecimientos cotidianos, se transforma en la única manera de adormecer conciencia y generar un receptor cada vez más goloso por querer "saber", el distanciamiento que pone el arte cuando se anima a abordar desde otra óptica, esos mismos acontecimientos, nos permite resignificar una realidad intervenida mediáticamente. Quizás el dramaturgo argentino José González Castillo, a quien siempre se lo creyó porteño siendo originario de esta ciudad, no pensaría que más allá de cien años sus obras mantendrían la misma preocupante vigencia y su escritura dramática sería revalorizada por un director, también rosarino, como es Rody Bertol.

El grupo Rosario Imagina "asume el desafío de presentar la primera puesta en escena en Rosario de esta obra inusitada e imprescindible en la dramaturgia nacional", dicen los responsables del reciente estreno de El hijo de Agar, escrita por González Castillo en 1915, que puede verse todos los sábados a las 22 horas en el Teatro La Manzana (San Juan 1950).

"Castillo sería nuestro mayor dramaturgo clásico, pero fue postergado, olvidado, soslayado y prohibido, por haber abordado a principios de siglo temas tabúes como la homosexualidad, la prostitución, el aborto y el divorcio. En ese sentido no tuvo el reconocimiento del exitoso Florencio Sánchez", dijo Bertol a Rosario/12.

En 2007, el grupo Rosario Imagina estrena Los Invertidos, obra que había reflotado hace algunos años el maestro Alberto Ure, a quien Bertol reconoce como uno de sus maestros, comenzando de esta manera su primer acercamiento a la obra de González Castillo, mientras El hijo de Agar esperaba su turno en la copiosa agenda del director rosarino.

"En esta obra Castillo va por más, ya que tiene la irreverencia de hablar sobre los derechos de la mujer sobre su propio cuerpo, tocando con magistral sutileza y poesía el tema del aborto y el infanticidio; con la audacia de poder interrogar la mirada social, religiosa y política en la que se encontraban las mujeres de su tiempo", dice Bertol, quien hace extensible este comentario también a las mujeres de esta época, por la persistente vigencia que aún tiene el alegato dramático de este notable autor.

El elenco integrado por Soledad Murguía, Juan Nemirovsky, Natalia Trejo, Sebastián Martínez, Sofía Dibidino, Julieta Sciasci, Car Rosso y María Eugenia Ledesma contó con el infaltable aporte lumínico de Alejandro "Chavo" Ghirlanda y Eduardo Contissa en la plástica escénica, todos bajo la dirección de Rody Bertol y Natalia Pautasso.

"Lo que me decidió a poner en escena este texto fue encontrar un paralelismo con el caso Tejerina: en el medio de la trama, el abogado, uno de los protagonistas, atiende un caso de infanticidio, muy similar al caso Tejerina, que tanto impactó en la sociedad, hace unos años atrás", dice el responsable de un grupo que hace tiempo implementa estrategias para ampliar el sector de público al que pretende llegar con sus propuestas.

-No siempre el teatro de los últimos años abordó problemáticas candentes, ¿puede ser esta una explicación, de la ausencia de espectadores en las salas locales?- preguntó Rosario/12 a Bertol.

-Es verdad, creo que el teatro argentino actual ha perdido la capacidad de discutir contemporáneamente las cosas que suceden en nuestra sociedad; el público busca una buena historia y un buen tema que les interese y eso es algo que los teatreros nos solemos olvidar mucho en pos de nuestras propias búsquedas, que suelen ser más del orden de alguna instancia estética, o investigar o experimentar determinada cuestión en lo teatral y nos alejamos de eso- concluyó.