Sábado, 16 de julio de 2016 | Hoy
CULTURA / ESPECTáCULOS › EL MúSICO VUELVE A ROSARIO TRAS VEINTE AñOS
Esta noche, en Berlín se saldará una vieja deuda: después de más de veinte años, Axel Krygier volverá a encontrarse con el público local. Y si la precisión de calendario es incierta, es porque ni siquiera el protagonista recuerda con exactitud cuándo fue su última visita. "Creo que habrá sido junto a La Portuaria... No creo que nos acordemos, ni Rosario de mí ni yo de Rosario", confía, poniendo así un marco propicio para que su reaparición esté atravesada por distintos momentos de su discografía solista, periplo que abordará en un formato solitario que, asegura, lo ha cautivado.
"Voy a hacer cosas nuevas y temas que van desde el primer disco hasta el último. Tengo todo desplegado en un teclado, voy con samplers, entonces pongo en acción mis temas de un modo bastante dinámico. Son temas que van desde Échale semilla! hasta Hombre de piedra pero también más allá, temas nuevos que estoy haciendo con estas técnicas que me tienen cautivado", adelanta el compositor, que a las 22 subirá al escenario de Pasaje Simeoni 1128.
Históricamente Krygier compartió proyectos con músicos de peso, artistas con fuerte personalidad (Kevin Johansen en sus primeros pasos con Instrucción Cívica, Alejandro Terán y Fernando Samalea en el Sexteto Irreal, o bien como instrumentista para Soda Stereo y Charly García), construyendo en paralelo una labor solista que tradujo siempre en formato grupal. Esta visita a Rosario se encuadra en un nuevo rumbo. "Cuando toco con la banda, bailo más que tocar. Canto un poco, toco un poco... dirijo, más que nada. En este caso se trata de tocar, todo el tiempo tocar. Puedo ir hacia donde quiero, parar el tema cuando quiera, no hacerlo si no tengo ganas. Es un modo caprichoso que me divierte, además de darme la posibilidad de entablar una relación más íntima con el público. Que también puede ser bailable, es una relación directa", explica a Rosario/12.
Creadas en esta condición, las nuevas canciones "pueden hacer el camino contrario, así como lo otro fue del grupo al solista, en este caso va a ser desde el solo hacia el grupo, que puede funcionar". "Las cosas, siempre, cuando las cambiás de formato, cobran ribetes diferentes, los contrastes pasan a ser otros, se desdibuja un poco el original y se crea una nueva cosa. Me divierte cambiar de formato", apunta.
- En tu obra siempre hubo multiplicidad de géneros, la falta de encasillamientos ha resultado característica, ¿esta versión solista permite que las canciones se corran hacia otros géneros, tomen otra vestidura?
- Sí, pero no es tanto una cuestión de género como una cuestión tímbrica, una cuestión de ambiente. Son juegos que parten de un collage de cosas que se van uniendo a través del toque: solamente el toque puede hacerlas musicales. Trabajé por ejemplo con sonidos de onda corta, cosas agarradas de ultramar, tráfico de información de grandes potencias, cosas en ruso... eso pasa a tus dedos y, a través del teclado, pueden convertirse en elementos de un tema. En este caso van a escuchar algo así.
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