CULTURA / ESPECTáCULOS › LA ESCUELA PARA ANIMADORES ORGANIZA SU SEGUNDA ANIMARATóN
A diez años de su fundación, el programa de formación del Centro Audiovisual Rosario celebra con una nueva edición de su muestra. Se presentarán avances de Cabeza de Ratón y Cheatin', último largo del extraordinario Bill Plympton.
› Por Leandro Arteaga
La Escuela para Animadores, que depende del Centro Audiovisual Rosario, estrena sus primeros diez años y prologa el número once con el segundo Animaratón. Este viernes, a partir de las 18, el SUM de La Isla de los Inventos (Wheelwright 1402) será sede para este encuentro de docentes, alumnos y carreras, vinculados al mundo de los dibujos animados. La actividad está abierta a todo interesado, y para más datos, serán dos las propuestas felices.
Una de ellas es el anuncio y avances de la sexta y esperada temporada de Cabeza de Ratón. Por fin, el conductor más bizarro, de teatrito remendado, vuelve a la pantalla chica. En esta ocasión, Ratón y amigos se verán envueltos en cursos por correspondencia problemáticos, presentarán nuevos videoclips (dedicados al Quinteto de Cuerdas Municipal Cosa de chicos, con participación de Juan Carlos Baglietto, Jorge Fandermole, Ethel Koffman y Popono), e introducirán trabajos de los egresados de la Escuela para Animadores y de Ceroveinticinco (de 9 a 17 años). Cabeza de Ratón es único en su especie, y sabe hacer honor a ese padrino televisivo y fundante que siempre será Caloi en su tinta.
La guinda la ofrecerá la proyección de Infidelidad/Cheatin' (2013), el más reciente largometraje del extraordinario Bill Plympton, el animador norteamericano que la EPA idolatra, presente en la ciudad el año pasado, con charlas magistrales y proyecciones en Cine El Cairo. En aquella visita memorable, durante la rueda de prensa Plympton quedó desconcertado cuando alguien puso en sus manos un ejemplar de Keko, el mago, de Carlos Nine. El norteamericano se aferró al libro como Gollum al anillo de Sauron. El de la artimaña había sido Pablo Rodríguez Jáuregui, director de la EPA y conocedor de los gustos del invitado. Si era o no un presente no venía al caso, lo cierto es que Plympton se lo guardó rápido en su mochila.
Dada la admiración exaltada que Bill Plympton profesa por Nine --ambos expusieron en la Society of Illustrators de Nueva York, en 2014--, la anécdota permite introducir Cheatin'. Todo el que haya visto algunos de los trabajos de Plympton, repartidos entre cortos innumerables y seis largometrajes --la mayoría de este material ha sido emitido por Caloi en su tinta--, notará un estilo característico. Dada la costumbre de ser un hombre-orquesta durante el proceso creativo (dibuja todo él), Plympton hace de sus películas un mundo espontáneo, casi bocetado, al ser capaz de un cuidado formal asombroso que hace comulgar con su trazo rápido.
Ahora bien, lo que ocurre con Cheatin' es todo esto pero en poder de un trance mayor. Tal ha sido el impacto de la obra de Carlos Nine. Mirar Cheatin' es observar cómo un artista es capaz de alcanzar un salto cualitativo, al dejarse embriagar por la influencia magistral que le supone el dibujante argentino: los cuerpos se estiran, las angulaciones son imposibles, el escenario troca de maneras imprevistas, alucinadas, enamoradas y violentas. Estos rasgos son, de hecho, parte de la poética de siempre del estadounidense, ahora expandida.
Si a ello se le suma la combustión supuesta por el mundo del relato noir, esencial a la narrativa americana y su concepción de mundo, Cheatin' hace de sí una obra mayúscula, capaz de ofrecer un Plympton depurado, todavía más libre si cabe (es conocida su negativa a la oferta de los estudios Disney), con el foco puesto en las relaciones humanas, afectivas y sórdidas.
El nudo del asunto está dado por el amor/desamor de una pareja. Un camino de ida y vuelta, que implica un balance, repartido entre los extremos. El alma aludida es la literatura de James M. Cain; es decir, Cheatin' es El cartero llama dos veces y Pacto de sangre a la vez: amores, traiciones, crímenes. No en vano, la literatura negra ha sido el espejo deforme de su sociedad. Que Plympton indague allí no hace más que ratificar una misma idiosincrasia estética.
Amargo pero divertidísimo, el film obtuvo el Premio Especial del Jurado en el Festival de Annecy. Fue proyectado en Anima, Festival Internacional de Animación de Córdoba, en 2015. Verlo por acá es toda una oportunidad.
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