CULTURA / ESPECTáCULOS › ENTREVISTA A MARTíN SOSA, EX COORDINADOR DEL PROGRAMA POR EL BICENTENARIO
Desde 2008, cuando el proyecto de orquestas y coros impulsados por el gobierno nacional llegó a Santa Fe, hasta fin de 2015 el músico santafesino fue referente provincial de un emprendimiento clave en la restitución del entramado social.
› Por Edgardo Pérez Castillo
Bajo la maquiavélica figura de la "reducción de gasto público" emprendida por el gobierno de Mauricio Macri hay impactos directos que se traducen en la pérdida de puestos de trabajo pero, también, una decisión política de apuntar la mira calculando con precisión los efectos colaterales. En este contexto, la incertidumbre que en estos días manifestaron los docentes y músicos que forman parte de los organismos nucleados en el Programa de orquestas y coros por el Bicentenario (ver aparte), no sólo pone en evidencia la posibilidad concreta de que cerca de 70 profesionales pierdan su fuente laboral: es, además, una amenaza certera a la destrucción de un programa de notable incidencia en la reconstitución del entramado social en sectores vulnerables.
Lanzado en la provincia en 2008 como resultado del convenio firmado por la Dirección Nacional de Políticas SocioEducativas, el Ministerio de Educación de la Nación y el área educativa de la provincia de Santa Fe, el Programa del Bicentenario abrió sus convocatorias provinciales en 2009, a fines de ocupar los cargos necesarios para poner en funcionamiento los coros de la Escuela Secundaria Nº 385 de Reconquista y la Escuela Nº 340 de Santo Tomé y una orquesta infantojuvenil en la Escuela Constancio Vigil (la Orquesta Tablada). En 2012 una segunda etapa involucró la apertura de un coro en la Escuela Nº 332 de Tostado, otro en la Escuela Nº 6404 de Venado Tuerto, una orquesta en la Escuela Nº 1294 de Granadero Baigorria y un coro en la Escuela Nº 376 de la ciudad de Rafaela, además de la incorporación de la Orquesta Sinfónica Infanto Juvenil del Barrio El Triángulo de Rosario. Esos organismos reunieron a docentes, integradores y directores, y su funcionamiento se afrontó a partir de un financiamiento mixto: el Estado nacional se encargó de proveer los instrumentos, atriles, medio centenar de contratos para cubrir los sueldos docentes y fondos adicionales para reparación de instrumentos, fotocopias de partituras, etcétera. Por su parte, el gobierno de Santa Fe asignó horas cátedras para cubrir los honorarios profesionales restantes, además de administrar y monitorear las acciones del Programa en territorio provincial.
Todo ello, claro, sosteniendo los objetivos esenciales de un proyecto que no se limita a la enseñanza de nociones musicales o la ejecución de instrumentos, sino que busca además la inclusión y reinserción de niños y jóvenes no escolarizados, apostando a evitar además la deserción escolar. "En mi opinión lo que más sostiene este tipo de programas, además del financiamiento económico, es la relación humana y el modo en que se vinculan los actores del mismo, esto incluye funcionarios, coordinadores, referentes, docentes y los protagonistas, que son los chicos y chicas", resalta en ese sentido Martín Sosa, quien desde el lanzamiento del programa, y hasta el pasado 31 de diciembre, se desempeñó como referente y coordinador dentro del territorio provincial.
"Tener a cargo la coordinación de este Programa ha sido una experiencia muy poderosa y nutritiva -remarca en diálogo con Rosario/12. Un gran desafío personal y profesional para mí, por la potencia misma que posee el Programa. Todo ha sido un enorme aprendizaje".
Para el músico santafesino "es muy triste que el Programa de orquestas y coros por el Bicentenario esté pasando este momento de tanta incertidumbre", aunque reflejó cierto optimismo al considerar: "Nuestras autoridades saben leer esta situación porque han acompañado y difícilmente le suelten la mano. La respuesta está en el interrogante: ¿Cómo le explicás a un chico que tiene que devolver el instrumento porque la orquesta deja de existir?".
Según analiza Sosa, la importancia de que el programa logre continuidad está dada por sus propias virtudes que, entiende, "hablan por sí solas". "Hay niños y jóvenes que construyen su espacio de pertenencia y pueden reconocerse en la individualidad desde un colectivo que los contiene y los proyecta. Jóvenes que se cultivan incorporando a su vida un lenguaje estético y expresivo como la música, y alcanzan la destreza de ejecutar un instrumento o de cantar. Es un programa que les ofrece nuevas perspectivas de inclusión en la sociedad, tal es el caso de jóvenes egresados de estos coros y orquestas que encontraron su vocación y hoy están estudiando música en la universidad", distingue.
Y, en esa misma línea, reconoce que "el impacto en la comunidad no ha sido menor". "Las acciones del Programa han movilizado a padres y familiares que acompañan este trayecto del aprendizaje de sus hijos asistiendo a los conciertos, garantizando la asistencia de los chicos y chicas a los ensayos, y en el mejor de los casos padres organizados en comisiones de trabajo para apuntalar donde hace falta. Es notable la cantidad de eslabones de la misma cadena que se ponen en funcionamiento, lo movilizador que es el Programa", concluye Sosa, poniendo así de manifiesto la relevancia de un proyecto que, hoy amenazado, merece encontrar respuestas y garantías de continuidad.
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