CULTURA / ESPECTáCULOS
A partir de las 20.30, en el Centro Cultural Bernardino Rivadavia, el Quinteto Tiempo presenta su flamante espectáculo, que como para que a modo de antología, decidió titular "30 años contra viento y marea".
› Por Fernanda González Cortiñas
Tiempo al tiempo. Efectivamente, después de casi veinte años de no pisar un escenario rosarino, esta noche vuelve a la ciudad una leyenda de la música popular argentina: el Quinteto Tiempo. Con la misma formación que en 1972, cuando las voces de Santiago Suárez, Rodolfo Larumbe, Ariel Gravano, Eduardo Molina y Alejandro Jáuregui debutaban en su ciudad, La Plata, el Quinteto Tiempo es una de esas agrupaciones vocales que a pesar de los años y las ausencias, nunca se fue del todo y siempre está volviendo. Con nuevo disco bajo el brazo, este ensamble coral que a lo largo de tres décadas de consecuente trayectoria ha sabido compartir cartel con figuras como Troilo, Serrat, Inti Illimani, Mikis Teodorakis, Silvio Rodríguez y Miriam Makeba, llega al Centro Cultural Bernardino Rivadavia (San Martín 1080) para, a partir de las 20.30, presentar su flamante espectáculo, que como para que a modo de antología, decidieron titular "30 años contra viento y marea".
--¿Cómo es el espectáculo que traen a Rosario?
--Llevamos lo que estamos haciendo ahora, que es parte de nuestro disco Vivo, que salió el año pasado y en el que conviven algunas músicas y músicos de otros puntos de Latinoamérica, como es el caso de ritmos de los karai, que eran una especie de brujos guaraníes. Con estas canciones hemos acompañado, por ejemplo, a un cantante como el paraguayo Ricardo Flecha -respondió Jáuregui.
--¿Cómo analiza la evolución del quinteto a lo largo de estos más de treinta años?
--Lo esencial en nuestro trabajo son las voces. Y teniendo en cuenta que somos los mismos desde el comienzo, creo que eso marca una constante en la producción de estos 30 años. Lo que sí hemos hecho es incorporar músicos y autores nuevos que hemos ido incorporando con distinto criterio, pero siempre manteniendo un estilo que tiene que ver con producir música bella y crítica. Por suerte siempre hemos elegido autores que a pesar de los años, mantienen la vigencia, y bien se mezclan con los (Peteco) Carabajal de hoy, con los (Raly) Barrionuevo, los (Raúl) Carnota, toda gente con la que hemos hecho cosas muy interesantes.
--¿Cómo ve la situación actual de la canción popular de contenido social en la Argentina? ¿y en América Latina?
--Al contrario que otros, yo no creo que se haya diluido. Sí creo que se ha dispersado y hoy hay protesta en la cumbia villera, en el rock más joven, a lo mejor un poco en algún rincón del tango. En el folklore creo que simplemente ha continuado un mismo camino, un camino que nace en el Nuevo Cancionero, en Mendoza, pero que después abreva en otras fuentes. Creo que el deseo de justicia y libertad está siempre, en todos los géneros y en todas las generaciones. A nivel latinoamericano, lo que intentamos en los años 80 fue la fundación de un movimiento, que fue el de la Nueva Canción, y que de algún modo tomaba las raíces del Nuevo Cancionero Argentino. La esperanza de la unidad latinoamericana se expresaba a través de temas como "Canción con todos", "Cuando tenga la tierra", "Canto a Bolívar"; todo lo que en algún momento aparece como una expresión crítica, y que acompaña determinados coyuntura social. Lo que ocurrió después, es que esas raíces prendieron con mucha fuerza en algunos países y en otros no tanto. De todos modos, cuando uno siembra algo es su responsabilidad cuidarlo, día tras día, hasta que crezca. Sin duda sería de necios negar que a lo largo de estos años, años de dictaduras y neoliberalismos, hemos sido diezmados. Pero creo que el reemplazo del concepto de solidaridad de los '60 y '70 por el del sálvese quien pueda de los '80 y '90 es un mal que ha afectado a nuestra sociedad en todos sus niveles, no solo a los artistas. Nosotros tenemos la suerte de viajar mucho, y eso permite leer en perspectiva la propia realidad. Así, uno ve con sorpresa y admiración que en otros países de Latinoamérica se generan frentes de defensa de la tradición popular. Acá, lamentablemente hay mucha desmovilización en ese sentido. Ojalá estas regionalizaciones económicas que empiezan a tomar forma en esta parte del mundo tenga algún día su correlato cultural.
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