A Marcos Cartoy Díaz le persigue un apellido ejemplar, de esos que han hecho historia en la televisión (a partir del trabajo de su padre, Emilio). "De hecho, mi padre tiene mucho que ver con mi gusto por la actuación", remarcó. Apenas tiene 19 años y ya es nombre que acompaña a una dupla de relieve: Ricardo Darín y Oscar Martínez. La película es Kóblic, de Sebatián Borensztein, y el personaje del joven actor es el de Luis, el peón de campo que oscila entre los silencios de Kóblic y los retos del comisario Velarde. Monstruos los dos, al fin y al cabo. "Fui al casting y le gustó el tono que le di", dijo en alusión al director del film. Pero acá está este monstruito, que ha saltado de la formación teatral a la publicidad y ahora al cine. El joven Cartoy Díaz estuvo en la ciudad repartiendo notas, y Rosario/12 no fue la excepción. Ante la pregunta sobre cómo se siente frente a una cámara, el actor no duda: "Es una relación lúdica, ya de por sí actuar es divertido; es algo que no me inhibe, hasta lo disfruto".

--Llamarte Cartoy Díaz ya implica una predisposición...

--De hecho, mi padre tiene mucho que ver con mi gusto por la actuación.

--¿Cómo es esa relación?

--Crecí con mi viejo trayendo a casa gente de cine, a productores, y charlábamos mucho sobre eso. Había muchísimas analogías de cine que él me decía, y que fui entendiendo a medida que crecía. Mi padre me fue apoyando en muchas de las cosas que quería, es por él que me termino de decidir en que quería esto para mi vida. Creo que hasta lo descubrí con él. Ahí arrancó todo, él tiene mucho que ver.

--¿Y qué pensás que le debe estar pasando ahora, que te ve en una película como Kóblic?

--Mi papá tiene la característica de que lo que yo vivo, él lo vive mil veces más; si estoy emocionado él está "recontraemocionado". Se pone muy feliz, me da consejos, me cuida, y eso está bueno porque es un plus en nuestra relación, además de ser su hijo me trata como un profesional.

--¿Cómo fue el vínculo con Kóblic?

--Cuando Sebastián (Borensztein) estaba haciendo la película, habla con mi padre de casualidad y le comenta que sabía que yo era actor, que le faltaba un personaje. Fui al casting y le gustó el tono que le di; me contactó de nuevo, para una segunda instancia con Ricardo (Darín), y ahí terminó de cerrar todo. No lo podía creer, a partir de ahí me tuve que abocar a laburar el personaje, que era muy distinto de mí; pero mientras más diferente, mayor es el desafío.

--¿Cómo fue esa caracterización?

--Sebastián me bajó una línea, sobre cómo él veía a Luis, cómo se lo imaginaba. En lo personal, me ayuda mucho la caracterización, porque me transforma, sumado a cómo pensaba, cómo hablaba y se movía; fue ir sumando piezas, hasta que se logró verosimilitud. Yo le llevaba a Sebastián impresiones gauchescas, leídas en libros, como por ejemplo durante la cena, cuando pregunta Velarde si yo estaba raro, y digo "ando pionando", algo que a Sebastián le gustó.

--¿Qué elegís destacar del trabajo con Borensztein?

--Lo que más me gustó es que si bien tiene el concepto y sabe qué es lo que quiere contar, está abierto a que se desemboque en otra cosa. Eso está bueno, porque a veces le tenés que dar atención al lugar hacia donde te lleva la película, más allá de lo que pensaste.