CULTURA / ESPECTáCULOS › LA RADIO ONLINE EPIDEMIA NACIONAL Y POPULAR RESCATA PROGRAMAS SILENCIADOS.
Con Periodismo a fuego lento, del Lobo Nardone, como nave insignia, el espacio virtual reúne ciclos críticos al actual gobierno, pero también propuestas de música y de género, con un fuerte perfil opositor que escasea en los medios.
› Por Edgardo Pérez Castillo
Transcurridos más de cien días desde el cambio de gobierno nacional, no es novedad alguna que el cambio afectó a múltiples ámbitos. El periodismo no es la excepción a las reglas de ajuste y reorientación, sobre todo para aquellos que manifestaron su respaldo al kirchnerismo desde medios públicos, lo que generó la ya conocida baja de contratos de parte del macrismo y una subsiguiente marcha atrás que, igualmente, dejó en el camino a nombre de peso. En Rosario, por caso, el cambio de época afectó a Jorge "Lobo" Nardone, que decidió dar un paso al costado en Radio Nacional Rosario consciente de que allí ya no tendría cabida la postura que durante cinco años sostuvo en su ciclo Periodismo a fuego lento. Fue entonces cuando recibió una oportuna invitación de la joven radio online Epidemia, que desde el desembarco de Nardone se rebautizó como Epidemia Nacional y Popular, donde cada domingo de 10 a 13 el Lobo emite sus resúmenes semanales con fuerte contenido cultural y político.
Aunque no es Nardone el único que llevó allí sus contenidos: Epidemia Nacional y Popular reúne programas como Adalia (donde sus responsables ficcionalizan un país poblado por gente extraña tomando como base los temas periodísticos de cada día), El Nudo (realizado desde Andino por Paula Geminale y Raúl Bruschini), el ciclo de género La costilla de Adán, Gigante Gentile con un perfil rockero y Pequeño teatro para el oído, que retransmite algunos de los radioteatros que Ariel Armoa dirigió para el ciclo del mismo nombre en Radio Nacional Rosario.
Cada equipo de trabajo desarrolla sus programas en sus hogares, para luego enviárselos a los responsables de organizar la programación en ENP, que completa sus emisiones con música eminentemente local e informes conformados por audios emitidos en otros medios digitales, como Diario Registrado y 6,7,8. Todo ello conforma claramente un perfil ideológico en un contexto mediático donde las voces de oposición no sólo escasean, sino que además comienzan a ser foco de nefastas persecuciones.
En medio de todo ese conjunto en formación (marcado por una actitud de militancia no necesariamente partidaria), los impulsores de la emisora aseguran sin dudar que "el programa estrella es el del Lobo". En su nuevo espacio, Periodismo a fuego lento mantuvo su horario habitual de los domingos de 10 a 13 y la misma esencia que lo caracterizó en su paso por Radio Nacional Rosario, a la que llegó en marzo de 2011 y dejó el 27 de diciembre del año pasado. Es que poco después de la asunción de Mauricio Macri, el experimentado periodista comprendió que ya no habría cabida para su ciclo.
"Durante cinco años hice un programa político, con una respuesta a ese programa, muy vinculado con mi persona, porque la gente identifica al programa con quien lo hace. Sentí como cuando uno hace una reparación en la casa y tiene un montón de escombros en el patio: donde quiera que pongas ese montón de escombros molesta. Hasta que se pongan en el volquete y se los lleven, los escombros siguen jodiendo. Entonces plantee que no iba a seguir", compara el Lobo.
"En la radio me daban alternativas. Lo que podía obtener con eso era un sueldo, pero no podía sostener mi idea -‑remarca‑‑. Tenía la posibilidad de hacer otro tipo de programa, con otros contenidos. De hecho mi programa tenía un alto contenido de cuestiones culturales de todo el continente, porque ponía la voz de Cortázar, de Neruda, de Guillén, de poetas, músicos, escritores. Pero sabía que en algún momento iba a saltar algo, que yo iba a decir algo y se iba a armar quilombo".
Aún cuando la decisión sobre su continuidad no estaba tomada, Nardone sí tenía algo claro: Periodismo a fuego lento debía continuar, y fue entonces cuando Epidemia se cruzó en su camino. Los pasos siguientes fueron la compra de una consola mezcladora y un micrófono de calidad, con los que el Lobo produce su ciclo desde su casa, en Ricardone. "Creía que mi programa tenía que seguir como una contribución. No es que quiero tener una presencia personal en los medios --explica--. Es más, el programa puede venir a grabarlo quien quiera. No soy yo, es el programa".
Con esos preceptos, la estructura del ciclo se sostiene en su versión online, aunque sin el intercambio en tiempo real con los oyentes, imposibilitado por los modos de producción del envío. "Lo que hago es más o menos lo mismo que antes. Tomo audios de todos lados, de los canales de televisión, de los discursos de los opositores y los oficialistas. Cada semana tomo los audios, limpio lo que sobra (sin editarlo para darle una contraorientación) y con esas ediciones empiezo a trabajar. Los jueves empiezo a ordenar el material, agrego lo que haya que agregar, el viernes musicalizo y armo la artística", detalla el Lobo.
Y agrega: "Antes con eso los domingos me iba a la radio, saludaba y hablaba con la gente. Después iba largando los informes conforme mi pulso, porque en la radio se sienten las cosas, es distinto el ámbito, sentís que hay alguien que está del otro lado. Ahora hago lo mismo, pero los sábados hago la locución con la que le doy cierre o introducción a los distintos segmentos. Ahí doy mi parecer, porque ni siquiera lo llamo opinión. Doy mi posición. Y es el oyente el que construye sentido. Por supuesto, si tengo que exponer una posición clara, firme, definida, lo hago. Si tengo que decir que este es un gobierno liberal entregador lo hago, no me privo de eso. Antes del 22 de noviembre, en el último programa antes de las elecciones, dije: 'Por favor, les pido encarecidamente que no voten a este coso, porque nos vamos al infierno'. Y expliqué por qué... que es lo que estamos viviendo ahora. Pero todo eso lo argumentaba con los propios discursos de ellos".
Alojado ahora en un ámbito virtual en crecimiento, Periodismo a fuego lento se sostiene como cabecera de un espacio de resistencia informativa. Y respeta una máxima que el Lobo repite con convicción: "El mío es un programa más, pero que cumple con esa función que es el legado de Rodolfo Walsh: dar testimonio en tiempos difíciles".
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